Reducción de daños en las venas abiertas de América Latina
El fracaso de la guerra contra las drogas es un diagnóstico bastante compartido, pero se cuestionan las alternativas a la prohibición. Son muchos los ejemplos de organizaciones de reducción de daños que impulsan el enfoque en Latinoamérica, pero también son recurrentes las impugnaciones a su aplicación en la región de las venas abiertas. Hablamos con Échele Cabeza (Colombia), Reduciendo Daño (Chile), Proyecto SOMA (Perú), Escola Livre de Redução de Danos (Brasil), Asociación de Reducción de Daños (Argentina) y Latinoamérica por una Política Sensata de Drogas (México) para conocer cómo trabajan en sus países y cuáles son sus problemáticas.
Por Tabaré Echeverría para Revista Mate
La matriz prohibicionista-abstencionista
El poder anida en los hechos más extendidos y aparentemente “normales” que pasan desapercibidos. Cuando hablamos de drogas y su control internacional, estamos frente a un control estatal naturalizado bajo el paraguas del paradigma prohibicionista.
El prohibicionismo hace referencia a una serie de ideas —bien enraizadas en el sentido común— que establecen normas y sanciones en pos de controlar y cuidar un determinado estilo de vida en lo privado y en lo social, que se considera bueno, verdadero y hasta puro. Como explican en Un Libro Sobre Drogas.
La matriz prohibicionista-abstencionista como dispositivo de control parte de la idea de que prohibiendo el objeto, la sustancia, se puede controlar la demanda de parte de lxs usuarixs. Como modelo de salud, niega los abordajes alternativos a la suspensión del consumo como meta y obstaculiza el acceso a la salud para las personas que usan drogas. Ante el fracaso en la disminución del consumo, evidenciado por el incremento del uso de drogas año a año, se ve que es un enfoque fallido.
Frente a la prohibición, surgen numerosas propuestas alternativas desde distintos campos, que convergen en organizaciones que militan por la reforma en la política de drogas o intervienen desde el enfoque de reducción de daños.
El contexto latinoamericano es de una enorme desigualdad social y pobreza estructural. Las personas que usan drogas acá enfrentan constantes violaciones de sus derechos humanos básicos. A la par, las organizaciones de reducción de daños de Latinoamérica acumulan experiencias en intervenciones de base comunitaria y de trabajo en red con organizaciones diversas.
Acompañe, no castigue: una disputa al prohibicionismo
El 26 de junio de cada año, por mandato de Naciones Unidas (ONU), se celebra el “Día Internacional de las Naciones Unidas Contra el Abuso y el Tráfico Ilícito de Drogas”, en consonancia con la “Guerra contra las drogas” y con el paradigma prohibicionista. El objetivo de esta efeméride se puede leer en la página de la ONU, donde explican que surge “en pro del objetivo de una sociedad internacional libre del consumo de drogas”.
En un sentido diametralmente opuesto, aparece la campaña de acción global Support Don’t Punish, que en Argentina nombramos como Acompañe, no castigue. Esta campaña ve al abstencionismo (un mundo libre de drogas) como un objetivo imposible e ingenuo. Nuclea alrededor de 250 organizaciones a nivel internacional que reclaman políticas de drogas que prioricen la salud pública y los derechos humanos por encima de la política criminalizante y punitiva. El año pasado, participaron 260 ciudades de casi 100 países.
Para visibilizar la existencia y eficacia que tienen algunas experiencias alternativas a la prohibición en Latinoamérica, compartimos seis ejemplos de organizaciones de reducción de daños que impulsan este enfoque en la región.
Escola livre de redução de danos (Brasil)
La Escola livre de redução de danos de Brasil está ubicada en la ciudad de Recife. Surgió en 2019 como institución, pero el grupo formador de la escuela se unió desde movimientos sociales, como organizadores y organizadoras, trabajadores de la salud y de la asistencia social, e investigadores en el campo de las drogas, continuando su trayectoria ahora como organización no gubernamental.
Como nos cuenta su coordinadora, Priscilla Gadelha, la organización “nació del movimiento de personas usuarias de drogas que se preocuparon por la construcción de políticas públicas y que entendieron la necesidad de una mayor participación y construcción de los diferentes grupos de personas afectadas por el modelo prohibicionista y cómo potenciar voces y experiencias con una nueva organización, donde el pilar de la democracia y la participación es el eje central y permanente”.
La escuela utiliza el pilar de la reducción de daños, como el respeto y la horizontalidad en todo lo que hace, ”creando, innovando y garantizando espacios de formación, ciudadanía y dignidad para las personas”. La propuesta de este espacio es innovar en procesos de atención, tecnologías sociales y formas de interseccionalizar la reducción de daños como estrategia posible para todas las necesidades humanas, expandiendo el lugar más allá del consumo de drogas.
En clave geopolítica, Priscilla nos dijo: ”En el modelo de guerra contra las drogas, Europa obtiene la sustancia y los latinos obtenemos la sangre y la guerra».
El trabajo de la escuela consiste en crear espacios de convivencia, para diferentes colectivos, con especial foco en las mujeres cis y trans, junto a sus hijxs. En sus espacios, todas las personas pueden ser aceptadas, incluidas y participan con igualdad de derechos.
Sobre las tareas que desempeña la institución, Priscilla nos contó que garantizan “dos días a la semana en 4 turnos de convivencia a las personas que consumen drogas y que se encuentran en situación de calle. En este espacio, las personas pueden ducharse, descansar, comer y lavar la ropa, además de contar con un espacio de intercambio, escucha y aprendizaje en grupo”.
Además de este espacio de socialización, cuentan con dos jornadas de turno psicológico de demanda espontánea y programada, para un seguimiento regular.
América Latina es una región del planeta marcada por la desigualdad, el colonialismo y algunas de las más sangrientas guerras contra las (personas que usan) drogas. Consultada por las particularidades del enfoque de reducción de daños aplicado a Latinoamérica, Priscilla opinó: “Tenemos el mejor ambiente para cultivar marihuana y coca, pero no podemos cultivar ni tener los mejores productos, solo el dolor y la violencia que generan. Tenemos importantes ejemplos de cambio como el de Uruguay con la marihuana o la relación de Bolivia con la coca”.
“La violencia mortal domina el escenario y nos queda la corrupción endémica y la relación del narcotráfico con la política, lo que dificulta aún más nuestro papel en hacer crítico el debate sobre las drogas y dejar el moralismo conservador y religioso que impiden un debate profundo y serio sobre el tema. Necesitamos cambiar esta realidad a través de una alianza por la vida y el derecho a la dignidad de nuestros pueblos en toda América Latina”, reflexionó la coordinadora de la ONG.
En Brasil y en toda la región, el encarcelamiento de personas usuarias es masivo. Como cuenta Priscilla sobre su país: “Enfrentamos violencia en general, especialmente con jóvenes pobres y negros, además de los altos índices de encarcelamiento de mujeres pobres y negras, que muchas veces son encarceladas por delitos relacionados con la trata, pero que muchas veces son situaciones que se podrían resolver con otras alternativas. También sufrimos el estigma que trata de impedir nuestro desarrollo como personas con ciudadanía y derecho a vivir”.
Acompañe, no castigue, en Brasil, es Acolha, não puna. Desde la Escuela, vienen sumándose todos los años y nos cuentan: “Cada año, buscamos traer otras formas de hablar de la campaña; en 2019, lanzamos la convocatoria pública de intervención en los territorios, con acciones de expresión artística, textual y audiovisual. En 2020, con la pandemia, lanzamos el edicto y realizamos un Webinar con otras entidades sobre la necesidad de llevar la campaña a más colectivos. En 2021, un programa de generación de ingresos con recursos para desempeñar actividades comerciales en la calle, que generó ingresos, acciones directas para acoger y romper el estigma de las personas que usan drogas, que también pueden ser trabajadorxs”.
También preparan su propuesta para 2022 y nos adelantaron que organizan “un debate interseccional, donde tendremos una mayor presencia del movimiento feminista, negro y que guía el desencanto, ya que Brasil tiene tasas alarmantes de encarcelamiento masivo”.
Reduciendo Daño (Chile)
La Fundación Reduciendo Daño de Chile se dedica a brindar herramientas para la reducción de daños en el uso de sustancias psicoactivas. Hablamos con Camilo Obregón, fundador de la ONG, que nos explicó que elaboran y distribuyen reactivos colorimétricos que sirven para analizar sustancias y detectar sus adulterantes.
“Nosotros, en nuestra región, lo que principalmente hacemos es trabajar con el reactivo colorimétrico en los tests. Gran parte de nuestra labor se remonta a implementar esta herramienta”, explica Camilo. En la visión de la fundación, la reducción de daños debe ser “un cambio cultural en el uso de sustancias, para que estas puedan ocupar todas las herramientas disponibles y trabajar para buscar más”.
Gran parte del trabajo de Reduciendo Daño es implementar este test, educar acerca de su uso y hacerlo asequible a quienes no pueden comprarlo. Los regalan, hacen campañas de educación y asisten a fiestas para testear gratuitamente.
Camilo nos dio su opinión sobre las particularidades de aplicar la reducción de daños en la región: “Tuvimos la fortuna de conocer las realidades de otros países, fuimos a Perú y a Argentina, y nos hemos dado cuenta de las similitudes y las diferencias que tiene la reducción de daños en la región. Si hay una similitud, diría que compartimos bastantes drogas entre estos países. Creo que Latinoamérica tiene todo un espectro de drogas que quizás difiere del resto del mundo. Por lo general, el auge que estamos viendo en drogas sintéticas está siendo compartido por estos países, lo que nos permite hacer red y prepararnos para nuestra realidad en conjunto. En Latinoamérica, afortunadamente, estamos exentos de algunas drogas casi epidémicas como la heroína y los opioides… que no se han visto tanto aquí”.
En cuanto al futuro de la región, Camilo opinó: “Desafortunadamente, tenemos nuestra producción y creo que ahí va el futuro. Creo que Latinoamérica se va a convertir en una gran productora de drogas y eso va a afectar nuestra realidad local inmensamente. Creo que ahí hay una misión en conjunto para la que tenemos que estar preparados como comunidad latinoamericana”.
«Creo que Latinoamérica se va a convertir en una gran productora de drogas y eso va a afectar nuestra realidad local inmensamente. Creo que ahí hay una misión en conjunto para la que tenemos que estar preparados como comunidad latinoamericana».
“Las personas que usan drogas en nuestro país, como probablemente en toda Latinoamérica y en todo el mundo, una de las principales problemáticas que enfrentan es el tabú y la discriminación. Otra de las grandes problemáticas que se enfrenta aquí es la parte legal, el Estado persigue a los consumidores de drogas, sin hacer una diferencia entre un consumidor y un narcotraficante. Entonces, el Estado juzga a todos como si fueran narco”, nos dijo el fundador de Reduciendo Daño sobre los problemas que enfrentan en Chile.
Échele Cabeza (Colombia)
Acción Técnica Social (ATS) es la organización que da pie a Échele Cabeza, un proyecto de reducción de riesgos y daños, y gestión de placeres para personas mayores de edad, que hayan tomado la decisión de consumir drogas, legales e ilegales, que no tienen problemas graves derivados de ese consumo y que están demandando información. Hablamos con Julián Quintero, su director.
Échele Cabeza nació en 2010, en el marco de la implementación del eje de mitigación de riesgos y daños de la política nacional de drogas en Colombia. Empezaron distribuyendo información y, en el año 2013, comenzaron a analizar sustancias. “Le debemos este proyecto a los voluntarios porque el gobierno no dio recursos en los últimos años”, cuenta Julián. De todas formas, lograron que los empresarios se den cuenta y comprueben que tener un grupo de jóvenes distribuyendo información en un evento, analizando sustancias, asesorando gente, teniendo zonas de recuperación: es mucho más barato y efectivo que no hacerlo. En los últimos años, la contratación de estos servicios se convirtió en fuente de su financiamiento.
Las propuestas de Échele Cabeza se ordenan en servicios. “Uno es el de la información que damos de primera mano en festivales a las personas que van a usar sustancias. Dos, el servicio de análisis de sustancias que es de una manera muy rápida porque es cualitativo, con (tests) colorimétricos. Y tercero, le damos una asesoría personalizada. Ahora tenemos una zona de recuperación para primeros auxilios psicoactivos; se trata de contar con un espacio intermedio antes de la enfermería donde se pueda recuperar un estado de estabilidad emocional o física, siempre y cuando estén conscientes y los signos vitales estables, y ese tipo de cosas”, cuenta Julián a MATE.
Otra de sus líneas de acción es el trabajo con el Mínimo Vital de Agua, un acuerdo que lograron con los dueños de los festivales para dar agua de manera gratuita a las personas que no pueden comprar por motivos económicos. Y el otro servicio son las Alertas Psicoactivas que publican constantemente en las redes sociales. En el plano del conocimiento, la organización realiza una investigación con el Observatorio de Drogas de Colombia.
Julián también nos adelantó la próxima propuesta de Échele Cabeza: “Estamos prontos a inaugurar un servicio que se llama Rock Stars, un servicio VIP completamente anónimo y confidencial para personas que vienen a festivales y eventos, y van a consumir sustancias. Se pondrá en marcha en el próximo semestre acá en Colombia”.
Invitamos al director de ATS a reflexionar sobre el enfoque de reducción de daños y su aplicación en América Latina, esto fue lo que Julián nos dijo: “El modelo de salud, como tal, de reducción de riesgos y daños es muy similar en todas partes del mundo y de acuerdo al nivel de sustancias; porque no hay grandes inventos. Por ejemplo, a una persona que consume drogas inyectables, hay que darle jeringas y eso no va a cambiar. Lo mismo pasa con el análisis de drogas, donde sea, una de las mejores estrategias es darles información. Creo que lo que hace medianamente particular a América Latina tiene que ver con impregnar esos rasgos de participación; ese rasgo de activismo; de construcción de conciencia política. Y así sumar cada vez más personas a la reforma de las políticas de drogas. Por otra parte, tenemos sustancias que son muy nuestras, el tema de la pasta base, el paco, el basuco y los modelos de reducción de daños que se han importado no han funcionado porque ahí hay unas condiciones especiales. Hay que darle contexto a la reducción del daño: Colombia ha impulsado el debate en América Latina y fue pionero en análisis de drogas en la región, mucho antes que Canadá, EE. UU. y que Inglaterra… hemos perdido el miedo a innovar”.
«Colombia ha impulsado el debate en América Latina y fue pionero en análisis de drogas en la región, mucho antes que Canadá, EE. UU. y que Inglaterra… hemos perdido el miedo a innovar”.
En la región de las venas abiertas, los problemas que enfrentan las personas que usan drogas presentan características particulares. Julián nos da su mirada sobre los problemas latinoamericanos.
“Una de las principales problemáticas que tiene es el ADN prohibicionista que nos ha logrado inculcar la guerra contra las drogas. En el fondo, nuestros países siguen siendo muy conservadores y temerosos, siguen pensando que el problema es de la droga, del drogadicto, del narcotraficante, cuando esas tres cosas las creó el prohibicionismo. Yo creo que el principal problema es que todavía falta una conciencia para entender la matriz que origina la guerra contra las drogas. A quien hay que echarles la culpa es a los políticos que no han sido valientes y no han sido capaces de regular estas sustancias, porque en el momento en que se regulen y legalicen, pues estas sustancias dejan de estar en manos de los delincuentes. Son los delincuentes los que se matan entre ellos y matan a la sociedad para obtener seguridad y ese mercado ilegal. Son los delincuentes que corrompen policías; que corrompen políticos para mantener ese status quo; son los delincuentes los que pelean por el territorio, entonces, toda esa cadena de impactos los genera la prohibición, no la droga ni las personas que las usan. Obviamente, falta mucho dinero; estas cosas sin plata no se pueden hacer, hace falta poder invertir para avanzar y generar una masa crítica de personas consumidoras dispuestas a empujar, dispuestas a movilizar la sociedad, a salir del clóset, a reconocerse”.
En el marco de Apoye, no castigue, Julián nos cuenta que Échele Cabeza lleva “cuatro o cinco años realizando la misma acción con personas consumidoras y habitantes de calle que están en condiciones de máxima marginalidad y extrema vulnerabilidad. Estas son personas que consumen pasta base, alcohol, pegante, que siempre están muy mal y que siempre son muy rechazadas. Entonces, vamos a un lugar donde ellos permanecen y llevamos comida, música y hablamos de reducción de riesgos y daños. Intentamos hacer ese acercamiento para cerrar la brecha entre las personas consumidoras que, de alguna manera, siguen siendo funcionales o han sido favorecidas, y aquellos que no tienen eso. En otras palabras, el mensaje es que entre personas consumidoras no podemos estar señalándonos y estigmatizándonos; ya que, al final, unos tenemos un poco más de suerte que otros en la manera de manejar el consumo.
Julián también nos anticipó la estrategia de presión política que preparan para este año: “Logramos ganar un concurso para tener mayor recursos durante el año y, en el próximo mes de agosto, empieza una campaña grande, que se llama “La Reducción de Riesgos y Daños será Ley”; así que hay un proyecto de ley de reducción de riesgos y daños y lo vamos a impulsar.
Proyecto Soma (Perú)
“Soma surgió como una plataforma de periodismo y curaduría de información sobre drogas, pero hoy decimos que es un proyecto que busca acercar a la ciudadanía los debates y acciones más urgentes, novedosas y actuales sobre el mundo de las drogas”, nos cuenta el equipo responsable de Soma.
Lo que lxs moviliza es la idea de acercar la mejor información sobre las drogas, porque “es una manera de contribuir a forjar opinión en base a la evidencia y tomar decisiones”, nos cuentan. Su trabajo consiste, por un lado, en levantar y compartir información actualizada sobre las drogas y, por otro, asistir a las fiestas para seguir brindando información de calidad a las personas que usan drogas. Cuentan que “siendo un medio de comunicación independiente y autogestionado, pasamos del trabajo de escritorio y editorial al trabajo de reducción de daños”.
Soma se fundó en noviembre de 2018 por Esteban Acuña y Raúl Lescano, luego de un largo periodo de discusión donde confluyeron intereses, inquietudes y desafíos en común. Iniciaron como una plataforma en Instagram donde seleccionaban y recomendaban “en cien palabras, artículos en inglés y español que consideramos relevantes acercar a la gente para elevar el debate sobre las drogas en Latinoamérica”.
El equipo de la plataforma que nace desde Perú cuenta que “Soma se define como un medio regional, porque las problemáticas en torno a las drogas con los países latinoamericanos son similares: pobreza, violencia, ausencia del Estado, conservadurismo, corrupción, salud y educación de baja calidad, etc. Si algo hemos aprendido desde que empezamos con esta tarea es que la problemática de las drogas es transversal a otros grandes problemas que vivimos como sociedad. Las drogas son, en ese sentido, una excusa para hablar también de nuestros derechos como personas.
Unos meses después, lanzaron su página web, con entrevistas, crónicas, ensayos y traducciones de artículos de largo aliento que les resultan importantes para la población latinoamericana, que, por el idioma, muchas veces quedan sin ser descubiertos.
En Soma, trabajan 3 líneas de acción: “Selección y recomendación de información en redes sociales; edición y publicación de artículos de largo aliento sobre drogas en la página web; y nuestra última faceta: acercar información sobre drogas en fiestas y espacios de ocio nocturno”. Para ello, se sumaron dos nuevxs integrantes al equipo: la activista Francesca Brivio, como coordinadora interna y de acciones de reducción de daños, y el abogado Humberto Rotondo, como recaudador de fondos y tesorería.
Desde el año pasado, Soma decidió dar un paso más al trabajo que venía realizando. “Hacemos intervenciones de reducción de riesgos y daños en espacios de ocio nocturno principalmente; donde brindamos gratuitamente afiches, cartillas informativas, preservativos y agua, para que las personas aprendan a cuidarse y autorregular el consumo de sustancias, y, así, evitar malas experiencias, enfermedades o emergencias. También ofrecemos charlas y conversatorios sobre drogas y derechos humanos en espacios educativos”.
Con la vuelta a la vida nocturna después de dos años de pandemia, desde Soma, entienden que hay “una realidad innegable: las personas usuarias de drogas en espacios de ocio y la comunidad que las rodea necesitan un servicio de análisis de sustancias para encontrar un equilibrio entre la salud y el placer que les permita desarrollarse y, hasta en algunos casos, sobrevivir. Décadas de educación sobre drogas basada en abstinencia y desinformación han llevado a consumos más peligrosos, afectando a ciertas poblaciones clave de forma desproporcionada.
A raíz de este problema, Soma comenzó con sus primeros ensayos de análisis de sustancias “por invitación y a puerta cerrada”.
Para iniciar esta tarea, hicieron cooperación con otras organizaciones y tomaron capacitaciones. “Hemos aprendido nuestras prácticas de reducción de daños de la mano de Échele Cabeza, de quienes recibimos entrenamiento. Igualmente, hicimos capacitaciones técnicas de Reaja, prestigiosa empresa brasileña comercializadora de químicos para análisis colorimétricos, nuestro proveedor oficial”, nos dice el equipo de Soma.
El equipo de la plataforma que acerca información finamente seleccionada sobre drogas en la región reflexiona sobre las particularidades de la reducción de daños en Latinoamérica.
“Quizá si cada organización mira lo que sucede en su propio país, verá que no hay interés o muy poco en estos temas. Pero la mirada regional es un empujón de energía muy importante para los proyectos que nos dedicamos a esto. Quizá unx no encuentre mucho eco en su país, pero sí en colegas de Argentina, Chile, Colombia, México, Ecuador, por ejemplo. Sin duda, el proyecto colombiano Échele Cabeza se ha transformado en un faro y en un ejemplo de las posibilidades para toda la región. Latinoamérica carga con particularidades muy fuertes como el reto del narcotráfico y la instauración de unos sentidos comunes muy dañinos, producto del discurso prohibicionista promovido por Estados Unidos en la región durante décadas: la mano dura, el castigo, el autoritarismo, las erradicaciones, las condenas, etc. Eso, sumado a una clase política corrupta y poco reflexiva, es brutal. Cambiar esas lógicas es uno de los grandes retos. Esa complejidad rica, retadora y llena de injusticias, pero también de esfuerzos, se encuentra en la mirada regional. Claro, las leyes se cambian de país en país, pero la fuerza, el entendimiento, el diálogo, el reconocimiento y el empuje es, sin duda, regional”.
«Latinoamérica carga con particularidades muy fuertes como el reto del narcotráfico y la instauración de unos sentidos comunes muy dañinos producto del discurso prohibicionista promovido por Estados Unidos en la región durante décadas: la mano dura, el castigo, el autoritarismo, las erradicaciones, las condenas, etc. Eso, sumado a una clase política corrupta y poco reflexiva, es brutal».
Desde Soma, entienden que la región latinoamericana presenta varios problemas, pero puntualizan en dos: la persecución policial a usuarixs y la falta de atención a personas con consumos problemáticos. El origen es el mismo: la desinformación y eso posiblemente se pueda aplicar al contexto de otros países de la región.
El equipo de Soma recorre la cuestión policial así: “En Perú, por ejemplo, más del 55% de los detenidos por delitos de drogas son usuarixs, una situación que también se repite, por ejemplo, en Argentina. En el caso peruano, muchxs usuarixs desconocen que consumir y portar la dosis permitida legalmente de una droga no es un delito y que eso está tipificado en el código penal peruano: en el caso de la marihuana, por ejemplo, son 8 gramos. Se originó hace unos años toda una campaña para empoderar a personas que usan drogas, especialmente de cannabis, con información sobre derechos de usuarixs para hacer frente a las malas prácticas policiales, como la siembra de drogas, la coacción y la intimidación. Gracias a ello y al crecimiento de la comunidad cannábica, ya muchos usuarixs saben que, incluso portando más de lo legal, no es suficiente para una acusación de tráfico: tienen que existir indicios. Hubo casos de usuarios que fueron detenidos por un plazo de hasta quince días por ser sorprendidos fumando en la calle, bajo la ‘sospecha’ de que podían estar traficando. Eso es un abuso”.
En cuanto a la atención de las personas que enfrentan problemáticas de consumo, en Soma, analizan que “los medios de comunicación tradicionales en el Perú son uno de los principales promotores del prohibicionismo y han desinformado durante décadas reforzando los estereotipos de las personas que usan drogas, presentándolas como delincuentes, fracasadas o como personas sin vuelta atrás. Esto, naturalmente, ha traído dos consecuencias bien concretas: primero, la afirmación, más allá de cualquier evidencia, de que cualquier consumo de drogas lleva a una adicción y, segundo, que la única forma de atender la adicción es desde la abstinencia. Así, no existe una propuesta de salud pública que considere la atención urgente de personas con consumos problemáticos de drogas y, por eso, en muchos casos, terminan siendo los centros de rehabilitación, a cargo de instituciones religiosas, las que atienden a estas personas sin un criterio médico actualizado y alineado a los nuevos abordajes de las estrategias de reducción de daños que se aplican en la actualidad”.
Soma viene participando en el Día de Acción Global Apoye, no castigue desde el 2020. Todos realizaron intervenciones en las plazas más concurridas del país, compartiendo información libre de estigma sobre el complicado mundo de las drogas.
Este año, quisieron cambiar la propuesta y se asociaron con Gritaluz, un colectivo que hace proyecciones colectivas ciudadanas, para agregar a la intervención proyecciones con el mensaje de Apoye, no castigue en edificios.
Asociación de Reducción de Daños (Argentina)
Hablamos con la Secretaria General de ARDA, Silvia Inchaurraga, que es doctora en Psicología con un largo recorrido académico e institucional en el campo de las drogas.
Silvia nos cuenta que “ARDA nace en el año 1999, a partir del encuentro de múltiples profesionales que apostamos por un cambio de paradigma en las políticas públicas, en particular, muchos de nosotros veníamos del Centro de Estudios de Drogadependencia y Sida (CEADS) de la UNR que había sido el primer dispositivo en instalar, a mediados de los años noventa, exactamente en 1994, el primer programa de reducción de daños con talleres de desinfección de equipos para los usuarios de drogas inyectables y que había derivado, a fines de los años 90, en la instalación del primer programa con distribución de equipos de inyección en el hospital público”.
Por aquellos años, el enfoque era novedoso y hablaba de un cambio de paradigma, más aún en instituciones públicas. Como cuenta la secretaria general de ARDA: ”En un hospital público asociado a un dispositivo asistencial que también venia a reformular porque no se trataba de la política de la abstinencia y del abordaje centrado en la sustancia, sino un modelo innovador centrado en la subjetividad y asociado a la modificación de las condiciones en las que se daba ese consumo, a partir de estrategias para reducir los daños asociados al consumo mientras la persona podía continuar con ese consumo en forma activa”.
ARDA trabaja con la reducción de daños sanitarios y también se enfoca en reducir los daños sociales ocasionados por el prohibicionismo. Desde su creación, tomaron como su bandera la reforma de las políticas de drogas. “Instamos desde el inicio por despenalizar la tenencia de drogas para el consumo personal, modificar la ley de drogas 23.737 y, en particular, por reformar la política pública; no solo la política sanitaria, sino también la política legislativa porque consideramos que uno de los daños más significativos y más serios es el que produce la política pública argentina asociada con la prohibición”.
Desde los inicios, trabajan en la reducción de daños en distintos escenarios. Sus inicios están asociados a los patrones de consumos que tenían que ver con el uso de inyectables. “Nuestros proyectos nacieron en los barrios, en los dispositivos sanitarios que intentaban contactar a aquellos que no llegaban a él, instalando consejerías y dispositivos en los sectores más vulnerables. Actualmente, en la ciudad de Rosario, tenemos un programa que desarrollamos desde el CEADS con la colaboración también de ARDA, que es un proyecto focalizado en escenarios de gran vulnerabilidad social y fundamentalmente en los asentamientos urbanos irregulares. Desde el año 2000, venimos trabajando en los escenarios festivos, hemos desarrollado proyectos en diversos eventos multitudinarios con el programa Sexo y Rock n Roll, convocando también a las bandas a transmitir los mensajes, elaborando material comunicativo parafraseando las letras de las canciones para hablar de drogas”.
ARDA también participó en múltiples festivales, recitales y eventos con stands de reducción de daños. En la ciudad de Rosario, hoy tenemos un programa que es de reducción de daños en fiestas electrónicas, que viene a continuar con esta línea de trabajo que tenemos en ARDA. Repasando su historia, Silvia nos dice: “Hemos sido pioneros en el testeo de pastillas de forma clandestina”, ya que, en Argentina, es ilegal testear sustancias.
Le pedimos a Silvia que responda cuáles son las particularidades de la reducción de daños en la región y desarrolló dos ideas.
“Una es que siempre la reducción de daños en América Latina ha tenido que enfrentar todo el atropello de la prohibición y de las políticas abstencionistas. En nuestra región, no solo se demonizan y estigmatizan a los que consumen drogas, sino que también se han demonizado y estigmatizado a profesionales (como nosotros) que hemos sido pioneros en este abordaje. Se ha acusado al modelo y a los profesionales que lo llevan adelante de apología de la droga o de incentivo del consumo. Cuesta mucho a quienes somos profesionales que venimos de la academia, demostrar con la evidencia científica que es necesario modificar las políticas de drogas. Nos ha costado mucho justamente hacer la defensoría, la advocacy de este modelo y esta es una de las dificultades que enfrentamos”.
Sobre la segunda particularidad, la doctora en Psicología especializada en drogodependencias nos dice que “la reducción de daños en América Latina se hace en los contextos de mayor vulnerabilidad social donde, justamente, se maximizan los daños. Consumir drogas en escenarios de pobreza está asociado a solventes, pasta base o cocaína de bajísima calidad… lejos de cuestionar el modelo, esta realidad lo viene a legitimar, porque son mayores los daños. En los escenarios de vulnerabilidad social, este modelo pasa a ser mucho más necesario y debería legitimarse como parte de las políticas oficiales.
«La reducción de daños en América Latina se hace en los contextos de mayor vulnerabilidad social donde, justamente, se maximizan los daños. Consumir drogas en escenarios de pobreza está asociado a solventes, pasta base o cocaína de bajísima calidad… lejos de cuestionar el modelo, esta realidad lo viene a legitimar, porque son mayores los daños».
Sobre las problemáticas que enfrentan las personas que usan drogas en Argentina, Silvia puntualiza: “Acá se enfrentan los riesgos y los daños de la prohibición, la posibilidad de morir por una droga adulterada, como pasó recientemente en la tragedia de la cocaína adulterada. En Argentina, es posible morir por consumir sustancias de composición química desconocida, dadas las características de este mercado cada vez más redituable donde se estiran y se cortan —es decir, se adulteran— las sustancias. Estas características del mercado ilegal de las drogas hace que las personas se expongan a muchísimos riesgos y muchísimos daños que hacen todavía más necesarias las estrategias de reducción de daños”.
Como relata Silvia, otra de las características es el avance que tiene y que sigue teniendo la lógica del abstencionismo, de la mano dura, del encierro y del aislamiento de las personas que consumen drogas; algo que dificulta la posibilidad para encontrar dispositivos amigables desde una perspectiva de derechos. “Faltan dispositivos centrados en la problemática subjetiva y no en consumir o no consumir una sustancia”.
Participamos en la campaña internacional (Acompañe, no castigue) hace una década y, de hecho, todos los años venimos dando un eje diferente en todas las acciones, pero básicamente se trata de conversatorios y jornadas de reflexión. Este año, hemos puesto el eje en la importancia de la Ley de Salud Mental en relación a acompañar y no castigar. También tenemos previstas varias actividades, conversatorios, vivos y un curso de reducción de daños que va a tener un formato virtual.
Latinoamérica por una Política Sensata de Drogas (México)
Latinoamérica por una Política Sensata de Drogas, anteriormente denominada “Estudiantes por una Política Sensata de Drogas”, nace en el año 2010 en México, siendo un capítulo de la red internacional Students for Sensible Drug Policy (SSDP). Más adelante, comienza a ser una organización a nivel nacional en México y, en el año 2015, se comienza a expandir por Latinoamérica, y, como nos cuenta Emma Rodríguez Romero, directora de LPSD, “en 2019, nos volvemos una organización independiente de SSDP, cambiando de nombre a lo que es hoy Latinoamérica por una Política Sensata de Drogas (LPSD)”.
Es una organización/red que está integrada por un grupo interdisciplinario de profesionistas y estudiantes provenientes de diversas universidades públicas y privadas; contando con programas de servicio social y voluntariado propios, y en cooperación con diversas instituciones. Además, colaboran con el gobierno, organizaciones locales, nacionales e internacionales para la investigación, asesoría, diseño, implementación, intervención, monitoreo y evaluación de programas y políticas públicas en materia de sustancias psicoactivas.
Esta organización despliega proyectos en distintas líneas de acción. Emma nos informa: “Hemos implementado análisis de sustancias, zona de aterrizaje en fiestas o reuniones para apoyar a las personas usuarias que estén experimentando un mal viaje, proyectos de educación sobre sustancias psicoactivas en escuelas de educación media superior y superior, así como ofrecer la línea de apoyo virtual psicoactiva para personas usuarias de sustancias psicoactivas de Latinoamérica que requieran atención psicológica, médica y nutricional”.
La directora de LPSD también reflexionó sobre las particularidades de la región latinoamericana en la aplicación del enfoque de reducción de daños.
“El estatus legal de ciertas sustancias psicoactivas como la cocaína, el LSD, MDMA, heroína, entre otras, hace que sea aún más complejo que el uso sea visto como un tema de salud y no de seguridad. En América Latina, aún predomina la patologización de la persona usuaria, teniendo programas enfocados en apoyar a las personas, siempre y cuando quieran dejar de usar la sustancias y volverse abstemias, sin tomar en cuenta que el uso es un fenómeno complejo que requiere una intervención que esté acorde a la realidad que viven les usuaries”.
«En América Latina, aún predomina la patologización de la persona usuaria, teniendo programas enfocados en apoyar a las personas, siempre y cuando quieran dejar de usar la sustancias y volverse abstemias, sin tomar en cuenta que el uso es un fenómeno complejo que requiere una intervención que esté acorde a la realidad que viven les usuaries”.
Sobre las problemáticas que enfrentan las personas que usan drogas en la región, Emma opinó: “El estigma y la discriminación siguen presentes en la mayor parte de los programas y políticas en materia de salud diseñadas e implementadas relacionadas con el uso de sustancias psicoactivas, ya sea legales e ilegales, en nuestra región. Socialmente permea el tabú acerca del consumo y del efecto de las sustancias, esto provoca el rechazo, la vulneración de las personas usuarias, que sufren abusos de toda índole y no cuentan con un respaldo institucional. Por el contrario, las propias instituciones los ven como ciudadanos de segunda y cometen violaciones a sus derechos humanos. El género, la edad, el nivel socioeconómico, el color de piel y el contexto son variables que determinan el grado de violencia que puede sufrir una persona usuaria de sustancias psicoactivas y la vulnerabilidad de la que está sujeta”, opinó Emma.
Este año, LPSD organiza el 3° Concurso de Arte Psicoactivo en el marco de Apoye, no Castigue, donde podrán participar todas las personas de Latinoamérica. También darán un taller de análisis de sustancias en la ciudad de Morelia, (Michoacán). La directora de LPSD nos cuenta: “Durante los años que hemos participado, realizamos diversas actividades académicas, culturales y recreacionales con el fin de sensibilizar e informar a diversos sectores de la sociedad sobre la importancia de conocer, informarse, desestigmatizar y comprender el uso de sustancias psicoactivas, así como a las sustancias mismas”.
*Por Tabaré Echeverría para Revista Mate / Imagen de portada: