Neurodiversidad en la nueva constitución chilena: otra razón más para votar apruebo
El presidente Boric recibió ayer el texto de la nueva Constitución de Chile, trabajado y acordado durante un año por la Convención Constituyente, constituida por 154 personas, de manera paritaria y con escaños para indígenas. Entre las muchas novedades que introduce el articulado en materia de derechos individuales y sociales exigidos desde el estallido de octubre de 2019, en esta nota, se analiza la inclusión de manera igualitaria a las afecciones tanto físicas como mentales.
Por Andrés Kogan Valderrama para La tinta
Un texto con espíritu pluralista, que podría ser vanguardia, será votado en plebiscito con sufragio obligatorio el 4 de septiembre y podría reemplazar a la actual constitución, vigente desde la dictadura de Augusto Pinochet.
Chile está atravesando un proceso político institucional histórico, no solo para la realidad del país, que nunca ha tenido antes una constitución escrita democráticamente, sino también a nivel internacional, ya que se han aprobado distintas normas constitucionales que están en pocas cartas magnas en el mundo e, incluso, en ninguna de ellas.
De ahí que esta propuesta de constitución se esté haciendo cargo de problemáticas a nivel global, como es el caso de la crisis climática, el racismo contra los pueblos originarios, el centralismo desde las grandes ciudades, el maltrato a los animales no humanos y la violencia contra las mujeres, disidencias sexogenéricas y personas neurodivergentes.
Son estas últimas personas, las neurodivergentes, por las que Chile nuevamente se pone a la vanguardia a nivel internacional con esta propuesta constitucional, para darle un reconocimiento formal a miles de personas que han sido diagnosticadas por razones de salud mental y/o por tener alguna situación de discapacidad psicosocial o de neurodesarrollo.
Las personas neurodivergentes se ven expuestas a distintas violencias, que van desde la estigmatización, discriminación, abuso, violación, encierro involuntario, esterilización a la fuerza y hasta tortura, muchas veces ocasionadas por los mismos tratamientos psiquiátricos (terapia electroconvulsiva), que siguen viendo lo mental desde paradigmas racionalistas y/o cuerdistas.
Por eso, es tan importante que la norma respectiva no solo hable de neurodivergencia, sino también de neurodiversidad, ya que desmonta el discurso biomédico sobre la normalidad psíquica al entender que existe una diversidad humana mucho más amplia, dejando al descubierto que las personas neurotípicas son solo parte de esa pluralidad.
“El Estado reconoce la neurodiversidad y garantiza a las personas neurodivergentes su derecho a una vida autónoma, a desarrollar libremente su personalidad e identidad, a ejercer su capacidad jurídica y los derechos reconocidos en esta Constitución y los tratados e instrumentos internacionales de derechos humanos ratificados y vigentes en Chile”, plantea el artículo 29 de la propuesta constitucional. En otras palabras, la nueva constitución obligará al Estado a reconocer la neurodiversidad y a garantizar las condiciones para el desarrollo de todas las personas, dejando atrás estigmas y etiquetas psiquiátricas que solo buscan negar la diferencias de ver y experimentar el mundo, para dar paso a una mirada inclusiva, desde los derechos humanos.
Este inédito reconocimiento a la neurodiversidad en la nueva propuesta constitucional de Chile es solo un punto de inicio de un largo proceso de convivencia, que no solo tiene relación con el derecho a la salud mental de las personas y a una vida autónoma de estas, sino también en cómo construimos una sociedad sin tantos prejuicios y estereotipos, los cuales se nos instalan desde los primeros años de vida.
Por lo mismo, el rol del nuevo Sistema Nacional de Educación en la propuesta constitucional, así como también los medios de información públicos, son claves para promover una mirada que tome a la neurodiversidad como una riqueza y no un problema, como los sectores más conservadores tienden a verlo, ante su terror a la diferencia y a la aprobación de este tipo de normas.
Ante esto, defender la neurodiversidad es una tarea de todas y todos, por lo que no se puede delegar en algún organismo particular, ya que es algo totalmente transversal, así como otras demandas presentes en la nueva constitución, como lo son la paridad de género, el derecho al cuidado, la plurinacionalidad, los derechos de la naturaleza y los animales no humanos como sujetos de derecho.
Es imposible no mencionar el rol que han jugado las y los ciudadanos organizados durante todo este proceso constituyente y antes de él, en donde, en el caso de la neurodiversidad específicamente, el Movimiento Nacional de Defensa de la Salud Mental ha empujado esta discusión por años, a través de distintas acciones realizadas para visibilizar el tema.
Y también es importante nombrar nombrar a organizaciones particulares de las que son parte personas provenientes del campo de la salud, activistas, expertos por experiencia y aliados de la neurodivergencia, como lo son la Mesa Técnica del Movimiento Nacional de Defensa de la Salud Mental, Asociación Autismo Arica, Centro Cultural Equidad y Género de Maule, Corporación ANUSSAM, Círculo Emancipador de Mujeres y Niñas con Discapacidad de Chile (CIMUNIDIS), Corporación Voces, Observatorio de Derechos Humanos en Salud Mental Bío Bío y ONG Siendo.
*Por Andrés Kogan Valderrama / Imagen de portada: Tercera Información.