Socorristas en Red: 10 años de feminismo abortero
Tras dos años de postergar la plenaria por la pandemia por COVID-19, más de 200 activistas nucleadas en “Socorristas en Red – Feministas que abortamos” se encontraron el fin de semana en Villa Giardino. En un contexto político y legal diferente, les compañeres de la región intercambiaron experiencias y proyecciones. Conversamos con algunas de sus integrantes.
Por Redacción La tinta
Gracias a la lucha incansable de organizaciones feministas, transfeministas, sociales, populares, partidos e individualidades, se aprobó en diciembre del 2020 la Ley 27.610 de Aborto Voluntario y Legal. Sin dudas, las Socorristas en Red – Feministas que abortamos son protagonistas de esta lucha y del quehacer diario respecto de los abortos cuidados, libres y feministas.
El 26, 27 y 28 de febrero, en las sierras de Córdoba, se reunieron activistas de distintos puntos del país, de Chile, Paraguay, Uruguay, Brasil y Bolivia. Con diversidad de edades, realidades, contextos y experiencias, compartieron los saberes que construyeron a lo largo de los años, intercambiando sobre la situación regional del aborto y sobre los diferentes haceres feministas para acompañar.
“Vivimos en un sistema que quiere aislarnos constantemente y poder hacer en red y pensarse colectivamente, tanto nacional como latinoamericana y caribeña, es una apuesta muy esperanzadora”, explica Bernardita, de la Colectiva Chanas, Socorrista en Red de San Nicolás, Buenos Aires. “Poder inspirarnos en diferentes haceres feministas, cuidarnos y acompañarnos a acompañar decisiones de abortar es armar autonomías en nuestros cuerpos”, agrega.
Emilia es activista feminista en Socorro Rosa Las Rivas, San Francisco, Córdoba. En diálogo con La tinta, cuenta que “el encuentro fue hermoso, fue deseado, esperado, fue el tipo de encuentro que potencia todo nuestro hacer como acompañantes de aborto. Lo potencia porque podemos revisitar nuestra propia historia, volver a generar acuerdos. Son encuentros en los que podemos conocer a personas que en estos últimos dos años han estado del otro lado una pantalla o un teléfono”.
Reunirse les permitió “inventariar los bienes comunes” que construyeron en estos diez años de trayectoria, para “seguir estando cerca de las decisiones de abortar de más y más personas”, comenta Bernardita.
“Queremos acompañar más abortos de niñas y adolescentes, de personas trans, de personas de territorios más alejados, de la ruralidad, de personas con discapacidad y diversidad funcional -señala la activista-. Queremos seguir abriendo debate sobre qué implicancias tiene un aborto seguro y eso también queremos discutirlo con el sistema de salud”.
Desde la Red, hablan de abortos libres y feministas, refiriéndose a las prácticas cuidadas en las que se pone el énfasis en quien aborta, su experiencia y también en quienes acompañan. “Nos importan los abortos, nos importan las personas a quienes acompañamos. Nos importa también nuestro deseo de acompañar esos abortos”, comenta Emilia.
El fin de semana, reflexionaron, además, sobre temas vinculados a la Educación Sexual Integral y “cómo nuestro activismo piensa y quiere estar presente en la vida de las infancias y adolescencias, cuidando y garantizando escuchas y derechos que el Estado no garantiza”, expresa Emilia.
La realidad del acceso a la interrupción voluntaria y legal del embarazo es muy disímil en cada región. Quien solicita la práctica puede encontrarse con desinformación, manipulación por parte del personal de salud y con obras sociales que no cubren la prestación. “En este primer año de ley, seguimos teniendo motivos para seguir luchando por abortos cuidados y libres -explica Emilia-. El socorrismo tiene como horizonte seguir construyendo redes, seguir articulando y seguir acompañando. Que no haya ninguna persona abortando sola, sole o solo, o en la desinformación o desamparo total”. Bernadita agrega que la apuesta es expandirse territorialmente y estar cerca de más personas para acompañarles.
Según la Red, desde el 20 de enero -momento en que se reglamentó la ley- al 30 de octubre de 2021, acompañaron a 9.200 personas en sus abortos, de las cuales 7.523 decidieron autogestionar su aborto con medicación por fuera del sistema de salud.
“Sabemos que con una ley no alcanza. Sabemos que la ley es un piso para nuestro hacer, es una puerta de entrada a pensar cómo queremos que sean los abortos, cómo se pueden vivir las experiencias de abortar no solamente ligadas al dolor, al sufrimiento y lo traumático, sino como experiencias vitales que se subjetivan y que dan una apoyatura a un proyecto de vida”, concluye Emilia.
*Por Redacción La tinta. Foto de portada: Eloísa Molina para La tinta.
