«En Corrientes ocurre una tragedia anunciada»

«En Corrientes ocurre una tragedia anunciada»
21 febrero, 2022 por Redacción La tinta

Luis Martínez y Emilio Spataro, ambientalistas correntinos, analizan el infierno que está viviendo su provincia: “Nosotros lo advertimos, pero el Gobierno provincial nunca quiso prestar atención”.

Por Julián Monkes para El Grito del Sur

Corrientes se ha convertido en un infierno. El gobernador de Corrientes, Gustavo Valdés (UCR-Juntos por el Cambio), declaró a la provincia como “zona de catástrofe ecológico y ambiental”, a causa de los incendios que ya arrasaron casi 800 mil hectáreas. Según un informe del INTA, todos los días se suman 20.000 hectáreas más y se calcula que hubo pérdidas por 20.000 millones de pesos. A su vez, estos incendios llegaron al reconocido Parque Nacional de Esteros del Iberá, un gran macro ecosistema de 12.000 kilómetros cuadrados que alberga humedales claves por ser refugios de gran biodiversidad. La situación es muy grave. No solo por lo relatado, sino por el pronóstico que se avecina. Según especialistas, se cree que los fuegos van a seguir por un largo tiempo, ya que el pronóstico del tiempo no prevé lluvias en el corto plazo y habrá un aumento de temperaturas.

A pesar de que el impacto efectivo no se sabrá hasta que los incendios cesen, la catástrofe ya es evidente. Para ahondar en lo que está pasando, El Grito del Sur conversó con Luis Martínez, ambientalista correntino y activista por la conservación de la naturaleza desde los 12 años, y con Emilio Spataro, licenciado en gestión ambiental, doctorando en Geografía y activista ambiental de diversas organizaciones como los Guardianes del Yverá y la Red Nacional de Humedales.

—¿Qué viene pasando en Corrientes con el tema incendios? ¿Cuál es su impacto?

Emilio Spataro (ES): En Corrientes, lo que ocurre es una tragedia anunciada. Hace casi dos años que la provincia es afectada por el fenómeno de la Niña -fenómeno natural climático que se caracteriza por bajas temperaturas y precipitaciones- que afecta a toda la región. En estos dos años, se juntó mucho material seco en los campos que se transforma en combustible. Toda esta información estaba al alcance de los gobiernos nacional y provincial, y no se tomaron medidas para mitigar los riesgos de incendios. Hubo omisión y desidia.

Luis Martínez (LM): Ahora no se nota mucho, pero más adelante vamos a ver los impactos concretamente. Estamos perdiendo ecosistemas enteros y las especies se están desplazando a distintas partes de la provincia. Lo que es seguro es que va a costar muchísimo recuperarnos y la vegetación va a tardar mucho en recuperarse, hay muchos árboles endémicos que tienen 80 o 90 años.

ES: A su vez, hubo agravantes. Si bien todos los años hay quemas, esta vez fue fuera de temporada porque se quema en primavera para el rebrote de los campos. El fuego forma parte de la ecología de los pastizales y sabanas de Corrientes, y es una práctica cultural. Pero esa práctica se ha ido trastocando por varias razones. Por un lado, por el cambio climático, ya que tenemos más frecuencia de fenómenos como la Niña. Por otro lado, están las prácticas de conservación extremas, que se impusieron en algunas partes de los Esteros del Iberá replicando el modelo de Estados Unidos, las cuales no permiten las quemas pequeñas y controladas. Al haber tanto combustible, cuando aparece el fuego, su avance es voraz y resulta incontrolable. Por último, se fueron estableciendo prohibiciones de quemas por el avance de las plantaciones forestales. Entonces, los campos ganaderos que lindan con las forestales no pueden hacer las quemas pequeñas de parches que los pastizales necesitan. En esta situación, las mismas plantaciones forestales, que reemplazaron humedales y lagunas, se transforman en bloques ideales para el avance del fuego cuando los parches de agua hubieran sido un gran cortafuego.

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Imagen: Emilio White

Según un informe del INTA, todos los días se suman 20.000 hectáreas más y se calcula que hubo pérdidas por 20.000 millones de pesos.

—¿Qué hace el gobierno para frenarlo?

LM: El Gobierno provincial nunca quiso prestarle atención. No solo le advertimos desde el ambientalismo, sino que se sumaron profesionales y técnicos que sabían que se venía algo grave. Y así todo, no dispusieron los recursos necesarios para combatirlo. Hay localidades que ni tienen cuarteles de bomberos. Hay bomberos que no tienen ni vestimenta, van con un tractor, un tanque de agua, bombacha de campo y alpargatas. La ausencia del Estado se notó muchísimo.

ES: El Gobierno provincial no hizo nada para prevenir y muy poco para mitigar. Ante la magnitud del daño, empezó a aparecer el gobierno con recursos para aportar logísticas y herramientas para paliar el fuego, pero durante un mes fue combatido exclusivamente por bomberos.

—¿Suele haber incendios? ¿Qué impacto tiene en los ecosistemas y en la gente?

ES: No hay una única causa. Es la conjunción de varios factores. Como visión transversal a todos los factores, vemos la visión errónea de un modelo de diseño del territorio, donde, de un lado, tenés un área de conservación estricta sin gente, con una naturaleza artificial y, del otro lado, el uso intensivo y extractivista del modelo forestal, ganadero y arrocero. Esas dos caras rechazan las visiones de agricultura familiar, campesina e indígena, y de los pescadores artesanales.

LM: En otros años hubo incendios similares, que incluso se le había advertido al Gobierno provincial que era necesario un plan de contingencia para estar preparados frente a esta situación. Sabemos que las actividades que hoy estamos haciendo generan estos escenarios y los mismos se profundizan con el cambio climático. Es decir, estas situaciones se van a repetir con más frecuencia e intensidad.

ES: El impacto es y será enorme, para el ecosistema y la gente, por la magnitud de lo que ocurrió. Esto simplifica la diversidad del paisaje, si se realizan las cláusulas necesarias, la diversidad puede volver, pero hay un gran riesgo de que eso no se permita, sino que se aprovechen las pasturas del rebrote. Si eso sucede, el cambio de paisaje sería definitivo. Más aún, hay especies en peligro de extinción que dependen de esos pastizales, como el aguará guazú, el venado de las pampas o el yetapá de collar. A su vez, la gente depende de un ecosistema sano para desarrollar su vida y las pérdidas han sido enormes. Por eso hay que salir del pozo por arriba, con la sanción de la ley de humedales, con recursos para poder restaurarlos y un ordenamiento territorial que reconfigure la producción con criterios de sustentabilidad. Si no, va a ser invertir en aquellos co-responsables de esta tragedia y se va a volver a repetir, pero con otros fenómenos, como las inundaciones.

—¿De dónde surgen los incendios? ¿Son intencionales?

ES: Más del 90 por ciento de los fuegos a nivel mundial son intencionales y Corrientes no escapa a eso. En ese mundo, hay diferentes grados de intencionalidad, desde alguien que solo quería quemar hojas y se le fue de las manos hasta la directa intencionalidad de apropiarse áreas naturales para usarlas para la producción. Esto se ve en muchos campos ganaderos que tienen bosques, que no se pueden transformar por la ley de bosques. Esto está prohibido por la nueva Ley del Fuego, que dicho sea de paso, fue rechazada por la provincia de Corrientes. Cuando el poder político rechaza una ley, el poder económico se envalentona para desconocer aún más esas leyes.

*Por Julián Monkes para El Grito del Sur / Imágenes: Emilio White.

Palabras claves: Corrientes, incendios forestales

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