Comuna: una arquitectura para la vida comunitaria
Una cooperativa de arquitectura y diseño que trabaja en la urbanización de los barrios populares de Córdoba cuenta cómo es construir para y junto al barrio.
Por Julieta Pollo para La tinta
En Córdoba, la especulación inmobiliaria y la voracidad desarrollista que beneficia a unos pocos, convive con un déficit urbanístico, habitacional y de servicios que limita el derecho de las personas a un hábitat digno. Comuna es una cooperativa de arquitectura y diseño que busca construir para y junto al barrio, poniendo el foco en la horizontalidad, la importancia del proceso y el intercambio de saberes.
Las arquitectas Clara Sánchez Gavier, María Quintana y Camila Mastroiani, integrantes actuales de Comuna, cuentan que los proyectos que abordan tienen distintas escalas: van desde refacción o mejoramiento de vivienda y construcción de espacios comunitarios a conexiones de luz, agua y cloacas. Buscan brindar soluciones a las problemáticas del barrio aplicando técnicas sustentables y respetuosas con el ambiente; sus obras son pensadas desde la diversidad, el acceso, la funcionalidad, la versatilidad y la importancia de la naturaleza. Además, trabajan junto a lxs vecinxs del barrio desde lo asambleario y la construcción colectiva, generando trabajo en un ida y vuelta permanente.
Comuna comenzó a gestarse en 2017 a partir del encuentro de jóvenes arquitectxs con el interés de construir un proyecto por fuera de las lógicas de los clásicos estudios de arquitectura y las empresas desarrollistas, que responden solo a una parte de la población: la que puede pagar el servicio. A través de la rama de construcción del Encuentro de Organizaciones, pudieron conocer las problemáticas y necesidades de algunos barrios populares y comenzar a autogestionar una forma de trabajo cooperativa, con perspectiva socioambiental y que diera respuesta a las profundas carencias de los barrios cordobeses.
Hoy, Comuna desarrolla varios proyectos en distintos puntos de la provincia e invita a lxs estudiantes de arquitectura a sumarse a través de la práctica profesional de la UNC. La convocatoria está abierta para construir un hábitat más justo e igualitario.
Cuál es la principal problemática que presenta Córdoba es una pregunta imposible por la cantidad de respuestas que tiene: lamentablemente, todas son correctas. Al déficit habitacional, la falta de espacios de encuentro en los barrios y las pésimas condiciones en cuanto a servicios -agua, cloacas, energía-, las arquitectas suman el acceso a la tierra, la fragmentación del suelo, los grandes bolsones de barrios cerrados y la especulación voraz: “En el caso de la toma de Parque Las Rosas, era una tierra supuestamente peligrosa, inundable, donde no se podía construir y con un propietario medio fantasma… y era especulación. Sacaron a las familias que vivían ahí y las trasladaron al barrio ciudad, y después en esta zona, la de las 7 alcantarillas, de pronto aparece Manantiales, uno de los countries más grandes, una ciudad en sí, que no solo aparece ahí, sino que encima construye un muro para separar”, comentan.
—¿Qué es lo más importante que surge del encuentro con las personas del barrio?
—Camila: Creo que lo que más aprendimos es a escuchar realmente. Los primeros encuentros no son tan propositivos, sino escuchar y ver qué pasa en el barrio. En un proyecto particular, nos pasó que armamos un taller participativo sobre espacio público y todo el tiempo surgía el tema del agua, y ahí te das cuenta de qué es lo que está pasando en el barrio.
—Clara: Es un desaprender y un aprender todo el tiempo porque no estamos desde el escritorio diseñando, sino en asambleas con referentes del barrio. La experiencia es súper linda.
—¿Cuáles son las premisas más importantes para ustedes a la hora de construir salones comunitarios, ese patio grande del barrio que es de todes?
—María: Es otra escala, es construir para la comunidad, para muchas personas. Lo que tiene de diferente con una vivienda privada es que las discusiones son más grandes, no tan enfocadas en los detalles, sino en los materiales y en las necesidades, funciones y actividades del barrio.
—Camila: Que sean espacios abiertos al barrio, que no sean cajas cerradas. Que se integre al barrio y que el barrio se sienta representado en esos espacios.
—Clara: Que sean espacios de encuentro para fomentar con la arquitectura la vida comunitaria. Creo que la clave es la diversidad, que sean espacios que desde su diseño permitan que lo habiten personas diversas, con accesibilidad, niñes, ancianes, etc. También generar espacios centrales o congregadores, como patios. Esto ha surgido en las mismas asambleas: las mujeres piden mucho tener un espacio donde les niñes estén contenides mientras ellas están trabajando. También pensamos mucho en que sean espacios flexibles, con estructuras como paneles móviles que permitan ampliar o separar espacios en caso de necesidad. También entendemos que la arquitectura natural, el barro, genera otras sensaciones, otras sensibilidades… Es importante incorporar la naturaleza en las obras. El mundo natural muchas veces en los barrios populares está muy en segundo plano, como si no fuera una necesidad y sí es importante.
—¿Cómo es la búsqueda de financiamiento de estas obras? ¿Existen políticas públicas que las contemplen?
—Camila: Al principio íbamos todos los sábados a Parque Las Rosas y los fondos que teníamos era la plata que juntaba la asamblea del barrio vendiendo rifas… Con esa plata construíamos, pero el camino era eterno, con esta perspectiva, era tener un salón comunitario dentro de diez años. También financiamos nuestro trabajo ahí con algunos proyectos privados que nos iban saliendo. Y después con la creación de la Secretaría de Integración Socio Urbana, se abrió la posibilidad de presentar proyectos para el campo popular, con la seguridad de que los proyectos se van a obrar y que el proceso de construcción no sea a diez años y a pulmón del barrio, sino financiado por el Estado.
—María: Contempla acceso a derechos de vivienda digna, pero también servicios básicos como el agua, las cloacas, equipamientos públicos (como salones comunitarios y polideportivos), es más amplio y estratégico que otros planes como mejoramiento de vivienda.
—Clara: Ese es el proyecto más sólido que hay por ahora, hay otros programas más pequeños como Mi pieza de mejoramiento de viviendas, Progreso, pero este es bastante avanzado a nivel de ideas, concreción, ejecución y gestión. Es un espacio histórico a nivel nacional por el volumen y la expectativa de urbanizar casi todas las villas del país. Es una llegada de derechos enorme que jamás estuvo en esa escala y funciona bien, es todo muy serio y transparente.
Comuna se encuentra dentro del 25% de obra pública generada por cooperativas que el programa estipula. También hay una incorporación de la perspectiva de género: si bien no hay cupo trans, se realiza un seguimiento de que las mujeres del barrio sean parte de la obra. “Es muy interesante que la mano de obra esté en manos de cooperativas porque busca potenciar espacios de trabajo dentro de los barrios, financia todas las herramientas e indumentaria, y luego queda toda la cuadrilla formada para otros proyectos. Las cuadrillas van laburando técnicas nuevas, se forma en cuadrilla gente que no estaba haciendo eso, y nosotras también como equipo técnico aprendemos muchísimo sobre otras formas de construir, el proceso es realmente muy fuerte”, destacan las arquitectas.
El cooperativismo para Comuna tiene que ver con romper esquemas verticalistas que abundan en el mundo de la arquitectura profesional. Apuestan a la horizontalidad, el encuentro con las personas del barrio y la toma de decisiones mediante asamblea. “La manera en la que entendemos la arquitectura y el valor que le damos es poner el foco en los procesos que hacen que algo sea posible y no tanto en el objeto final, prolijo, brillante y listo para la foto. Es entender los procesos económicos y humanos que hay detrás, ambiente y territorio, un proceso integral que da como resultado un objeto, pero que es mucho más que eso».
—¿Qué lugar tiene la perspectiva ambiental en Comuna y en los proyectos que emprenden?
—María: Es una inquietud que teníamos todas individualmente y que nos unió también. Entendemos que la arquitectura tiene mucho de responsabilidad frente a esta situación ambiental tan grave, porque es una de las economías que más moviliza a toda la industria. La construcción es uno de los sectores en los que más se contamina, generamos un impacto y una huella ambiental de las más altas comparada a otros rubros. Entonces es un poco hacerse cargo de eso y ver qué proponemos, hacer lo mismo o proponer alternativas.
—Clara: A todas nos moviliza investigar y ese desafío de poder buscar alternativas, recolectar antiguas técnicas tradicionales que funcionan -como sabemos, todos los conocimientos ancestrales se tapan, se minimizan, se invisibilizan-. También está todo el tema de la basura, vamos haciendo una arquitectura de lo posible. La basura y los plásticos abundan en la ciudad, entonces comenzamos a incorporarlos con el sistema de las botellas, una tecnología muy simple para dar solución al problema real. Obvio hay que aclarar que son soluciones del momento: lo ideal sería que el Estado regule la cuestión de la basura, que las empresas privadas se responsabilicen, que haya una ley de envases… pero, mientras tanto, ¿qué hacemos? Son pequeñas transformaciones. También ese cruce de conocimientos que se hacen en la obra es una nueva técnica incorporada, le albañil lo prendió y hace después parte de su casa usando botellas. La construcción natural tiene algunas complejidades en tiempos, pero no en costos, y la ganancia es también como una inversión: por ahí tardaste más en hacer un techo vivo, pero ahorrás en aire acondicionado.
—¿Qué nos pueden contar sobre los techos vivos? ¿En qué condiciones podemos tener uno y por qué son tan beneficiosos?
—María: Las condiciones hay que estudiarlas y ver las posibilidades de adaptación según cada caso. Creo que lo más significativo de los techos vivos como el que hicimos en Parque Las Rosas es que no aumentás la superficie no absorbente de la ciudad. Una de las grandes problemáticas de Córdoba es que las cloacas rebalsan siempre, el desagüe se desborda, entonces, en vez de sumar un techo más que desagüe, sumás superficie absorbente.
—Clara: Hay dos tipos de techos vivos, extensivo e intensivo. El intensivo tiene más posibilidades de tener una huerta, por ejemplo, necesitan más tierra y, por ende, más peso. El techo extensivo es menos pesado, permite tener pasto, aromáticas, especies rastreras o plantas de raíces bajas como la verdolaga. Son diferentes objetivos, digamos. Los techos vivos permiten ganar superficie absorbente, generar una superficie para que la vida se reproduzca, volver a tener insectos y plantas que absorben el dióxido de carbono y generan cualidades aromáticas y sonoras. Desde la arquitectura, además, es mucho más aislante térmico -conserva la temperatura- y sonoro que cualquier otro techo.
Actualmente, Comuna está desarrollando y acompañando varios proyectos: por un lado, el equipamiento comunitario y urbanización de Parque Las Rosas, donde empezaron con la construcción del centro comunitario y ahora avanzan en conexiones de agua y electricidad, para después continuar con otros aspectos que hacen a la urbanización integral del barrio. Por otro lado, están trabajando junto a ex integrantes de Comuna en el salón comunitario de Campo de la Ribera y en el Refugio Libertad en el Valle de Paravachasca. Este último abarca la refuncionalización del ex casino de oficiales que hoy es una de las tantas escuelas para la economía popular que se están realizando en el país.
En este sentido, las arquitectas cuentan que les estudiantes pueden sumarse a los proyectos a través del programa de prácticas profesionales de la Facultad de Arquitectura, Urbanismo y Diseño de la Universidad Nacional de Córdoba: “Queremos que cada vez más gente salga de la facu con estas inquietudes y se acerquen a trabajar con nosotras porque hay muchas cosas para hacer en los barrios. Es una oportunidad de encuentro que tenemos y está abierta”.
*Por Julieta Pollo para La tinta. Fotos: Comuna.