Meta verso y distracción: ¿el fin de las Redes Sociales?
Por Esteban Viú para La tinta
«Metaverso primero, no Facebook primero». La frase es de Marck Zuckerberg y la pronunció en el evento donde rebautizó su empresa por Meta, que concentra a las unidades de negocio Facebook, Instagram, Whatsapp y Oculus, un programa de realidad aumentada que ya está a la venta.
El cambio de nombre llega después de una catarata de polémicas que atravesaron a Zuckeberg y su compañía: denuncias por concentración de mercado y venta de datos personales para manipular campañas políticas, el apagón que duró casi un día para todas las redes sociales del grupo y la filtración de información sensible por parte de Frances Haugen, una experta en datos de 37 años que dijo que «casi nadie fuera de Facebook sabe lo que sucede dentro de Facebook».
Metaverso, la fase superior del modelo de publicidad
Hay muchas metáforas para graficar el metaverso, pero ninguna como «Ruby», de la serie «Years and Years», que vive su realidad inmersa en un mundo digital. Las personas que vieron la tira inglesa comprenderán y aquellas que no lo hicieron aún tienen un título para sumar a su lista. El metaverso es internet, pero en tres dimensiones, la web con su propia corporalidad virtual. El video de presentación del nuevo modelo de negocios muestra a Zuckerberg en su casa, rodeado de muebles de diseño y elementos deportivos que se convierten en réplicas 3D y él mismo se vuelve un avatar animado que se reúne e interactúa con otros avatares, que son personas, pero sentadas en la comodidad de su casa. Ese entorno es el metaverso, una reproducción virtual de lo real.
El metaverso (término que viene de la novela de ciencia ficción «Snow crash”) es la próxima evolución de la conectividad. La década del 90 fue de la PC, los 2000 fueron del internet, los años 10 del smartphone y los 20 serán años donde todas las herramientas se nuclean en un universo integrado que imita al nuestro, es decir que podremos vivir una vida virtual de la misma forma que nuestra vida física. Con tanta ficción hecha realidad, ¿cuántas realidades podremos soportar dentro de la nuestra? ¿Por qué vivir una vida virtual dentro de nuestra realidad?
Parece claro que Facebook quiere llevar al metaverso su modelo de negocio, basado en utilizar datos personales para vender publicidad dirigida. En una reunión virtual de trabajo o con amigos, las publicidades podrán circular por paredes, el cielo o incluso con pausas intermitentes para mostrarnos anuncios y luego poder seguir. “Los anuncios seguirán siendo una parte importante de la estrategia en la parte de medios sociales de lo que hacemos y también seguirán siendo una parte significativa del metaverso”, dijo Zuckerberg en una presentación de resultados de la firma.
El último balance trimestral de la empresa estadounidense, ahora Meta, arrojó ganancias por 29 mil millones de dólares. Algo más de la mitad de las reservas del Banco Central de Argentina. Todo sustentado por la venta de nuestros datos personales para dirigir certeramente campañas políticas y publicitarias.
¿Por qué Facebook ahora es Meta?
El último corte mundial del servicio de Facebook, Instagram y Whatsapp se produjo justo un día después de que Frances Haugen, ex empleada de la empresa, filtró a las autoridades estadounidenses documentos de la empresa que afirman que sus productos alimentan al odio, dañan la salud mental de adolescentes y ponen las ganancias por encima de la salud mental de sus usuarios.
Hay muchas historias reveladas por la experta en datos Haugen, pero la más llamativa es la de Carol Smith, una madre conservadora de 41 años de Carolina del Norte. Carol abrió una cuenta en Facebook en 2019 y entre sus intereses seleccionó “niños, crianza, cristianismo y comunidad”. Comenzó a seguir las cuentas oficiales de la cadena Fox News y del entonces presidente Donald Trump.
El primer día, el algoritmo le recomendó seguir a grupos conservadores y páginas de memes. En un par de días, las recomendaciones empezaron a radicalizarse y el perfil de Carol Smith llegó hasta QAnon, el grupo conspiranoico que operó a través de Facebook la toma del Capitolio de Estados Unidos antes de que Trump dejara la presidencia. Smith no siguió las sugerencias del algoritmo, pero toda su cronología acabó llena de posts vinculados a teorías conspirativas, que violaban las normas de la compañía.
Carol Smith, sin embargo, no era una usuaria real. Era un bot experimental de Facebook, que repitió con usuarios ficticios y que acabaron en pozos similares.
Entre los documentos internos que filtró Frances Haugen, queda claro que los ingenieros y científicos de datos de Facebook son conscientes de que el contenido viral favorece teorías conspirativas, noticias falsas y discurso de odio. También, cuando más ampliamente compartido era un mensaje, la probabilidad de que fuera un contenido tóxico crecía.
El problema de fondo en este debate es que la viralidad implica un negocio. Los usuarios pasamos más tiempo en la plataforma, y vemos más anuncios, si el contenido nos resulta llamativo. Haugen dijo que el debate se resume a si Facebook antepone los beneficios a la democracia; deberíamos agregar que ninguna empresa se regula por sí misma y que el rol del Estado se vuelve una necesidad cada vez más urgente.
Si a esto le sumamos el conflicto de Cambridge Analytica, donde se comprobó que Facebook jugó un rol clave en la distribución de desinformación para que resultará electo Donald Trump en 2016, resulta evidente por qué la empresa decidió cambiar su nombre y renovar su imagen: Facebook, a esta altura, resulta un foco de conflicto más que un buen nombre para seguir generando recursos multimillonarios.
Además, el modelo de sustracción de tiempo que son las redes sociales sin regulaciones de ninguna entidad está tocando su techo. El impacto en nuestra salud mental y emocional es cada vez más evidente y las empresas toman nota: TikTok introducirá pausas de cinco segundos cuando detecte demasiado tiempo de uso, para disminuir la adicción de los usuarios.
Con la llegada del metaverso en los próximos años, la ciencia ficción de las realidades virtuales y paralelas cobrará vida. El metaverso de Facebook no es el único en carpeta, Microsoft y Epic Game (la empresa del famoso juego Fornite) están invirtiendo grandes cantidades para tener su propia realidad virtual, por lo que podríamos hablar de multiversos comunicados entre sí que disputarán la herramienta central de la nueva era: nuestro tiempo, de trabajo y ocio. Y a esto podemos sumarle la identidad. ¿Seremos el avatar que nos represente para trabajar, ir a una fiesta o una clase? ¿Será una parte más de nuestra identidad?
Nunca la humanidad estuvo tan partida y aislada de sí misma como en el último año de pandemia. En una coyuntura que nos acostumbra cada vez más a aislarnos del nosotros colectivo, ¿qué herramientas serán las que nos ayuden a organizar nuestra vida de una forma más justa y menos violenta?
*Por Esteban Viu para La tinta / Imagen de portada: A/D.