Fuerte como el bambú
El Partido Comunista de China cumple 100 años el próximo mes. En la actualidad, es una maquinaria que define los más mínimos movimientos geopolíticos a nivel mundial.
Por Gonzalo Fiore Viani para La tinta
Existe una famosa máxima de Deng Xiaoping (principal autoridad de la República Popular China entre 1978 y su muerte, en 1997) que ilustra como pocas la idiosincrasia política china: “No importa que el gato sea blanco o negro, sino que cace ratones”. En la misma línea, Mao supo decir, en 1942, siete años antes de la proclamación de la República Popular, que el “marxismo-leninismo no tiene belleza alguna, tampoco misterio”, pero que es “extremadamente útil”. El actual mandatario Xi Jinping, varias décadas después, suele afirmar que “el marxismo cambia con los tiempos y debe integrarse a la cultura local para ser eficaz”, y que “necesita de un partido fuerte y un gran líder para tener éxito”.
Básicamente, como dice el antiguo proverbio oriental, el sistema político-económico del país debe ser como el bambú: fuerte, pero flexible.
El Partido Comunista Chino (PCCH) es la organización política con la mayor cantidad de afiliados del mundo. Para 2020, contaba exactamente con 91.914.000 miembros, lo que lo hace, además, la entidad política con el número más alto de integrantes en un solo momento de toda la historia de la humanidad.
Sus comienzos fueron bastante más humildes. Fundado entre el 23 y el 31 de julio de 1921 en la entonces concesión francesa de Shanghai, originalmente tuvo apenas medio centenar de miembros, entre ellos, Mao Zedong. Tan solo algunos años más tarde, en 1927, el Partido ya contaba con miles de miembros. A partir de entonces, el bando nacionalista comandado por Chiang Kai-shek desató una furiosa persecución sobre sus dirigentes y militantes.
El germen del PCCH puede encontrarse en el Movimiento del Cuatro de Mayo. Producido en 1919, se trató de una revuelta de estudiantes con foco en la Plaza de Tian’anmen, en Beijing. Allí participaron tanto miembros del Kuomintang, liderado por Sun Yat-Set, como algunos de los futuros fundadores del PCCH. Las diferencias entre ambos movimientos marcarían a fuego el futuro chino de las próximas décadas. Especialmente, tras la muerte de Sun Yat-Set y el ascenso de Chiang Kai-shek. Durante breves momentos, el bando nacionalista y el comunista mantuvieron una alianza para enfrentar a enemigos comunes como los japoneses, pero luego se enfrentaron en una encarnizada guerra civil que terminó con la victoria comunista el 1 de octubre de 1949.
Originalmente, el Partido fue liderado por Chen Duxiu, quien fuera despojado de sus cargos en 1927 y expulsado dos años después debido a sus tendencias trotskistas. Otro de los padres fundadores del PCCH fue Li Dazhao, ejecutado en 1927 junto a otros 18 militantes por las tropas que respondían al Kuomintang. La consolidación del liderazgo de Mao se produciría recién después de lo que se conoció popularmente como la Larga Marcha.
Con el objetivo de huir del Kuomintang hasta que el Ejército Popular de Liberación, el brazo armado del PCCH, se fortaleciera, Mao encabezó al Ejército Rojo en una recorrida de más de 12.500 kilómetros en 370 días. Sería la épica fundacional del Gran Timonel. Tendría que esperar todavía 14 largos años para la declaración de la República Popular de China.
Actualmente, el gigante asiático cuenta con una élite política fuertemente formada en un duro sistema de meritocracia y ascenso partidario, no exento de idas y vueltas. Xi llegó a vivir en una cueva durante la Revolución Cultural impulsada por el maoísmo debido a que su padre Xi Zhongxun, gobernador de Guandong, había sido purgado por el maoísmo y cayó en desgracia. Lo cierto es que no es nada fácil llegar a ser un miembro poderoso de la élite política del país. Para darse una idea de lo complejo y dificultoso del sistema político interno del Partido Comunista Chino, puede verse la trayectoria del actual presidente Xi. Primero, es obligación poseer título universitario (Xi es ingeniero químico), para luego poder ser admitido en el servicio civil, algo así como una escuela de gobierno china. En 1999, 92.000 personas se presentaron al examen, pero sólo 14.500 fueron admitidas. Posteriormente, se comienza una carrera en la administración pública que tiene diez escalones entre el oficial más bajo y la máxima autoridad. Entre ellos: intendente, gobernador de provincias pequeñas, gobernador de provincias grandes o fronterizas, etc. Xi pasó todas y cada una de estas etapas antes de convertirse en el hombre más poderoso del país
La Asamblea Popular Nacional de China es el organismo equivalente al Parlamento. La integran aproximadamente 3.000 miembros. Por supuesto, la formación política más importante del país es el Partido Comunista Chino. Sin embargo, y a contramano de lo que se cree, existen ocho partidos políticos no comunistas en China con representación parlamentaria: Sociedad Jiusan, Liga Democrática de China, Asociación Nacional Democrática de China, Asociación China para la Promoción de la Democracia, Partido Democrático de Campesinos y Trabajadores de China, Comité Revolucionario del Kuomintang, Partido Zhi Gong, Liga Democrática de Autogobierno de Taiwán. Además, más de 400 parlamentarios independientes son parte de la Asamblea. Dentro del mismo PCCH, existe una oposición interna “de derecha”. Los más críticos aseguran que es simplemente lo que tolera el régimen para legitimarse a sí mismo.
En los primeros días de la Revolución, durante los tiempos de Mao y Zhou Enlai, todo lo que tenía que ver con la cultura ancestral china era rechazado. El confucionismo no tuvo mejor suerte. Sin embargo, con el tiempo, esto cambió y hoy las enseñanzas del filósofo oriental forman parte del canon oficial del Partido, al lado de los escritos de Marx. Las ideas de respeto a la autoridad, de poner a la comunidad por sobre el individuo y de orden público fueron fáciles de conciliar con el credo comunista por las autoridades chinas.
Confucio defendía la idea de una sociedad basada en jerarquías, niveles de mando y ordenada en base al progreso comunitario. Estas enseñanzas se llevan muy bien con las ideas de Xi y de la élite partidaria, siempre atenta por la posibilidad de nuevas revueltas. El recuerdo de lo sucedido en la Plaza de Tiananmén en 1989, durante el gobierno de Deng, aún está fresco entre los altos mandos del Partido. El sistema de inteligencia estatal es inmenso para evitar que algo así vuelva a producirse.
En las máximas del comienzo de este artículo, pueden encontrarse, precisamente, las bases del socialismo con características chinas: un sistema profundamente nacionalista, pero que no le teme al capitalismo de Estado ni a la imitación cultural para adaptarse. Al mismo tiempo, logró propiciar un crecimiento económico sin precedentes en la historia de la humanidad.
Para muchos en Occidente, a juzgar por las opiniones mal fundamentadas o incorrectas sobre el sistema político chino, es difícil comprender estas particularidades, pero son imprescindibles para saber leer el mundo que viene. Un mundo donde pensadores del siglo XIX como Marx, e incluso del siglo V, como Confucio, resultan fundamentales.
La República Popular China llegó a convertirse en el Estado más poderoso del planeta tras décadas de luchas intestinas y cientos de millones de muertos. Como el bambú, China hoy cuenta con una serie de principios tan fuertes como rígidos, pero, al mismo tiempo, con un sistema maleable de acuerdo a las necesidades de la coyuntura. Quizás ese sea uno de los grandes secretos de su éxito.
*Por Gonzalo Fiore Viani para La tinta / Foto de portada: AFP