Aniversario del ascenso: Belgrano, Rodrigo y la historia de 1 segundo

Aniversario del ascenso: Belgrano, Rodrigo y la historia de 1 segundo
25 junio, 2021 por Redacción La tinta

A los 24:06 del segundo tiempo, Juan Carlos Olave ataja el penal decisivo que condenó a River Plate a descender de categoría. En su pecho, está estampado el rostro de su primo, el cuartetero Rodrigo Bueno, a quien no pudo despedir tras su muerte, un 24/6 del año 2000. A una década de la hazaña, una historia dentro de la historia del último ascenso de Belgrano.

Por Gonzalo Reyes para La tinta

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“Ustedes van a cambiar la historia”, le dijo Humberto Grondona a Armando Pérez. Sin embargo, el 22 de junio de 2011 era un pésimo día para intentar escribir una epopeya deportiva. En el mismo día en el que Diego Maradona había convertido el Gol del Siglo, Belgrano derrotó 25 años más tarde a River 2 a 0 en la primera final por el ascenso.

La premonitoria frase del difunto presidente de AFA fue revelada por el expresidente Celeste recientemente. Hace unos días, toda la Argentina volvió a gritar el segundo gol a los ingleses -el primer aniversario sin Diego-, pero en Córdoba también se volvieron a gritar los goles de César Mansanelli y César “Picante” Pereyra en el Gigante de Alberdi. Los “Césares” hicieron lagrimear a Jota Jota López aquel día de 2011 y en su rostro televisado se pudo oír la misma frase con tono de resignación: “Van a cambiar la historia”.


Pero si el 22 de junio es, fue y será una hoja de la historia que sólo permite anotaciones al margen, el día 26 del sexto mes de cada año quedó reservada para otro mito, para esos relatos que se cuentan de generación en generación. Eso que a lo normal convierte en extraordinario.


Como le pasó a Diego aquel día de 1986: “Soy un tipo normal que, por hacerle un golazo a los ingleses, hoy todo el mundo me reconoce”, confesó el 10 en una de sus últimas entrevistas. “Porque el abuelo se lo contó al padre y el padre al hijo y así. Pero les aseguro, soy un tipo normal”, aclaró.

A diez años de la épica pirata, vale decirlo: aquella tarde, lo normal era que Belgrano repitiera sus derrotas ante equipos de Primera por la Promoción. Racing en 2008 y Rosario Central en 2009. Aquel 26/06, lo normal era que a las seis de la tarde, a más tardar, los noticieros informaran que River Plate había zafado del infierno y que había logrado arrancar y quemar esa página de la historia. Que todo había sido una pesadilla, un mal sueño. Que al final del día, solo había sido un día más en la historia del fútbol argentino.

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“Creo que fue él el que puso a Belgrano en consideración de todo el mundo”, dice Juan Carlos Olave en el documental «Belgrano, una película pirata». Está hablando de su primo, Rodrigo Bueno, quien inmortalizó a los tres clubes más populares de Córdoba en su tema “Soy Cordobés”, pero, a la vez, se encargó de pasearse por toda Buenos Aires con su camiseta celeste y su cadena con el escudo del club de Alberdi colgada en el cuello, mientras llenaba 13 estadios Luna Park a comienzos del 2000.

La carrera futbolística de Olave tuvo muchas idas y vueltas hasta que logró afianzarse en el arco de Belgrano en 2001, un año después del accidente que terminó con la vida del cantante cuartetero. Cuando alcanzó la titularidad, el club tenía la imagen del rostro de Rodrigo estampada en el frente de cada casaca. Pero nada impidió el descenso de la B.

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(Imagen: Maximiliano Luna/Télam)

Con el paso del tiempo, él fue el único que sostuvo en su buzo el homenaje al Potro. Lo llevó a Gimnasia de La Plata, lo pudo usar algunos partidos en Murcia y en River… en River no pudo ni jugar un sólo minuto. “Estoy en deuda con vos, te tendría que haber dado una oportunidad”, le dijo Daniel Passarella, DT de aquel plantel de 2005/2006.


Olave siguió su camino con Rodrigo en su pecho, cumpliendo al pie de la letra la frase que también se leía: “No me olviden”. Volvió a Belgrano en 2007 y ese buzo fue su marca. En el documental, recuerda que su padre lo despertó a las 5 de la mañana de aquel fatídico sábado 24 de junio de 2000. Jugaba en Las Palmas y aún vendía diarios, como lo hacía toda la familia. Fue el único en no viajar para despedir al fenómeno popular. Eligió quedarse y garantizar el reparto de periódicos. “Canillita por oficio y obligación”, cantaba Rodrigo en su tema “Amor Clasificado”. Esa espina quedaría clavada y estampada en el pecho de Juanca.


“Ese día, sentí algo interno que me decía que tendría que haber ido. Me quedé siempre con esa sensación. Un día lo soñé, mientras estaba en Las Palmas todavía, y me dijo: ‘Quedate tranquilo que yo estoy bien’”, confiesa ante las cámaras. “Desde ahí dije que, si tenía posibilidad de volver a jugar en Belgrano, yo lo iba a hacer entrar a la cancha conmigo siempre”.

Así, Juan Carlos Olave entró con Rodrigo en su pecho al Monumental de Núñez el 26 de junio de 2011, a dos días del aniversario 11 del fallecimiento del artista.

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Cristian Tavio comete penal y Sergio Pezzotta no duda en pitar. Habían pasado 21 minutos y 37 segundos del complemento. Apenas cinco minutos antes, Guillermo Farré lo había empatado. El partido estaba 1 a 1. El local necesitaba dos goles de diferencia para quedarse en Primera. Si el experimentado Mariano Pavone convertía, una avalancha blanca y roja azotaría al Pirata hasta conseguir el tercero. Era el momento de la verdad.

El duelo Pavone-Olave tenía su propia historia también. El «Tanque» Pavone fue uno de los 11 titulares con el que Estudiantes de La Plata aplastó a Gimnasia en el histórico clásico 7 a 0 de 2006, cuando Olave era arquero del Lobo. La burla de la hinchada Pincha persiguió a Juan Carlos hasta su retiro. Con ese golpazo, volvió a Alberdi en 2007.

Los minutos corrían en el Monumental con el ritmo cardíaco de su gente. Todavía era el minuto 23 cuando Pavone acomodó la pelota antes de mirar de frente al arquero de dos cabezas: Olave y Rodrigo lo miran fijo. A los 24 minutos y 3 segundos, Pezzotta dio la orden de ejecución.

¿Cuánto tiempo es un minuto? ¿Cuántos meses caben en un segundo? ¿Cuántas vidas nacen y mueren en un partido? ¿Grondona habrá recordado su premonición en aquel instante? ¿Passarella habrá recordado sus peleas con Grondona o habrá pensado en la oportunidad que no le dio a Olave? ¿Pavone habrá recordado su gol en aquel 7 a 0? ¿Juan Carlos habrá recordado su sueño con Rodrigo?

A los 24:05, Pavone dispara. Justo en el día y la fecha en la que Rodrigo Bueno nació, el 24/05.

Sin poder ser profeta en su tierra, El Potro erró su camino hasta llegar a Buenos Aires con sus pasiones: el cuarteto y Belgrano. Como un suspiro, su vida puede contarse sola en dos años, entre 1999 y 2000. A esa misma velocidad, en un parpadeo, murió sobre una autopista. La pelota viaja, quizá, a esa misma velocidad cuando pega en el rostro del cantante, que está estampado en el buzo de su primo, que es arquero de Belgrano, que juega contra River en el Monumental.

Es el minuto 24:06. Es también la fecha en la que Rodrigo murió en el 2000 (24/06) y también ahí, por segunda vez, abrazado a su primo y a una pelota de fútbol, en un reencuentro postergado que duró más años que un segundo, pero menos tiempo que una vida. Y todo eso bajo una inscripción que dice: “No me olviden”. Y lo inolvidable es eterno, por más que dure un segundo.

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Palabras claves: Club Atletico Belgrano, River Plate, Rodrigo Bueno

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