Feliz Navidad

Feliz Navidad
31 octubre, 2016 por Redacción La tinta

Doña Tota y Don Diego lo trajeron al mundo. Sin saberlo, fueron instrumentos de un designio indescifrable que sólo podía ser comprendido una vez consumado. Diego Armando Maradona cumplió 56 años de vida el 30 de octubre. Algunos dicen que los inmortales no respetan este tipo de contabilidad. Es –y será- el hombre que fue Dios y el Dios que fue hombre.

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La realidad de Villa Fiorito no les daba lugar para imaginar lo que vendría. La lucha diaria para poder llevar el pan a la mesa era ardua. Y a veces no alcanzaba. Jamás se imaginaron que las cosas pasarían tan rápido: de los Cebollitas a Argentinos Juniors; de Argentinos Juniors a la selección juvenil; de esa vuelta olímpica del ’79 a Boca; de Boca a Barcelona; de Barcelona a Nápoli y de ahí hasta la consagración en México ’86. Y todo a pura velocidad, como su andar en la cancha y su magistral capacidad de transmutar el plomo en oro, un ladrillo en una pared o una baldosa en el escenario del Teatro Colón.

Cómo iba a saber Don Diego, que ése pequeño tendría la gigantesca capacidad de dejar un tendal de ingleses por el camino para completar con una pincelada final la pintura más extraordinaria que se haya visto en el verde césped. Cómo podía imaginar la adorada Doña Tota que su hijo, el fruto del amor con su gran compañero de ruta, iba a llegar a la máxima consagración de un deportista en la historia mundial. Diego Armando Maradona nació predestinado para ser Diego Armando Maradona.

La cancha fue la extensión del patio de su casa, ese lienzo sobre el que pudo seguir creando e inventando sobre la marcha, a la velocidad del instante, aquello que aún nadie había pensado. Porque el Diez fue capaz de eso y de muchísimo más. Desde aquél 30 de octubre de 1960 hasta aquí ha vivido todas las alegrías y tristezas que este deporte puede dar.

diegopadreSeguramente, con la nostalgia lógica de aquellos grandísimos momentos, Diego celebró una vez más mirando al cielo, con sus ojos perdidos pensando en la Tota y Don Diego, sabiendo en su interior que su leyenda los ha dejado para toda la eternidad en los libros. Como también en la memoria colectiva de miles de hinchas y fanáticos de todo el planeta.

Han pasado ya 56 vueltas de este calendario, el que usamos nosotros los mortales. La tómbola sigue girando. Odiar o amar a Maradona no nos dice mucho de él, sino más bien habla de nosotros, de quiénes somos, qué deseamos, qué cosas nos importan.

El Diego se nos parece. Eso pensamos. Eso queremos. Dios en lo suyo, barro en el resto. Todo lo demás, es tocuen. ¡Felíz Navidad!

«Quiero decir que es el más humano de los dioses, porque es como cualquiera de nosotros. Arrogante, mujeriego, débil… ¡Todos somos así! Estamos hechos de barro humano, así que la gente se reconoce en él por eso mismo. No es un dios que desde lo alto del cielo nos muestra su pureza y nos castiga. Entonces, lo menos que se parece a un dios virtuoso es la divinidad pagana que es Maradona. Eso explica su prestigio. Nos reconocemos en él por sus virtudes, pero también por sus defectos» – Eduardo Galeano.

Palabras claves: Diego Maradona

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