IVE y la muestra de legisladores no profesionales
En el mes de apertura de las sesiones ordinarias, y en esta semana que se cumple un aniversario más de la última y más despiadada dictadura militar, vale hablar del Congreso y su última gran sesión.
Por Facundo Rivero para La tinta
El tratamiento de la ley que permitía la interrupción voluntaria del embarazo fue un hito que mostró que hay nuevos actores en la política argentina, que impulsan una agenda propia con fuerza y que obliga a los congresistas a estar a la altura de las demandas. Ergo, hay que profesionalizar y conocer a los actores. Es cierto, nadie es experto en todos los temas, pero sí hay que entender cuáles son los más relevantes y en cuáles estarán los ojos de lxs ciudadanxs argentinxs: no se puede improvisar.
Para varios/as legisladores, fue una posibilidad desperdiciada de hacerse cargo de un tema candente, una demanda prioritaria para uno de los actores (o actrices) con mayor fuerza en estos tiempos: el movimiento feminista.
Un intendente justificó el voto negativo de un senador de su provincia porque las encuestas mostraban que el 70% de los ciudadanos estaban en contra de la ley, y en caso de querer ser gobernador, ese número en contra lo asustaba. Si ese es el argumento, es lamentable y contrafáctico: en el año 2000, Catamarca estableció un código de falta donde penalizaban las conductas atribuibles a la homosexualidad. Sin embargo, Lucía Corpacci, que votó a favor de la ley del matrimonio igualitario, cuando las encuestas mostraban que la mayoría de lxs catamarqueñxs estaban en contra, fue elegida gobernadora en 2011.
Otro dato interesante para aportar sobre el momento histórico: hace dos años, se votó esta ley y no se aprobó, ¿usted recuerda quiénes votaron en contra? No, nadie recuerda de forma épica a quien vota una ley para que todo se mantenga igual. Se recuerda a quienes votaron a favor de un cambio: Lospennatto, Lipotvesky y Pichetto, entre otros. Senadores que tuvieron la oportunidad de acompañar, prepararse y defender la ley frente al Congreso y a la opinión pública.
Nadie retomó estas discusiones y era una oportunidad única para que los legisladores nacionales puedan acercarse a la sociedad, no votando a favor o en contra, sino teniendo argumentos válidos y fundados sobre el posicionamiento que tenían, pero esto no es un trabajo de un día para otro: es necesario armar equipos capacitados, profesionales, que puedan entender la diversidad de temáticas y actores que nos interpelan como ciudadanía en una sociedad cada vez más compleja.
Es una deuda de los espacios políticos y de representantes gubernamentales prepararse para tratar los temas que pueden poner al Congreso en el centro de la escena, como son la eutanasia, la legalización de la marihuana y “separación” de la iglesia y el Estado, entre otros.
Por Facundo Rivero para La tinta / Imagen de portada: A/D.
