El socorrismo como parte de la genealogía feminista

El socorrismo como parte de la genealogía feminista
26 octubre, 2020 por Redacción La tinta

Gabriela Morales es una curiosa investigadora y docente que estudió el proceso organizativo de «Socorro Rosa Córdoba» y la genealogía feminista. Conversamos con ella que nos comparte su mirada, haciendo una analogía entre los acompañamientos amorosos de los 70 y los de la actualidad.

Por Redacción La tinta

Gabriela Morales es oriunda de Jujuy y llegó a Córdoba en el 96 para estudiar psicología. Se formó en salud, en derechos sexuales y (no) reproductivos. En la actualidad, se desempeña como docente-investigadora en la Facultad de Psicología y en el Centro de Investigaciones María Saleme de Burnichon de la Facultad de Filosofía y Humanidades (FFyH) de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC).

En conversación con La tinta, nos cuenta que conoció a las socorristas de Córdoba en las marchas organizadas por el movimiento de mujeres y en el activismo callejero. En 2012, empezó a cursar la Maestría en Investigación e Intervención Psicosocial y, como proyecto de tesis, indagó sobre las prácticas y experiencias socorristas en Córdoba. Raquel Drovetta, activista feminista e investigadora, orientó y acompañó la producción de este trabajo.

En aquel momento, el activismo socorrista se estaba organizando, no era público ni masivo. El clima socio-político era complejo y adverso, estaba suspendido el Protocolo de Aborto no punible en la provincia por acción judicial de la organización antiderechos Portal de Belén, “el activismo por el derecho al aborto no contaba con la legitimidad y el apoyo social que tiene hoy”, nos cuenta Gabriela.

Y continúa: “Me fui sumando a las actividades organizadas por las socorristas, eventos públicos, marchas, compartimos viajes a los Encuentros Nacionales de Mujeres, plenarias nacionales, talleres con mujeres que solicitaban acompañamiento. También hice entrevistas con cada socorrista que participó del espacio desde los inicios hasta 2016. Durante el tiempo compartido, fue posible conocer en profundidad el activismo socorrista de Córdoba”.

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(Imagen: La tinta)

—El socorrismo toma aportes de otros activismos, ¿podrías contarnos parte de esta historia?

—El socorrismo se inscribe en la historia de los activismos por el acceso al aborto. Se reconocen las genealogías feministas de las prácticas de organizaciones de mujeres de los años 70, situadas en Europa y Estados Unidos. A nivel local, la existencia de diversos espacios militantes generaron las condiciones para que, en Córdoba, el activismo por el acceso al aborto seguro se organice de manera singular. La historización realizada refleja las continuidades con experiencias similares y, a la vez, muestra las rupturas y la novedad que introdujo el socorrismo como activismo contemporáneo.

Una diferencia significativa entre las feministas europeas y estadounidenses con la militancia socorrista de Argentina es la tecnología empleada para concretar los abortos. En la actualidad, la difusión del uso de medicación para abortar habilitó nuevas prácticas. Las socorristas se apropian de este recurso, estudian su funcionamiento junto a otras activistas, organizan la información y crean una manera de acercarla a quienes necesitan abortar. Desarrollan una organización activista compleja para acompañar los abortos con medicamentos.

—Cuando hablás de prácticas complejas, ¿a qué te referís?

—Las prácticas socorristas son complejas, se basan en múltiples definiciones colectivas, producto de las discusiones y la planificación política para cada acción, para cada intervención. Son flexibles y dinámicas, ya que se van modificando en función de las transformaciones socio-culturales y de la coyuntura, como sucede actualmente en la emergencia sanitaria. Los acompañamientos son el corazón del activismo, es la práctica que distingue al socorrismo de otras militancias y marca su especificidad.

En los encuentros con las mujeres (las socorristas les llaman “talleres”), se habla de aborto en voz alta, a plena luz del día, en lugares públicos. Se trata de un espacio donde se construye confianza, se expresan dudas, incertidumbres, pero también certezas y convicciones. En el taller, se comparte información sobre el uso seguro de la medicación a través de un folleto de elaboración propia y también se recoge información sobre las socorridas, siempre resguardando la intimidad y el anonimato de cada una. Antes de cerrar el encuentro, se acuerda quedar en contacto a través del celular para acompañar el proceso de aborto.

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(Imagen: Colectivo Manifiesto)

—¿Qué permitió este estudio?

—A través de la investigación, fue posible profundizar en una de las prácticas fundamentales del socorrismo: la construcción de conocimientos y las diversas operaciones que posibilitan procesos que denominamos “Epistemologías socorristas”. La construcción de conocimientos fue una prioridad desde los inicios del activismo socorrista, con la convicción de socavar las barreras de acceso a los saberes fundamentales sobre las prácticas seguras en torno al aborto. El activismo recupera instrumentos y se apropia de metodologías para investigar los procesos de aborto y, también, para conocer quiénes son las mujeres que abortan acompañadas por socorristas.
Las socorristas asumieron la compleja tarea de traducir protocolos de uso de medicamentos para abortar a un lenguaje comprensible para cualquier persona, en un claro gesto por democratizar el conocimiento. Esta construcción de conocimientos se nutre del intercambio de experiencias con las mujeres que acompañan. La difusión de esta información por parte de Socorro Rosa es clave para construir argumentos con base empírica que ofrezcan respuestas a los discursos hegemónicos que se posicionan en contra de la despenalización y legalización del aborto sustentados en prejuicios y mitos.


Las acciones colectivas y públicas sostenidas por socorristas se orientan a instalar nuevas sensibilidades en torno al aborto, creando y ofreciendo diversas narrativas acerca de la experiencia, que habilite operaciones de desdramatización de la misma. La organización y participación de las socorristas en diferentes ámbitos con diversidad de producciones y formatos promueven la desclandestinización y descriminalización social del aborto, una práctica tan cotidiana como silenciada.


Otra de las acciones sostenidas por el activismo desde los inicios es establecer articulaciones y alianzas con redes y espacios con los que se comparten objetivos políticos. Las socorristas de Córdoba realizaron tareas de articulación con el sector salud en todos los ámbitos, construyendo vínculos y reconocimiento mutuo.

—¿Qué aportes hace el socorrismo a la genealogía feminista?

—Las socorristas intervienen en un campo de prácticas negadas e invisibilizadas, específicamente, las prácticas de aborto autoinducido, autogestionado, por fuera de las instituciones del Estado. Las socorristas, como tantas veces podemos constatar en la historia de las mujeres, producen formas novedosas de resolver situaciones complejas, adelantándose a las posibilidades que ofrecen y legitiman los sectores hegemónicos.

El socorrismo es un activismo de alta intensidad. Las prácticas socorristas implican múltiples tareas cotidianas, semana a semana, para algunas activistas desde hace años. El socorrismo se integra a la vida de las activistas de manera permanente, modificando sus rutinas y la cotidianidad de manera sustantiva. El socorrismo se constituye en un activismo contemporáneo que se amplifica y consolida día a día. Un activismo trasformador, organizado de manera singular, que se sostiene en el tiempo y en la certeza de que el aborto es un derecho estrechamente ligado a la autonomía, que ninguna restricción estatal puede anular.

*Por Redacción La tinta / Imagen de portada: Flor Castello.

Palabras claves: Socorro Rosa

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