Estados Unidos: la violencia política en cifras
Con la campaña electoral en marcha y miles de personas muertas por el coronavirus, Estados Unidos atraviesa tiempos de protestas contra el racismo pese al negacionismo oficial.
Por Rafael González Morales para Contexto Latinoamericano
Las protestas y la violencia política se han convertido en una característica permanente de la sociedad estadounidense. Como sucede con la COVID-19, son altamente contagiosas y están diseminadas masivamente como una especie de enfermedad endémica. Cualquier análisis sobre la estabilidad de un país debe tomar en consideración el comportamiento de las manifestaciones en las calles, el nivel de agresividad, su alcance y la respuesta de las fuerzas del orden.
Si los datos arrojan que, en tan solo tres meses, se han producido más de 10.600 protestas en 2.440 lugares a lo largo de todo el territorio nacional, y que 570 han sido violentas y con pérdida de vidas humanas, entonces, podríamos concluir que estamos en presencia de una situación de inestabilidad política. Este es el escenario que vive Estados Unidos en la actualidad y la perspectiva a corto plazo es que existe un alto riesgo de que la violencia política y la desestabilización se incrementen durante y después de las elecciones. Si estas circunstancias estuvieran presentes en otra nación, el gobierno estadounidense, de inmediato, no dudaría en calificarla como “Estado fallido”.
El 2 de septiembre pasado, se divulgó un informe titulado Monitor Crisis US, que revela las principales cifras sobre las protestas que están ocurriendo en Estados Unidos. La investigación abarca desde el pasado 24 de mayo hasta el 22 de agosto. Es un estudio exhaustivo sobre la cantidad de manifestaciones, su alcance nacional e internacional, el empleo de la violencia por parte de las fuerzas policiales y por grupos de la extrema derecha, así como las protestas vinculadas a la COVID-19. Los datos son el resultado de un proyecto conjunto entre la institución no lucrativa Armed Conflict Location and Event Data Project (ACLED) y la iniciativa “Bridging Divides” de la Universidad de Princeton.
Según el informe, se produjeron más de 10.600 protestas que abarcaron 2.440 lugares en todos los estados y en Washington DC. Los más representativos fueron California (819), Nueva York (430), Florida (380) e Illinois (331). La mayoría de las manifestaciones (73 por ciento) estuvieron vinculadas con el movimiento Black Lives Matter, lo que evidencia su impacto y, sobre todo, la sensibilidad de cualquier tema asociado con el racismo sistémico.
En aproximadamente 900 de estas protestas, hubo participación de fuerzas represivas gubernamentales y, en el 54 por ciento de ellas, estas autoridades emplearon la violencia. La investigación destaca que, en estos casos, se utilizaron gases lacrimógenos, balas de goma, spray pimienta y bastones para golpear a los participantes. Este tipo de eventos ocurrieron con mayor sistematicidad en California, Oregón y Nueva York. De acuerdo al documento, en 31 estados y en Washington DC, se reportaron alrededor de 100 incidentes de violencia gubernamental contra periodistas que cubrían esas marchas.
Los mayores niveles de agresividad en varias de estas protestas han estado relacionados con la creciente participación de las denominadas milicias de extrema derecha y con personas vinculadas a grupos de odio como el Ku Klux Klan. Según el informe, se han reportado decenas de incidentes en que estos individuos han arrojado carros contra la multitud. En el caso de las 20 milicias que han incidido, se destacan Gulf Coast Patriot, Virginia Militia, Patriot Front y Proud Boys. Con la participación directa de estos grupos extremistas y supremacistas que acuden con armas de fuego, se han registrado alrededor de 50 hechos.
De acuerdo a la investigación, existen evidencias de que, en varios lugares, la policía no solo ha tolerado la presencia de estos individuos armados, sino que ha estimulado activamente su participación. En los recientes sucesos en Wisconsin, las autoridades policiales, a través de un altoparlante, promovían que el grupo Kenosha Guard empleara la violencia. Este ambiente provocó que Kyle Rittenhouse asesinara a dos manifestantes. La reacción de Donald Trump ante estos graves acontecimientos fue no condenar los asesinatos y sugerir que el victimario actuó en defensa propia. Rittenhouse es un ferviente seguidor del mandatario estadounidense.
La investigación revela que, en estos tres meses, se han reportado 360 eventos de contraprotestas, en los que han concurrido en el mismo lugar manifestantes apoyando al movimiento Black Lives Matter y otros individuos se han opuesto. Más de 40 se han tornado violentos con fuertes enfrentamientos. El pasado 29 de agosto, en Portland, con la participación de miembros de las milicias Proud Boys, Three Percenters y Patriot Prayer, quienes se manifestaban abiertamente a favor de Donald Trump, se produjo un altercado que culminó con la muerte de uno de los miembros de estos grupos de extrema derecha. El mandatario estadounidense trasladó públicamente sus condolencias a través de Twitter, lo que evidentemente constituye un respaldo para estas agrupaciones que promueven el odio, el racismo y la división.
Estas protestas han tenido un creciente impacto a nivel global. De acuerdo al informe, después del asesinato de George Floyd el 25 de mayo, se han producido 8.700 manifestaciones en 74 países. Se generaron muestras de solidaridad con Black Lives Matter, que se convirtió en una inspiración y, a partir de esa experiencia, en muchas naciones, se estructuraron movimientos que se pronunciaron contra la brutalidad policial, la discriminación y la represión política.
A medida que se deterioraba la situación interna en Estados Unidos como resultado de los impactos de la COVID-19, se incrementaron las protestas vinculadas directamente a la pandemia debido a la desastrosa gestión gubernamental. Desde mayo, se han reportado 1.000 manifestaciones en 47 estados y Washington DC. Los más representativos han sido California (156), Nueva York (60), Florida (54) y Texas (54). Según los resultados del informe, a principios de agosto, las protestas asociadas a la pandemia superaban a las relacionadas con el movimiento Black Lives Matter.
La investigación concluye afirmando que las manifestaciones han irrumpido masivamente en todo el país mientras se incrementa la violencia por parte de las fuerzas policiales, así como entre los participantes. Agrega que, en un ambiente hiperpolarizado, las autoridades están siendo más agresivas con los que califica como “disidentes” y los protestantes están mostrando mayor activismo. En esencia, la mayor preocupación que trasladan es que estas tendencias continuarán agravándose hasta el día de las elecciones.
En ese sentido, si analizamos con objetividad lo que está ocurriendo en ese país y representamos un 3 de noviembre caracterizado por la incertidumbre sobre los resultados, irregularidades en los centros de votación, promoción de la violencia y un candidato declarándose ganador sin culminar el conteo de los votos, entonces, puede concluirse que las protestas se multiplicarán exponencialmente y no puede anticiparse el alcance de sus implicaciones. Por lo tanto, este escenario que pareciera apocalíptico no es ni posible ni probable, sino prácticamente inevitable.
*Por Rafael González Morales para Contexto Latinoamericano