¿Guerra Civil Española o Guerra Revolucionaria?
La fuerza heroica con la que los pueblos del Estado español se enfrentaron al fascismo es una de las grandes epopeyas de la historia de la lucha por la emancipación de los pueblos. Epopeya en la que se condensó la conciencia expresada como voluntad colectiva de resistencia.
Si como afirmó Walter Benjamin el sujeto del conocimiento es la clase obrera en lucha, en la Guerra Civil española se concentró – como obra colectiva internacional – el grado más alto de conciencia del proletariado mundial. Ese saber obrero que como sujeto político de una titánica obra, “trata de emerger de la oscuridad, en la unidad proletaria, frente al enemigo propiamente dicho, y también frente a las élites políticas propias, responsables – o como tales aparecen- de la división de la clase obrera y de sus potenciales aliados”.
Amputar la memoria colectiva
Extirpar esa profunda y potente huella, capaz de fecundar la memoria de muchas generaciones, es un objetivo estratégico de las clases dominantes. Intentar amputar esa terrible belleza que nos constituye e identifica, y que establece la continuidad histórica de la lucha de todas las generaciones de oprimidos es condición indispensable para perpetuar la dominación. Decía Rodolfo Walsh: “Nuestras clases dominantes han procurado siempre que los trabajadores no tengan historia, no tengan doctrina, no tengan héroes y mártires. Cada lucha debe empezar de nuevo, separada de las luchas anteriores: la experiencia colectiva se pierda, las lecciones se olvidan. La historia aparece asícomo propiedad privada cuyos dueño son los dueños de todas las cosas”.
Imponer otra Transición
La Transición tuvo dos grandes objetivos: truncar el hilo rojo que atraviesa la historia de las luchas obreras y por la libertad de los pueblos, y aislar la lucha del pueblo trabajador vasco – en el que más potencia combativa se concentraba – que rechazó la legitimidad de la Transición.
Esa estrategia empieza a quebrarse cuando la crisis y las brutales políticas que aplican los gobiernos del capital contra las clases populares desatan la ira popular y se empiezan a tambalear los pilares de la dominación. Se hunde el prestigio de la monarquía, del PSOE y del PP, no hay ya dinero público o privado que sirva – como entonces – para engrasar la sumisión de élites políticas y sindicales de la izquierda, y se impone la percepción popular de que la “Europa Social y democrática” no existe.
Precisamente entonces aparece una supuesta izquierda empeñada en borrar todo vestigio de memoria e identidad de clase.
Como homenaje a la mejor generación de los pueblos del Estado español y a las Brigadas Internacionales, quiero recordar a una organización militar clandestina que funcionó desde 1934 en el interior del ejército y que fue clave para la creación de las milicias populares.
La Unión de Militares Republicanos Antifascistas
La UMRA se creó en 1934 durante el bienio negro (noviembre de 1933 a febrero de 1936 cuando vence el Frente Popular) en el que los gobiernos de la derecha reprimieron salvajemente al movimiento obrero y popular, sobre todo en la Revolución de Asturias. El objetivo de esta organización era contrarrestar la acción de la derechista Unión Militar Española (UME) y para ello desarrolló un importante aparato de información sobre la actividad golpista de los mandos.
La UMRA también se encargaba de la solidaridad con los numerosos militares presos tras negarse a participar en la represión de la Revolución de Asturias (octubre de 1934). Es poco conocida la importante resistencia militar a participar en el aplastamiento de la Revolución, que más tarde fue ejecutada brutalmente por Franco: “En los días cinco y seis de Octubre de 1934, un grupo numeroso de soldados de la base de León se adueñó de fusiles y munición para impedir la salida de aviones a bombardear las casas y “a sus hermanos” de Asturias (…) El comandante De la Puente, [jefe de dicha Base Aérea], fue destituido por el gobierno y sumariado (sic). Veintiocho militares fueron encausados. En el Ejército de Tierra, varios jefes y oficiales fueron sometidos a consejo de guerra y condenados. Dieciséis soldados del Regimiento de Infantería “Burgos”, de la plaza de León, fueron condenados en otro consejo de guerra. El crucero Miguel de Cervantes tuvo que ser desviado a La Coruña porque entre las fuerzas de África que transportaba, al mando del teniente coronel López Bravo, se había extendido la consigna de “no disparar contra nuestros hermanos”. El crucero Almirante Cervera no pudo utilizar sus cañones contra las posiciones de los revolucionarios en Gijón, porque dos marineros gijoneses se apoderaron de las llaves de fuego y las tiraron al mar”.
La actividad conspirativa de la derecha se aceleró tras la victoria del Frente Popular. En los meses siguientes son asesinados dos militares afiliados a la UMRA. El 16 de julio una delegación de la UMRA se entrevistó con el Presiente del Consejo de Ministros, Casares Quiroga, para alertarle de la sublevación en marcha y proponerle una serie de medidas inmediatas, como las destituciones de los generales Goded, Franco, Varela, Aranda, Fanjul o Mola e incluso la disolución del ejército. Sus recomendaciones no fueron escuchadas.
Las noticias acerca de la inminente sublevación fascista sí fueron tomadas en consideración por los suboficiales y radiotelegrafistas de la UMRA en la Marina. Conscientes de que la inmensa mayoría de la oficialidad era hostil a la República, aceleraron el proceso organizativo y consiguieron abortar la incorporación de la Marina a las filas franquistas.
Los hechos sucedieron así: “La noche del viernes 17 de julio se establece en el Ministerio de Marina una estructura que se apodera de los resortes de control sobre lo que se pudo salvar de las bases y de la flota. Cuando en la madrugada del 18 se conoce en la estación de Radio de Madrid el mensaje de felicitación de Franco a la guarnición de Melilla por el triunfo de la sublevación transmitido desde la Base Naval de Cartagena, Benjamín Balboa (oficial tercero del Cuerpo de Auxiliares Radiotelegráficos que estaba en ese momento de guardia en la central y miembro de la UMRA) informa directamente al ayudante del ministro, teniente de navío Pedro Prado Mendizábal, obviando la línea jerárquica del Estado Mayor. El propio Balboa ordenó en su primera comunicación a los radiotelegrafistas de buques de la escuadra, que cada dos horas comunicaran la posición de los mismos. Si no hay respuesta es que en la unidad ha triunfado el golpe”.
Balboa, al recibir la orden de su jefe de que comunicara el mensaje de Franco a las guarniciones se negó a obedecer y le arrestó. Después contactó con los radiotelegrafistas de todos los buques, a la mayoría de los cuales conocía personalmente. Les informó de que sus oficiales podían estar a punto de sublevarse contra el gobierno y les pidió que actuaran en consecuencia.
Estos hechos permitieron que la marinería de la práctica totalidad de los buques de guerra se amotinara y arrestara a sus oficiales. La Marina permaneció fiel a la República. “Esa gloria es íntegramente suya. Fue el resultado de la acción improvisada de las dotaciones dirigidas por los cabos e inspiradas por el hombre que hizo llegar a los buques la voz de alarma (…) en pocas horas rescataron un acorazado, tres cruceros, dieciséis destructores, doce submarinos y numerosos torpederos y guardacostas y otros buques auxiliares”.
Los tiempos se aceleran
La crisis abrevia los plazos de desgaste de las fuerzas políticas, las contradicciones se agudizan y desaparecen las formas intermedias. Cuando se acercan periodos álgidos de la lucha de clases es preciso organizar la resistencia para una etapa de confrontación larga y dura.
Es en esos tiempos cuando es más imprescindible actualizar los tesoros de heroísmo que cada pueblo tiene. En nuestro caso, el de los pueblos del Estado español y el de las Brigadas Internacionales.
Sus raíces se hunden firmes en este suelo y nos ayudan a no perder el norte; a no olvidar nunca que sólo se es capaz de abarcar lo que significa ser sobre esta tierra, cuando ese hermoso y terrible legado se transforma – en el momento concreto y en las condiciones en que nos toca vivir- en voluntad combatiente.
Por Ángeles Maestro