Vientos favorables para Donald Trump
En apenas unos meses, Estados Unidos definirá quién es su próximo presidente. Aunque las críticas llueven sobre Trump, todavía es una incógnita si los demócratas podrán superarlo en los comicios.
Por Gonzalo Fiore Viani para La tinta
Para lograr desplazar a Donald Trump y convertirse en el presidente número 46 de Estados Unidos, el demócrata Joe Biden deberá ganar, por lo menos, por una diferencia superior a los cuatro puntos porcentuales. De no ser así, podría suceder algo similar al escenario de 2016.
En aquella ocasión, Hillary Clinton le ganó el voto popular a Trump por aproximadamente dos puntos, es decir, unos tres millones de votos. Esto se tradujo en que el republicano fue proclamado presidente por el Colegio Electoral. Por ello, la clave de esta elección estará nuevamente en los denominados swing states. La novedad es que un estado históricamente republicano como Texas, ahora, entra en esta categoría. Esto no significa, necesariamente, que Trump vaya a perder allí, pero sí que, por primera vez, estará disputado con los demócratas. Este es apenas uno de los escollos de una campaña que no termina de despegar. A pesar de lo que pronosticaban la mayoría de los sondeos hace algunas semanas, Trump aún cuenta con serias posibilidades de ser reelecto presidente.
Otro de los mayores problemas para Biden es que el actual mandatario suma electores en el Colegio Electoral en estados que tienen poca densidad poblacional, pero donde, debido al sistema indirecto de elección presidencial, esos votos tienen mayor valor aún que aquellos provenientes de distritos más poblados. En 2016, Clinton perdió estados que históricamente habían sido demócratas, como Pensylvania, Wisconsin o Michigan. El candidato del Partido Demócrata deberá recuperarlos si quiere tener posibilidades frente a Trump en el recuento final de votos.
Por ahora, la fórmula demócrata no termina de entusiasmar al sector más a la izquierda del partido. Especialmente, a los jóvenes que acompañaron con efusividad a Bernie Sanders en las primarias y que hubieran preferido a un candidato más cercano a su espectro político, como Elizabeth Warren o el mismo Sanders. Biden sí cuenta con el apoyo pleno del establishment del partido, especialmente, de las familias Obama y Clinton.
Finalmente, la “candidatura” del rapero, diseñador y magnate Kanye West no llegó a ningún puerto. Aunque lleva gastados unos siete millones de dólares en su campaña autofinanciada, no mide más de 2 por ciento en ninguna de las encuestas. Y, a diferencia de lo que decían algunos análisis en un primer momento, no le “roba” votantes afroamericanos al Partido Demócrata. Sin embargo, ni siquiera se encuentra del todo claro que, finalmente, logre tener un ticket presidencial con su nombre el próximo martes 3 de noviembre.
Su inusual irrupción en el panorama político, de todas maneras, puede significar un parteaguas para que un importante sector de la industria del espectáculo en Estados Unidos se involucre en el juego partidario sin miramientos. Lo cierto es que lo que parecía una campaña para beneficiar a su amigo Donald Trump no estaría dando los resultados esperados, aunque sí contribuye a enrarecer aún más el ambiente.
En Estados Unidos, como quedó demostrado recientemente, ya no hay garantías electorales ni políticas para nadie. Joe Kennedy III, nieto del célebre senador y candidato presidencial Robert Kennedy, y sobrino nieto del presidente John Fitzgerald Kennedy, ambos asesinados, se convirtió en el primer integrante de la familia en ser derrotado en las primarias demócratas del estado de Massachusetts. Los Kennedy son considerados la “familia real” de un país sin títulos nobiliarios. A sus 39 años, el joven integrante del clan perdió la elección frente al veterano senador Ed Markey, que le puso fin a 57 años ininterrumpidos de predominio Kennedy en el estado. Markey, de 74 años, es un aliado clave de la joven Alexandra Ocasio Cortez en el senado y uno de los impulsores de su Green New Deal. La elección se transformó en una gran victoria para este sector del partido frente a su establishment histórico.
Trump será, si no invade ningún país en los próximos meses, el primer presidente estadounidense desde 1928 en no iniciar ningún tipo de conflicto bélico durante su primer mandato. Los datos objetivos muestran que es el mandatario menos intervencionista desde Jimmy Carter y que tiene otro tipo de formas en lo que respecta a su política internacional. Puertas adentro, no obstante, su país es un hervidero. La violencia policial está en el punto más álgido de las últimas décadas y la polarización social no tiene prácticamente precedentes. A pesar de esto, incluso voces opositoras, como las del cineasta Michael Moore, alertan que puede ser reelecto para un nuevo mandato. En caso de que esto suceda, podría terminar de moldear el país a su imagen y semejanza. Si hay algo seguro es que su sucesor se encontrará unos Estados Unidos muy distintos a los de 2016.
*Por Gonzalo Fiore Viani para La tinta / Foto de portada: AP