Kamala Harris como producto de mercado (electoral)
La candidata a vicepresidenta del Partido Demócrata proviene del status quo partidista del país, pero es mostrada como una referente progresista de las minorías. ¿Quién es, en realidad, Kamala Harris?
Por Misión Verdad
El pasado martes, se completó la dupla del Partido Demócrata de cara a las elecciones presidenciales del próximo 3 de noviembre. Kamala Harris, senadora por California, fue la presentada por Joe Biden como su vicepresidenta o número dos en caso de derrotar a Donald Trump.
Esta senadora de 55 años, nacida en Oakland, fue anunciada por el líder demócrata como “una valiente luchadora en defensa de los menos poderosos” y los grandes medios de comunicación la presentaron como una novedad. Lo nuevo en este caso es que Harris es la primera mujer negra y la primera de ascendencia asiática en ser candidata a la vicepresidencia del país.
Tal vez, el actual momento político y social, signado por las protestas antirraciales que se han mantenido luego de la muerte de George Floyd a manos de la policía, precipitó esta decisión de buscar un referente nuevo que sirviera de cambio simbólico y cosmético para aprovechar el momento.
Que Kamala Harris fuera considerada por diversos sectores como una esperanza para generar cambios en la política estadounidense, ya era suficiente para sospechar. Veamos un poco su historial.
Harris y su historial en la justicia de Estados Unidos
Esta hija de catedrático en economía de origen jamaicano y una endocrinóloga india, estudió ciencias políticas y económicas en la Universidad de Howard, en 1986, y luego obtuvo el título de abogada, en 1989, en el Hastings College. Su hermana menor tomó el camino de la justicia social y, más adelante, se convirtió en defensora de las políticas públicas.
Trabajó como fiscal adjunta de distrito, entre 1990 y 1998, en Oakland, donde ganó “una reputación de dureza mientras procesaba casos de violencia de pandillas, tráfico de drogas y abuso sexual”, refirió su biografía en Britannica. Posteriormente, continuó el ascenso en su carrera y, en 2004, llegó a ser fiscal de distrito y, en 2010, fue elegida, por escaso margen, como fiscal general de California; con esto, se convirtió en la primera mujer y la primera afroamericana en ocupar el cargo.
Su libro Smart on Crime (2009), escrito en colaboración con Joan Hamilton, fue considerado un modelo para tratar el problema de la reincidencia criminal. Con esto, el historial académico de sus padres y las luchas de su hermana, constituyó el primer piso moral con el cual se proyectaría como referente.
En 2012, Harris pronunció un memorable discurso en la Convención Nacional Demócrata y elevó su perfil nacional. Desde ese momento, fue considerada una estrella en ascenso dentro del partido, con lo cual sería reclutada para postularse para el puesto de Senadora de Estados Unidos, ocupado por Barbara Boxer, que se jubilaba.
A principios de 2015, declaró su candidatura y, durante la campaña, llamó a impulsar reformas en materia de inmigración y justicia penal, aumentos del salario mínimo y protección de los derechos reproductivos de la mujer. Ganó fácilmente las elecciones de 2016. Todos esos años, fue reconocida por la dureza de sus interrogatorios durante las audiencias. Cuando asumió el cargo como Fiscal del estado occidental de Estados Unidos, en 2017, formó parte del Comité Church, formalmente conocido como Comité Selecto del Senado, cuya función era realizar actividades de inteligencia.
Con este trecho recorrido y la publicación de su siguiente libro Las memorias de Harris (The Truths We Hold: An American Journey), serían suficiente abono en 2019 para aventurarse por la carrera presidencial, quien se proyectaba como una fuerte contendiente de Biden, con quien sostuvo polémicos debates.
En diciembre de 2019, se retiró de la carrera por presentar problemas en su campaña. La verdad es que su campaña no cuajó y no logró despegar en las encuestas.
El regreso
La ola de protestas en Estados Unidos tras la muerte del afroamericano George Floyd fue capitalizada por el Partido Demócrata. Si ya Donald Trump venía mal por el manejo de la pandemia, las protestas pueden estar complicando sus aspiraciones.
Si bien los demócratas se afianzaron en la campaña Black Lives Matter, esta fuerza política tiene un historial igual de segregación a la población afro, potenciado durante el mandato de Barack Obama. En ese contexto de protesta anti-Trump, reapareció Kamala Harris y promovió una reforma con justicia social, en medio de críticas por prácticas policiales que soslayó durante su época de fiscal.
En los grandes medios, se ha intentado imponer la narrativa de que la dupla, de alguna manera, recoge el espíritu necesario para “enfrentar” una especie de momento demoníaco encabezado por Trump y lo que representó su llegada. Dos figuras que, en algún momento, se enfrentaron, ahora, se unen para vencer el “mal”.
En medio de esta épica cinematográfica -porque, sin duda alguna, esta industria juega un papel importante en la imposición de códigos-, cabe preguntarse si esta alianza se habría realizado en otro contexto, sin crisis sanitaria por la COVID-19 y las revueltas antirraciales.
En líneas generales, la política estadounidense pasa por un momento agónico desde hace tiempo. Es ingenuo pensar que el nuevo enroque de los demócratas represente un cambio sustancial en la política del país, mucho menos en la internacional, donde ambos líderes ya manifestaron su posición antichavista.
*Por Misión Verdad / Foto de portada: Daniel Acker – The New York Times