Un nuevo tiempo político: desafíos actuales y proyectos en disputa
Por David Pike para La tinta
Comienza un nuevo tiempo político. «Vamos a intentar volver a la vida habitual», definió el presidente al anunciar la flexibilización de la cuarentena. El anuncio se corresponde con una definición política que marca una nueva etapa por venir, más allá de las medidas de reapertura económica que, con anterioridad a la última etapa de mayor restricción en el AMBA, ya habían comenzado a implementarse en todo el país.
Tengamos en cuenta que, dos días después del discurso presidencial de apertura de las sesiones legislativas en el Congreso, se conoció el primer caso de COVID-19 en el país y, a las semanas, se definió el aislamiento obligatorio. Se podría decir que el gobierno de Alberto Fernández, frenado por la pandemia y la postergación de la definición del tema de la deuda externa, hasta ahora, no pudo terminar de arrancar.
La cuarentena estricta ha resultado de gran efectividad para cuidar la propagación de los contagios de COVID-19 y, así, evitar el colapso del sistema de salud como aconteció en tantos otros países de la región y del mundo. La imagen del médico teniendo que decidir a quién enchufa al respirador y a quién deja morir es tan desgarradora que, no haberla tenido que vivir, por lo menos, hasta ahora, resulta altamente valorable.
Los números comparativos con otros países de la región y del mundo muestran a la Argentina con sus estrictas medidas de aislamiento obligatorio como un caso exitoso, significativamente nuestra tasa de mortalidad se encuentra entre las más bajas. Los ejercicios retrospectivos futuros que hagan foco en la cuestión mostrarán el valor histórico que ha tenido esta estrategia en la guerra contra el enemigo invisible. Más aún, si estos ponen sobre la balanza las presiones del establishment por una rápida flexibilización y reapertura económica.
Aguantar la cuarentena ha sido un ejercicio complejo para los casi 9 millones de personas que reciben la IFE, un parche valorable que contiene en estas difíciles circunstancias, pero que, sin dudas, no alcanza.
La labor silenciada de las decenas de miles de comedores populares que dan de comer a 12 millones de personas todos los días, número reconocido desde el Ministerio de Desarrollo Social, dan cuenta del país en el que vivimos y de las urgencias a atender. Cifras que no se pueden obviar, para bien o para mal, te pongas el poncho que te quieras poner.
Pero no todo fue contención, principalmente, en los primeros meses de la cuarentena: la represión estatal se agudizó con el objetivo de hacer cumplir el llamado a permanecer dentro de los hogares. Los punitivos primeros discursos del presidente fueron acompañados por el recrudecimiento del accionar de las fuerzas de seguridad y, a los pocos días, se conocieron decenas de casos de abusos y torturas. Al día de la fecha, los casos de gatillo fácil que se pudieron registrar superan la docena sumado a las preocupantes desapariciones forzadas de Luis Espinoza (del cual, luego, aparecería su cuerpo) y Facundo Astudillo Castro.
El nuevo tiempo político fue anticipado por la iniciativa de intervenir y, el planteo inicial, de expropiar la agroexportadora Vicentin. El freno del poder judicial, las quejas de las grandes cámaras empresariales y las operaciones mediáticas, que, supuestamente, lograron condicionar el humor social generando cierto nivel de movilización contra el anuncio,, hicieron rápidamente retrotraer la idea presidencial de expropiación que había despertado tanta expectativa en el campo popular. La pelea continúa abierta: queda como advertencia el poder de fuego de los grupos concentrados de poder y la peligrosa adhesión que mantiene la derecha.
La foto del acto de 9 de Julio del presidente celebrando el día de la independencia con el G6, grupo que aglutina a las principales cámaras empresariales, y el poco combativo Héctor Daer de la CGT fueron un primer mensaje sobre los tiempos por venir. El retweet de la vicepresidente a una nota del periodista Zaiat se leyó como una advertencia sobre su oposición a que dicha foto sea una expresión de ese país por venir.
En una entrevista, Alberto Fernández definió aquel acto como la expresión de su voluntad de diálogo, aclarando que sabe quiénes lo votaron, pero advirtiendo que no existe proyecto posible que no incluya al G6.
El presidente, en la entrevista mencionada, plantea, para el nuevo tiempo político, un plan para reactivar la economía a través de la obra pública centrada en la construcción de viviendas y una reforma judicial amplia que limitaría el poder de Comodoro Py. Además, mantiene abierta la posibilidad de un impuesto extraordinario a la riqueza, pide tiempo asegurando que pronto vendrá el debate para legalizar el aborto y asegura que la oferta actual a los bonistas será la última, tema clave para cualquier proyecto a futuro que se quiera pensar. Nada dijo sobre el posible ingreso universal, como continuidad a la IFE, que plantea el ministro Arroyo y demandan consensuadamente las organizaciones populares.
Hay otra Argentina posible por fuera de la foto de este acto y de las movilizaciones del Obelisco, advierte Hugo “Cachorro” Godoy, líder de ATE y referente de la CTA Autónoma, mediante una carta pública. Seguido del planteo de la necesidad de dar cuenta de los lineamientos que un amplio abanico de organizaciones gremiales y movimientos populares proyectan en el “Manifiesto por la Soberanía, el Trabajo y la Producción” pidiendo ser convocados al diálogo por el presidente. Lineamientos que van del mencionado ingreso o salario universal a un impuesto permanente a la grandes fortunas, la suspensión del pago de deuda externa y una profundización de la democracia.
Hay un nuevo tiempo político que irá perfilando la Argentina de los próximos años, a pesar de la incertidumbre reinante que genera la pandemia y las negociaciones por la deuda. Interpretar las disputas venideras reduciendo la cuestión a oficialismo u oposición limita las formas de intervención de los actores. Ampliar la visión para intervenir en el enfrentamiento social que se dé en los distintos escenarios en que se exprese la lucha de clases sería, tal vez, lo más provechoso.
*Por David Pike para La tinta. Foto de portada: Ámbito Financiero.