«¿Esto se come?», un viaje hacia las plantas nativas y la memoria alimentaria
De la investigación a la mesa. El cuadernillo del Instituto Multidisciplinario de Biología Vegetal (CONICET-UNC) no solo es un compendio de recetas: es un llamado a cuidar y conocer la biodiversidad alimentaria que nos rodea. «Es un ejemplo claro de que lo que producimos en la academia puede tener un impacto real en la comunidad», dicen las especialistas.
Durante la pandemia, un grupo de investigadoras del Instituto Multidisciplinario de Biología Vegetal (IMBIV) transformó un proyecto de investigación de casi 15 años en un recurso accesible para la comunidad.
Conformado por recetas y usos del algarrobo, la tuna, el chañar, el mistol, la anredera, el tomatito o camambú, la palmera caranday, la pasionaria, el piquillín, la verdolaga, el ají, la ulúa, la uvita del campo, la doca y el ucle, la publicación «es un breve recorrido por alimentos silvestres de los ambientes naturales de Córdoba”, y la selección de las especies incluidas en el libro se basó en criterios de accesibilidad y relevancia cultural. “Hay algunas de las especies, como el algarrobo, que ya han atravesado un proceso de revalorización y que tienen ya productos disponibles, incluso, las dietéticas en las zonas hiperurbanas, en cualquier dietética de pleno centro. Entonces, nos interesaba que esas, que están tan cómodas y fáciles de acceso, estuvieran presentes porque, muchas veces, funcionan como una puerta de entrada. Pero, después, hay otras especies que no son tan fáciles de conocer, pero que sí son fácilmente visibles en la naturaleza, incluyendo algunas que se encuentran hasta en los baldíos o en los patios en la ciudad de Córdoba, y que no necesitamos ir exclusivamente a zonas rurales. Otro criterio de selección fue que hay algunas especies que están casi olvidadas, que la mayor parte de la sociedad desconoce, pero que tienen un valor alimenticio o un valor cultural que nos parece interesante rescatar”.
Las investigadoras Bárbara Arias Toledo, Cecilia Trillo, Valentina Saur Palmieri, Julieta Torrico Chalabe, Luisina Battiston, Cecilia Cittadini, María Julia Garello y la ilustradora Belén Reynoso cuentan, en diálogo con La tinta, que “el pequeño cuadernillo de divulgación de distribución libre”, rápidamente, se convirtió en uno de los recursos más descargados de la web del IMBIV.
«¿Esto se come?», es un cuadernillo que no solo ofrece recetas, sino que también invita a una reflexión sobre la conexión entre la alimentación y la identidad cultural. El trabajo del equipo se basa en un profundo respeto por los saberes ancestrales. «Nos interesamos en el registro arqueológico de estas especies, muchas de las cuales fueron fundamentales para las poblaciones originarias», destacan las investigadoras y agregan: “Ya en épocas prehispánicas, eran especies muy utilizadas, mucho más que en la actualidad, en la alimentación. Buscamos, entonces, nosotros traer a la memoria un registro que tiene centenares de años de uso. Son especies que estuvieron presentes históricamente en la alimentación y que se perdieron cuando se incorporaron alimentos de origen europeo, aunque, por supuesto, no se perdieron totalmente”.
Desde escabeche de verduras y ajíes hasta salteado de verdolaga, arrope de piquillín, budín de mandarina y mistol, o batido de uvita del campo. La propuesta no solo es académica, sino que busca fomentar una conexión emocional con la comida y destaca la importancia de las recetas, que provienen tanto de investigaciones bibliográficas como de experimentaciones personales. Cada receta ha sido elaborada y testeada con familiares y amigos, asegurando que sean accesibles y ricas: “Algunas son de búsqueda bibliográfica, pero la mayoría son recetas propias que hemos probado en casa”, dicen desde el IMBIV.
Un recurso que va más allá de lo académico
«Queríamos que la información circulase. A veces, lo que despreciamos puede ser un tesoro olvidado. Aunque, profesionalmente, muchas veces termina teniendo más impacto un artículo académico, nosotras deseábamos hacer algo que tenga más relevancia para la sociedad y pensamos, sobre todo, en docentes y educadores, que tuvieran un material accesible y que esto, de alguna forma, contribuyera también a la conservación del ambiente, pensando que una cuida y conserva lo que conoce. Lo que le es desconocido, lo que ve como yuyo o como sucio ―que son palabras que suelen utilizarse para las nativas―, se termina despreciando y no cuidándolo, y queríamos mostrar que las plantas nativas nos dan servicios y que ese conocimiento, en realidad, es un conocimiento ancestral de estas poblaciones», afirma el equipo. Finalmente, las investigadoras reflexionan sobre la situación de la ciencia en Argentina, subrayando la utilidad de la investigación en el contexto social actual. El éxito del libro también evidencia la importancia de que la academia se comunique de manera efectiva con la sociedad. «Es un ejemplo claro de que lo que producimos en la academia puede tener un impacto real en la comunidad», enfatiza el equipo del CONICET. Con cada descarga y mensaje de agradecimiento, el grupo reafirma su compromiso de seguir promoviendo el conocimiento sobre las plantas alimenticias y su potencial en la dieta cotidiana.
*Por Soledad Sgarella para La tinta / Ilustraciones y portada: Belén Reynoso.