Vienes y te vas: las SAD entre el sueño copero y el vaciamiento de los clubes

Vienes y te vas: las SAD entre el sueño copero y el vaciamiento de los clubes
28 octubre, 2024 por Lo que quieren las Wachas

El año pasado, en plena campaña electoral, se viralizó un video en el que Javier Milei se posicionaba abiertamente a favor de las Sociedades Anónimas Deportivas (SAD), elogiando el modelo de fútbol inglés. Desde ese momento, el debate por la incorporación de las SAD en el fútbol argentino retornó a la agenda política y deportiva del país. En esta nota, repasamos algunos posicionamientos a favor o en contra.

Por Lo que quieren las Wachas y Abriendo la Cancha para La tinta

Con la gestión presidencial de Javier Milei, vino la sanción del DNU 70/23 que habilita la conformación de Sociedades Anónimas Deportivas, la medida cautelar solicitada por AFA y aprobada por la Justicia, la reglamentación de las SAD por parte del gobierno a través de un nuevo DNU, la reelección de Riquelme como presidente de Boca y, más recientemente, el enfrentamiento público entre Andrés Fassi –el presidente de Talleres– y el Chiqui Tapia –presidente de la AFA, ahora reelecto hasta 2028–, con el consiguiente acercamiento del primero al jefe de Estado. 


No es la primera vez que, en el marco de gobiernos de corte neoliberal, la propuesta de transformar la estructura del fútbol argentino toma estatuto público, generando debates entre hinchas, dirigentes, empresarios, periodistas y socixs. La experiencia más reciente quizás sea el intento de Mauricio Macri de habilitar las SAD durante su mandato como presidente, experiencia que terminó en un amplio rechazo por parte de la mayor parte de actores del sector. 


Las opiniones están divididas, desde grupos de socixs que se posicionan fuertemente en contra de las SAD, pasando por el recuerdo de experiencias en que el gerenciamiento privado dejó a los clubes quebrados, hasta manifestaciones en apoyo al proyecto en nombre de la libertad de decidir de lxs socixs. Este debate pone en cuestión una idea de club social que cala muy hondo en la memoria afectiva del país y se instala bajo la promesa de la modernización del fútbol, dando cuenta de algunos malestares con la gestión del torneo local: la cantidad de equipos, los desiguales presupuestos con que cuentan los clubes que participan de una misma liga, la frustración ante el fútbol de exportación, el carácter poco federal del torneo, entre otras. Además, parece que recoge la esperanza de algunxs hinchas de que sus equipos se tornen más competitivos y que ciertas figuras que juegan en el exterior vuelvan al fútbol local.

¿Qué esperanzas hay detrás de quienes apoyan el modelo de las SAD? ¿Responde este modelo a esas expectativas? Sus defensores sostienen que fomenta y permite mayor competitividad entre los clubes, y mayor rendimiento deportivo. Sin embargo, el cambio organizativo de los clubes y la llegada de capitales extranjeros no necesariamente asegura su crecimiento ni una mayor igualdad en términos competitivos de los equipos de las ligas nacionales. Las experiencias en otros países sudamericanos son una clara muestra de ello, pero, lejos de mirar a los vecinos, los promotores de las SAD prefieren como argumento la ya clásica y conocida fórmula: “En Europa, funciona”. 

Las SAD en Europa son un hecho, pero los modelos varían de país a país. En Alemania, por ejemplo, se han conformado modelos mixtos, que retienen el 51% de las decisiones en cabeza de lxs socixs. En otros países, no hay límites reglamentarios de este tipo. Pero, más allá de la conformación legal, las experiencias indican que el éxito o el fracaso de los clubes, en particular, en relación con su rendimiento deportivo y los títulos obtenidos, no está marcado necesariamente por su conversión a SAD. Hay experiencias de éxito, como la del Paris Saint Germain y el Manchester City –aunque hoy enfrenta una posibilidad de sanción por haber incumplido varias reglas del “Fair Play”–; y otras no tanto, como otros equipos de la Premier League que están atravesando crisis deportivas desde hace varios años –es el caso del Manchester United–. También hay casos de equipos que siguen siendo los líderes de su liga nacional sin ser SAD, como el Real Madrid y el Barcelona. Hay muchos otros factores institucionales –que son coyunturales y dependen de la gestión– que influyen en los resultados de los torneos. Valorar el éxito de las SAD solo en relación con el éxito deportivo de los equipos sería una generalización demasiado apresurada. 

Más allá del análisis de los resultados económicos y deportivos, los clubes en Europa son instituciones exclusivamente futbolísticas y no tienen una función social como en los países sudamericanos. 

Pero incluso en el plano del fútbol local, a favor de las SAD, se sostiene que todos los países de la región han incorporado este modelo, lo que sería una razón suficiente para adaptar nuestro Estatuto y permitir la conformación de los clubes como SAD, a los fines de no perder competitividad en el contexto sudamericano y en el marco de las competencias de la CONMEBOL. 

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El mapa sudamericano de las SAD presenta algunos matices, aunque las razones de su implementación sean similares: dificultades económicas y promesas de mejoras en el corto plazo. En Uruguay, Deportivo Maldonado, una institución de casi cien años de historia, fue adquirida por capitales británicos en 2009, convirtiéndose en la primera SAD charrúa. Del más de 50% de clubes que actualmente cuentan con ese formato, se destacan especialmente dos casos “exitosos”: Plaza Colonia –que ascendió a primera división en 2016– y Rentistas –que ganó su primer título en dicha categoría en 2020–. Ambos son ejemplos de clubes del interior con logros deportivos en un campeonato dominado principalmente por Nacional, Peñarol, Defensor Sporting y Liverpool. 

En Brasil, el bolsonarismo propició el tratamiento en el Congreso y la promulgación de la Ley de Sociedades Anónimas de Fútbol (SAF – Sociedade Anônima do Futebol) en 2021, que también se planteó como “salvadora” para varios clubes endeudados con amplia trayectoria en el Brasileirão (Primera División). Entre ellos, Atlético Mineiro, Cruzeiro, Corinthians y Flamengo. A diferencia de las SAD, el formato implementado en Brasil permite que solo se gerencie el fútbol en los clubes, lo que atenta directamente contra las diferentes disciplinas que se practican, habitualmente, por fuera del profesionalismo. 

Pero, indudablemente, el caso que adquirió mayor resonancia este último tiempo fue el de Chile, en donde las SAD arribaron hace veinte años. En una carta titulada “Hermanos de Argentina, no cometan nuestro error”, publicada por académicos del deporte de Chile, se ponen de manifiesto las consecuencias reales de las promesas de éxitos deportivos, transparencia y participación de lxs hinchas. Puntualmente, menciona la situación de quiebra que atraviesan Colo Colo y Universidad de Chile, dos de los clubes más populares del país. En una entrevista realizada por Santiago Lucía para Segurola y Habana (¿Qué pasó en el fútbol chileno con las SAD? Futurock, 19/8/24), José Bezanilla –director de la Fundación “Clubes” de Chile y uno de los autores de la carta–  sostiene que las SAD alejaron a los ciudadanos de las instituciones que ellos mismos crearon hace más de cien años para satisfacer “expectativas deportivas, sociales, culturales también”, al tiempo que posicionaron al hincha como consumidor de un producto “que logran vender mediante televisión, mediante merchandising, mediante lo que llaman la ‘experiencia estadio’ que está cada vez más parecido a asistir al cine”. Estas experiencias son una clara muestra de que las promesas que nos traen las SAD son inciertas y, mucho más aún, la posibilidad de que se cumplan: los riesgos son muy altos.

Otro punto en la defensa de las SAD es: ¿por qué no dejamos que lxs socixs decidan si quieren que su club sea una SAD o no? Incluirlo en el reglamento de AFA solo abre la posibilidad de constituirse en SAD para los clubes, pero no los obliga. Es interesante cómo este argumento que dice defender la democracia pone en el centro la pregunta por el fútbol y su relación con la política, justamente, una relación que históricamente muchxs se han ocupado de negar, atacar y/o minimizar. Pero ¿de qué democracia estamos hablando? ¿Cuáles son las condiciones políticas y económicas que están detrás? Pese a presentar las SAD como algo opcional –y en los papeles, así funciona: como una alternativa más entre otras formas organizativas–, este posicionamiento esconde una trampa y una muy difícil de advertir: la “libertad” que usan como bandera para sostener estos argumentos es una libertad muy parecida a la propuesta por los modelos neoliberales de gobierno. 

Quienes tienen interés en el ingreso de capitales extranjeros a los clubes tienen la capacidad y los recursos para forzar o provocar un desfinanciamiento de las instituciones deportivas, ahogándose con requisitos demasiado exigentes que las obliguen a tomar deudas, hasta el punto de que tengan que decidir entre la quiebra y la conformación de una SAD. La presión fiscal sobre los clubes que tienen grandes cantidades de deudas funciona también como una llave de ingreso a su privatización. De nuevo, se trata de una libertad completamente ficticia y superficial. En este sentido, las experiencias de los clubes sudamericanos demuestran que el ingreso de las SAD respondió más a una necesidad económica y a la ausencia de otras alternativas frente a las grandes presiones políticas y fiscales que enfrentaban los clubes que a una decisión democrática de sus socixs, y los resultados están a la vista. 

Ante la propuesta de “dejar que lxs socixs decidan”, cabe plantear otra pregunta: ¿por qué no crean sus propios clubes? La existencia de una hinchada y un sentido de pertenencia no se produce de la noche a la mañana y no puede hacerse bajo el modelo del fútbol como mero espectáculo. Es la tarea social de los clubes, su inscripción barrial, su historia y su identidad lo que genera sentido de pertenencia y lo que hace que los clubes crezcan. Dejar que los clubes –por decisión de lxs socixs o de quien sea– queden bajo la órbita de las SAD supone una apropiación de este trabajo, bajo un modelo extractivista que busca imponer una visión empresarial sobre organizaciones que han llegado a ser lo que son bajo otra lógica de funcionamiento. 

Bajo el formato de asociaciones civiles, los clubes en Argentina se constituyeron en espacios de sociabilidad en donde se conectan la realización de un deporte, actividades artísticas, educativas y la vinculación con la historia barrial, y en los que también confluyen diferentes generaciones. Esas disciplinas, en su mayoría, amateurs –o semi profesionales, como en el caso del fútbol femenino–, son las que corren más riesgo ante una eventual implementación de las SAD. Angela Lerena, periodista que desde hace años realiza la cobertura de la Primera División femenina, afirma que, de ser el lucro la única finalidad de los clubes, los deportes que “no dan plata” dejarían de sostenerse, ya que este formato se rige por un “concepto mercantilista de cuánta plata puedo sacar” y no de “cuántas chicas puedo tener, cuántos chicos puedo tener haciendo deporte en mi club”. 

Las mujeres de los clubes decimos no a las SAD

En noviembre de 2023, desde el área de Equidad y Género de AFA, se convocó a integrantes de diferentes instituciones para posicionarse en contra de las SAD. Además de la función social ya señalada, se destacó el lugar de lxs socixs en la organización y gestión de los clubes, y la importancia de otorgar continuidad al proceso de profesionalización iniciado en 2019. Incluso el fútbol masculino de primera división, que se plantea como el principal beneficiario de estos cambios, no estaría ajeno a las consecuencias negativas, en lo respectivo a sus categorías formativas especialmente, que también se enmarcarían en esa lógica empresarial enfocada en la generación de ganancias, en el menor tiempo posible, a través de la venta de jóvenes promesas. 

Nada de esto, claramente, nos habilita a afirmar que las cosas como están ahora son ideales ni que los modelos actuales satisfacen las necesidades de hinchas y socixs, y permiten valorizar al fútbol como un bien cultural de la comunidad y no como un espectáculo con fines de lucro. Sin embargo, profundizar sobre los debates y ver qué está detrás de cada argumento y cuáles son los intereses que los sostienen nos permite contar con más información para decidir qué esperamos de nuestros clubes y cómo podemos implementarlo.

La contraposición entre clubes de barrio y clubes como negocios/empresas se torna una falsa dicotomía cuando reconocemos la mercantilización que ha sufrido el fútbol en las últimas décadas y la brecha cada vez más grande entre clubes chicos y clubes grandes en la obtención de títulos y el acceso a torneos internacionales. Sin embargo, el rol social de los clubes sigue siendo fundamental para las comunidades, especialmente, en sociedades con desigualdades estructurales como la nuestra. 

*Por Lo que quieren las Wachas y Abriendo la Cancha para La tinta / Imagen de portada: Ezequiel Luque para La tinta.

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Palabras claves: Fútbol, Lo que quieren las Wachas, Sociedades Anónimas Deportivas

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