La Eleva Big Band, más allá de una banda de chicas

La Eleva Big Band, más allá de una banda de chicas
27 septiembre, 2024 por Redacción La tinta

La agrupación instrumental independiente de la ciudad de Córdoba está conformada por mujeres y disidencias, interpreta un repertorio compuesto y arreglado por mujeres, y participa de asambleas en los espacios sindicales reclamando por sus derechos laborales. A romper el patriarcado musical.

Por María Sol Bruno para La tinta*

La Eleva Big Band es una agrupación instrumental independiente de la ciudad de Córdoba. Tiene una característica que la destaca de otras agrupaciones locales contemporáneas: está conformada por mujeres y disidencias, e interpreta repertorio compuesto y arreglado por mujeres. Música cien por ciento producida por mujeres. De acuerdo a su carta de presentación, exploran un repertorio ecléctico, rico en ritmos de nuestra América Latina fusionados con el jazz y worldmusic. 

¿Por qué sorprende el dato e impacta esta presencia de todas mujeres en la ejecución, producción, composición y gestión musical? ¿Por qué no hay una presencia mayor de bandas de este tipo? En 1971, la historiadora del arte, Linda Nochlin, publicó un artículo pionero que se tituló: “¿Por qué no han existido grandes artistas mujeres?”. Allí, da ciertas pautas de análisis que retomo como disparadores para pensar la escena local. La primera reacción ante esta pregunta es responderla a través de casos que demuestran la existencia de grandes artistas mujeres a lo largo de la historia, pero que no han tenido la visibilidad suficiente y, por tanto, deben ser rescatadas del olvido.

La Eleva, entonces, puede ser un caso que da cuenta de que sí hay mujeres haciendo música. Las chicas comenzaron este proyecto en el año 2019, algunas de ellas eran estudiantes o flamantes egresadas de carreras musicales, pero jóvenes veinteañeras en búsqueda de la profesionalización como artistas. Su directora es Lourdes, ella es la “más grande” del grupo, aunque aún transita su década de los treinta. Todas vienen de diversas trayectorias en los espacios de formación que ofrece la capital cordobesa: el conservatorio provincial, el Domingo Zipoli o instituciones privadas como Collegium y La Colmena. 

La Eleva tiene la formación de una big band: una base (piano, guitarra, bajo y batería) y cuatro filas de vientos de metal (flautas, saxos, trompetas y trombones). Al frente está su directora, quien además de dirigir el conjunto durante las presentaciones y ensayos, gracias a su mayor experiencia vivida, es quien se ocupa de manera más dedicada a aplicar a diferentes convocatorias y programas de financiamiento y becas. Lourdes es flautista, egresada del Conservatorio provincial. Cursó estudios en la UNC y se desempeña como docente de música en diferentes instituciones. Pero también ha hecho un destacable recorrido en lo que atañe a la dirección de cuerpos artísticos estatales. Ha realizado cursos de formación, incluso, fuera del país, para capacitarse en dirección, donde siempre era la única chica.

Es importante mencionar que la dirección no es un rol donde se desempeñen las mujeres habitualmente. En Córdoba, tampoco existe una formación específica en las instituciones públicas, no fue algo accesible para una artista como Lourdes, de clase trabajadora, quien, con ayuda de su familia y un trabajo de tiempo parcial, pudo sortear sus estudios en la ciudad donde nació. Si volvemos al texto de la historiadora, podemos reflexionar sobre el rol de las instituciones y la educación de las mujeres, no todos y todas tienen el mismo acceso a carreras profesionales. Como dice Nochlin, la falta no está ni en las hormonas ni en los astros ni en los ciclos menstruales; además de privilegios de clase y ascendencia, debemos considerar los privilegios de género. 

Las mujeres han ocupado ciertos roles en la música a lo largo de la historia. En el género del jazz, se han desempeñado como divas o cantantes habitualmente. Las integrantes de la Eleva rompen esta convención que Lucy Green alguna vez denominó patriarcado musical. Sin embargo, no todos los instrumentos son populares en las mujeres, sobre todo, en lo que atañe a metales. ¿Por qué ellas no eligen estos instrumentos? Para responder, quizás debamos hacer un análisis similar al de Tia DeNora cuando explicó por qué el repertorio de Beethoven no era interpretado por mujeres pianistas entre 1790 y 1810. El interrogante no se resuelve a partir de las características específicas de las mujeres o intrínsecas de la música en sí. Las pistas para comprender este fenómeno se vinculan con las condiciones de desigualdad de las sociedades donde vivimos. 

A pesar del tipo de formación de la Eleva, ellas no tocan standards de jazz, sino música compuesta y arreglada por mujeres. Para cumplir con este objetivo, recurrieron a compositoras y arregladoras contemporáneas por la inexistencia de registros históricos de repertorios de mujeres. La tarea, en palabras de sus protagonistas, no fue fácil. En la ciudad de Córdoba, hay muchas cantautoras desarrollando su actividad profesional, ellas componen y hacen arreglos de sus obras, que ejecutan con sus proyectos propios y no para otros conjuntos. Si hay conjuntos instrumentales, alguien se encarga de realizar esos arreglos, ¿por qué a ese trabajo no lo hacen las mujeres? Encontrar compositoras y arregladoras es un desafío de este grupo instrumental, que fomenta que las mujeres tomen este rol, generalmente desempeñado por hombres a lo largo de la historia de la música. 

La experiencia de la Eleva no puede escindirse del contexto de movilización feminista que, en otras conquistas, puso en discusión la presencia de mujeres músicas en los escenarios. En nuestro país particularmente, las mujeres comenzaron a reclamar espacios en los mundos artísticos, no sin resistencias de ciertos actores privilegiados que ya tenían su lugar asegurado. No sin poner en tensión la pregunta que Nochlin planteó en los 70 tampoco. La explicación sobre por qué no hay bandas de mujeres en eventos masivos era precisamente su inexistencia. Si aquellas artistas no están ocultas ni existe algo como un estilo femenino que sea distintivo y reconocible, se hace necesario para esta autora ir más allá y romper con ciertos supuestos de sentido común de la historia del arte. Para ella, necesitamos trascender una concepción del arte como una actividad autónoma y libre, ejecutada por un individuo genial (varón, blanco, de clase acomodada). Las obras artísticas ocurren en situaciones sociales particulares mediadas por instituciones. 

Las chicas de la Eleva no solo hacen música, también participan de asambleas en los espacios sindicales y reclaman por sus derechos laborales. La Eleva no es solo una banda de mujeres que hace música de mujeres. Tener mujeres por todos lados no arregla el problema de la desigualdad y no es la finalidad del feminismo. Como predica bell hooks, “el feminismo es para todo el mundo”, pues tiene el potencial no solo de cambiar la vida de las mujeres, sino acabar con la opresión y la dominación masculina. 

Para agendar: la Eleva se presentará el sábado 28 de septiembre en el subsuelo del Museo de Arte Urbano, a las 20 h. Estrenan nuevo repertorio, con composiciones y participación de la artista costariquense, Elena Zúñiga Escobar. Esta vez, los arreglos son del artista bonaerense de larga trayectoria, Valentín Reiners.

*Por María Sol Bruno para La tinta / Imagen de portada: Eleva Big Band.

*Este artículo fue realizado en el marco del taller de escritura «Ciencia en todos lados», brindado por el medio La tinta, en articulación con el Centro de Investigaciones María Saleme de Burnichon (CIFFyH), la Secretaría de Extensión de FFyH (UNC) y el Instituto de Humanidades (IDH).

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Palabras claves: Géneros y Diversidad, Mujeres Músicas, Música

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