Algo se ve y se escapa a la vez: sobre la recuperación

Algo se ve y se escapa a la vez: sobre la recuperación
6 junio, 2024 por Redacción La tinta

Por La Tiramos Afuera LTA

Un día, el mar se agitó. Se picó fuerte (se dice en estos tiempos). Viene una ola que te sorprende y te arrasa y no se trata de levantarse después de una ola fuerte que te tira en el verano mientras estás jugando. No es lo mismo. Esa ola estuvo, esa primera que te tira al agua y no se sabe dónde está el cielo ni la arena. Pero se sale. Con raspón o mareada, pero se sale. El asunto es cuando, después de esa ola enorme, el mar queda turbio y no llega a aquietarse, y llega otra ola y otra, y el mar se pone más revuelto, está inquieto.

Y se está en ese mar. Entonces, cada ola cae sobre la anterior y todo está turbulento.

Quizás se sale con un moretón o un raspón, no implica necesariamente que el resultado sea catastrófico. Pero es más difícil buscar el cielo o la arena como referencias en un mar así. Y no es lo mismo una única ola que el impacto de varias olas sobre el cuerpo que desorientan. El cuerpo se desorienta. ¿Cómo hacemos para recuperarnos de tremendo mareo? ¿Cómo se da una recuperación? ¿Qué implicaría?

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Volver a tomar alguna cosa que antes se poseyó. Recuperare: volver a tomar algo perdido. Volver en sí de la enajenación del ánimo o de los sentidos, de un accidente o enfermedad. La palabra «recuperación» viene del latín «recuperatio» y significa «acción y efecto de volver a tomar algo perdido». Sus componentes léxicos son: el prefijo re- (hacia atrás, de nuevo), capere (agarrar, coger, tomar), más el sufijo -ción (acción y efecto).


Volver a sentirse una, a sentir esos puntos propios que hacen que una sepa que se es la de siempre, aunque no la misma. Sabemos que somos otras siendo las mismas, pero ese “sí mismo” a veces parece desdibujarse. ¿Cómo se recupera?

Escuchamos decir: “Las cosas quedaron muy rotas después de la pandemia”, “son tiempos muy intensos”, “vienen cosas peores”. Son permanentes las alusiones al estado de desborde, de crisis, de “vivir” a pesar de tener un mundo en llamas alrededor. Aparecen memes, chistes y desboques. Se habla del agotamiento, del cansancio, de la falta de confianza en lo que vendrá. Afuera y adentro de sí.

Buscamos referencias. De otros campos, aparecen ideas. Se diferencia la rehabilitación de la recuperación. Se entiende que la rehabilitación está destinada a tratar lesiones, mientras que la recuperación implica ayudar al cuerpo ante la fatiga y el estrés acumulado. La recuperación sería un proceso natural. El cuerpo tiende a eso. Parece implicar descanso, juego y nutrición adecuada en el intento de que el cuerpo se recupere de la tensión y la fatiga acumuladas.

Podemos pensar que no necesariamente para recuperarse hay que dejar de estar despatarradas por las olas. Se aprende a andar con huecos, desgarros, faltas, preguntas incontestables, furias a las que es mejor no dar curso. No creemos que se trate de volver a foja cero, de andar como si no hubieran ocurrido eventos que rompen. No se trataría de curar, de que haya una total ausencia de efectos o marcas. Pero, para andar con eso, hace falta recuperarse. Y la pregunta sería: ¿bajo qué condiciones se daría una recuperación?

Es una pregunta que tenemos entre manos, muchxs, hace años. Pensamos en lo que quedó pos pandemia, en estos tiempos de agotamiento, ajuste, recesión, precariedad, vulnerabilidad como amenaza constante, confusión, derechización política (¿y del cuore?). Sobre eso, el despliegue de la vida. Con todo lo que eso implica. ¿Cómo se piensa una recuperación? ¿Cómo se propician las condiciones para eso? ¿Es posible sin caer en coaching y gilada individual que solo convoque a ponerle la mejor o fluir con las condiciones?

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“Seamos amables, casi nadie la está pasando bien”

En recuperación, hay que andar con cuidado. Atentxs. El cuidado es de quien se está recuperando y de quienes acompañan ese proceso. Se vuelve, pero con miedo a volver a romperse, advertidos de la posibilidad. Se vuelve a pesar de ese miedo. Y se vuelve distinto.

Ocurren compensaciones, se sobrecargan otras partes del cuerpo, otras se tensan, quizás andamos rengos un rato. El cuerpo tiende a esas compensaciones. Hay que atenderlas, no son buenas si es lo único que se hace luego de un golpe. Parece que, para la recuperación de los músculos, habría dos formas: una activa y otra pasiva. La activa implica recuperar los músculos con movimientos de baja intensidad, mientras que la pasiva es el descanso de toda actividad.

Pareciera ser que, para recuperarse, hay que ir. Ir con cuidado, pero descansar. No hacer tanto por volver. ¿Descansar y hacer lo que hay que hacer sin estar esperando a volver? ¿Cómo desarmar ese horizonte de espera, pero manteniendo cierta confianza? De asumir esta posición, quizás estamos cerca de muchas personas que se están recuperando y no lo sabemos. En ese punto: la amabilidad. Porque es un hecho que casi nadie la está pasando bien.

¿Qué implicaría ser amables? Volver a pensar una y otra vez en cómo olvidamos lo que tiene tocado/afectado/espinado al otrx. No debería ser necesaria la explicitación constante para reparar en eso. Y, aun así, parecemos olvidar. Y soltamos palabras, modos, juicios, chistes que pueden ser como cruzar un pie al que viene corriendo y no darse cuenta de que va a trastabillar. En la velocidad, la amabilidad o gentileza no pueden existir. No tiene lugar. En la velocidad, no se escucha. No hay silencio para el despliegue de nada, hay bulla.

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Quizás para recuperarse hace falta ir lento, a veces tolerar o soportar esa lentitud en la que aún no sentimos mejoría, pero donde se está descansando de la fatiga, haciendo medio a tientas sin garantías, pero asumiendo que algo se rompió. Quizás recuperarse es poder hacer lo de antes, pero no igual. Sabiendo que hay otros posibles, que justamente estar bien no es tener un modo invariable y fijo de responder aunque prime un hacer “como antes”, pero ahora sabiendo que a veces se puede distinto. Y que a veces no se puede. Recuperarse es saber que algunas cosas ya no se pueden hacer como antes y eso es esperable y lo mejor. Que se pueden cosas distintas y que hay otros posibles que podemos hoy que no conocemos. Se verá en próximas olas. Mientras tanto, pies en la orilla. Descanso, juego, nutrición y cuidar el silencio.

[Ocurre a veces algo entrando al sueño. Se puede, al relajar la vista (con los ojos cerrados), mirar. A veces se ven estrellitas, destellos. Se ve nebuloso, pero se ve. Se ven imágenes que no terminan de tomar forma. Como si miráramos una diapositiva vieja al sol para imaginar cómo sería la foto revelada. Quizás es un poco esa la sensación de estar en recuperación. Vemos borrosamente quiénes fuimos y quiénes seremos después. Algo se ve. Y se escapa a la vez.]

*Por La Tiramos Afuera LTA / Imagen de portada: Freepik.

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Palabras claves: cuidado

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