Poemas para anudarse a la memoria 

Poemas para anudarse a la memoria 
24 marzo, 2024 por Redacción La tinta

Por Camila Vázquez para La tinta

Pienso en los poemas que me anudaron a la memoria colectiva. Son muchos. Elijo algunos cuyos autorxs se relacionan de un modo u otro con la resistencia: por militantes, por secuestrados, por ser madre de un hijo desaparecido, por ser exiliadas, por ser locas. La poesía es muchas veces, para mí, un rezo.

“Con todo este dolor a cuestas”, como dice Santoro, comparto esta selección para que la poesía sirva en un sentido sensible, de plegaria, de pancarta, de oración.


Soy una mujer sin problemas, Juana Bignozzi

Todos lo saben

y entonces buscan mi compañía para charlar por las noches.

Sin embargo yo conozco a alguien que quiere morir en paz consigo mismo

y me produce estremecimientos, insomnio, soledad,

porque la paz conmigo misma sería una guerra sin fin,

dos o tres asesinatos inevitables y alguna entrega desmedida

que no entra en mis planes.

Sin embargo yo sueño por las noches

con un jardín inmenso donde los muertos se levantan para saludarme;

yo sueño con un hombre que me inquieta y como lo ignora

me habla amigablemente del resto del mundo

y de mis múltiples amores, tan simpáticos,

tan apropiados como tema de conversación.


IV, de Glauce Baldovin

Mi madre mezclaba limón tres varas de cinta siete dientes de ajo

con yerba buena y perejil

y pasaba la mezcla por siete pilas de agua bendita

para llamar a la suerte y librarse del mal.

Nada sé de amuletos ni hechicerías

pero conozco a quienes siembran la miseria y la muerte

y sé que con ellos no habrá conciliación.


Las cosas claras, de Roberto Santoro

mi voz está en su sitio

el corazón sabe algo más porque me duele

por eso digo:

terrible oficio

es repartir equivocadamente los abrazos

y que el alma viva entre perros hambrientos 

uno de mis errores

fue creer que todos éramos hermanos

y ahora

no se le puede cambiar el horizonte a la nostalgia

hay que olvidarse de las viejas sonrisas

y andar con el dolor a cuestas

para que sirva definitivamente 

nunca dije

mi lágrima fue grande

sufrí

no me quisieron

cada uno conoce su dolor

y sabe de qué manera hablarle a la desgracia 

que venga la vida y me golpee

de nada vale cerrar los ojos

un hombre dormido

es un dolor que descansa

es duro el amor cuando se niega

un día sin embargo recuesta sus abrazos

apoya su misterio en mi cabeza

y me lleva a vivir al primer piso de un incendio

no comparo

simplemente doy mi fruto

y espero

la semilla más humilde

puede brotar el fuego o la hermosura

si estoy acorralado entre dos besos

decido acurrucarme al pie de mi corazón

y sueño

soy triste hasta los zapatos

a la hora del té

mi alegría se sienta y llora conmigo

pero sostengo que un día

aunque el amor sea el hermano implacable de la lluvia

de mi casa a tus ojos

no habrá naufragios


Vicente Luy 

Antes pedimos que se vayan.

Antes, pedimos justicia.

Ahora pedimos que no se rían de nosotros.

Después, ¿qué pediremos; piedad?

Usá tu odio para el bien común.

Pone tu odio al servicio del bien común.


*Por Camila Vázquez para La tinta / Imagen de portada: Comisión Provincial de la Memoria Córdoba + intervención por Soledad Sgarella.

Palabras claves: Derechos Humanos, Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia, literatura

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