El beso del presidente

El beso del presidente
10 enero, 2024 por Redacción La tinta

Hace unos días, el presidente de la Nación fue a ver a su novia, la actriz Fátima Flórez, a la obra que ella protagoniza en la temporada de verano 2024 en Mar del Plata. Hacia el final de la función, Javier Milei subió al escenario y juntxs desplegaron entusiastas besos y palabras. En este escrito, recupero fragmentos literarios, notas de campo, extractos de un estudio doctoral, para pensar el beso escénico entre la estrella y el mandatario al calor de antiguas performances con las que se forjó el país. 

Por Jimena Garrido para La tinta*

A Jujuba, la payasa

Yo aplaudía también y batía palmas.
-¿Por qué aplaude -me dijo Alejandro, de mal humor- si no oye nada?
-¡Oh! -le contesté-, ¿acaso es necesario entender? ¿Cómo aplauden también todos los demás sin entender?

La Gran Aldea, Lucio López

1. La Gran Aldea

La Gran Aldea, novela de Lucio Vicente López, fue publicada en 1882 en forma de folletín, en el periódico Sud-América. Apareció «como herramienta política de defensa de las medidas liberales y laicas del gobierno de Roca», según escribe R. Figueira en el prólogo de la edición del Centro Editor de América Latina. El autor, de familia encumbrada, heredó el oficio de escritor, abogado, periodista y gobernante. Murió en un reto a duelo. El libro trata, con nostalgia e ironía, la vertiginosa transformación de Buenos Aires en las dos décadas que recién transcurrían. Cito una escena de teatro que aparece en el capítulo 8.

“Por la noche, mis tíos, como me lo habían prometido, me llevaron al teatro de la Victoria. La compañía de García Delgado cantaba el Himno Nacional y representaba la Flor de un día, de Camprodón. De repente, un murmullo de simpatía cundió por la sala entera y todas las miradas convergieron al palco central de la ochava: muchos personajes, vestidos con la más rigurosa etiqueta, tomaban asiento. Mi tía empezó a nombrarlos a todos.

-Saluda, Ramón, saluda -le decía a mi tío.

-Si no ven para acá, Medea.

-Sí, que ven; saluda, te digo. -Y mi tía, al propio tiempo que le ordenaba a mi tío que saludase, hacía repetidos movimientos de cabeza en dirección al palco central, sin que fuesen notados por sus ocupantes (…).

-Mira, niño -me decía mi tía Medea sin dejarme respirar-; aquel es don Buenaventura; aprende, mira qué traje tan sencillo lleva. Ese que habla con el ministro español es el doctor Trevexo; aquel que sale es el coronel Valdelirio.

Y yo miraba extasiado aquel grupo y me decía a mí mismo: «¡Ah, si algún día llegase yo a saber lo que sabe el doctor Trevexo! ¡Si llegase a ser un guerrero como Valdelirio!». Y después, aterrado de mi petulancia íntima, transaba con una fórmula más modesta: «¡Si llegase a ser ministro español!». 

Las lágrimas consagraban el éxito del drama y los actores en el tercer acto. Montero recitaba sus famosos endecasílabos. La Flor de un día terminaba en medio de calurosos aplausos; la concurrencia evacuaba aquel antro que se llamaba teatro y en la puerta estallaban los vivas entusiastas y patrióticos del pueblo.

Mi tía se ensilló en su pesada salida de teatro y Fernanda envolvió su linda cabeza en un pañuelo de fular. Vamos -me dijo mi tía-, acompañe usted a esa señorita, ofrézcale el brazo.

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2. El Gran Show

Las autoridades gubernamentales protagonizaban las Temporadas Teatrales de Villa Carlos Paz (VCP) con su participación en obras y eventos, con imitadores que los llevaban a escena, con sus políticas para favorecer la actividad. Clifford Geertz, en su estudio sobre el Estado balinés, proponía elaborar una poética del poder que explore cómo las formas desplegadas en ceremonias vuelven al Estado efectivo, para pensar cómo extrae su fuerza de sus energías imaginativas para hacer que la desigualdad cautivase. Comparto un fragmento de mis notas de campo, 2012:

El jueves 29 de diciembre del 2011, asistí a “El gran show 2”. La obra estaba anunciada a las 21:45 horas. Cerca de las 22:20, ingresó al teatro el gobernador José Manuel de la Sota y su hija, atrás los seguían los medios. El público aplaudió, uno se paró mostrando mayor entusiasmo. Algunos se acercaron a saludarlo. La función comenzó con música mística guerrera y un grupo de acróbatas y bailarines que se pasaban unas bolas transparentes. Luego, apareció Juan Alberto Mateyko presentando el show con corbata violeta, saludó al gobernador y no volvió hasta el final. En la obra, se intercalaban escenas, Mario Devalis que hacía imitaciones; acróbatas y bailarines mostraban destrezas; la modelo Ingrid Grudke conducía y bailaba con dificultad (era la primera vez que lo hacía en un escenario). Devalis, en una de sus apariciones, imitó al presente gobernador y se abrazaron los dos De la Sota. El gobernador le dijo a Devalis en escena: “A veces te escucho por la radio y no sé si sos vos o soy yo… Y a veces decís cosas mucho más sensatas vos que yo. Por eso, pienso que, en una de esas, en la próxima temporada, yo estoy en tu lugar y vos sos gobernador”

Laura Fidalgo, reconocida bailarina que quería demostrar que no era “sólo pestañas y tetitas”, disfrazada de vaca, hacía “un discurso político de lo que piensa la vaca cuando va a la parrilla”. La segunda parte del espectáculo era el show de Palito Ortega, cantante y dirigente político popular, donde cantaba sus clásicos con su banda y hablaba de la esperanza. Una vez terminada la obra, un hombre le dio su tarjeta personal al gobernador, se presentó con palabras que no escuché y De la Sota le contestó: “Estamos haciendo todo lo posible para solucionar el problema”. Un adolescente le pidió una foto juntos y le dijo que lo había votado. Un periodista lo entrevistó:

P: -¿Son parecidos el espectáculo y la política?

D: -No, el espectáculo es mucho más divertido.

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Imagen: REUTERS

3. Fátima, la presidenta del humor

Fátima Flórez protagoniza, hace una década, diferentes shows en las temporadas de teatro de verano en VCP y Mar del Plata, con su nombre artístico inspirado en la virgen de la cual ella y su exmarido son devotos. Ha contado las dificultades que atravesó como humorista mujer en un ambiente machista donde sufrió acoso y donde las actuaciones para hacer reír estuvieron reservadas a los varones, en especial a la figura del capocómico: «A la mujer siempre se la ponía en un lugar secundario, muchas veces subestimándola o haciendo chistes donde la mujer no quedaba muy bien parada. Desgraciadamente, todos naturalizamos esas situaciones,  con el tiempo, nos fuimos dando cuenta de que no podíamos permitir que eso pase más», expresó a la revista Noticias en el 2020. Cuando recibió críticas por su imitación de Javier Milei, la actriz expresó: “Me gustaría que tengan la misma vara con todo el mundo y no con Fátima porque es mujer”. El travestismo de mujeres hacia varones es resistido, un panelista de Mañanísima comentó respecto a su actuación que «es más fácil que el hombre imite a la mujer».

Aunque afirmó que los artistas no debían meterse en el barro de la política y que ella de política no entendía “nada de nada”, la vida la sorprendió: “Me atravesó”. Sobre su rol como novia del presidente, dijo: “Siempre he hecho labores sociales y de caridad porque es algo que me hace muy bien al alma, que me llena el corazón, lo disfruto, lo hice siempre y lo haré más, porque me encanta, porque lo siento. Es un placer para mí realizar esta tarea”. En las temporadas de VCP, además de ofrecer un cuerpo esbelto y descubierto, la solidaridad era parte de las actuaciones esperadas de las chicas.

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Entre las muchas imitaciones que ella realiza, la de la expresidenta Cristina Fernández es la más famosa. En el espectáculo «Única, en la villa. Fátima, presidenta del humor” del 2014, se promocionaba con su figura llena de brillo, portando la banda presidencial. «Todos los personajes que yo hago, todas las imitaciones, tienen buena leche. La imitación siempre suma. Incluso a Cristina la hice linda, la cuidé, cuidé mucho su imagen». En las imitaciones a Cristina que pude observar en sketchs de TV o teatro, guionadas por otras personas, puede notarse un remedo con acusaciones de robos, despilfarros y vanidad. En las improvisaciones, encontré una imitación más apoyada en gestos, tonos de voz, palabras repetidas que no apuntaban a la misma acusación.

En la obra que ahora protagoniza, hay una escena que empieza con el hit de La Renga, Panic Show –canción que acompañó a Milei en su campaña electoral-, y las banderas argentinas proyectadas junto a un león. La actriz ingresa con traje y peluca, y parodia varios gestos del actual presidente. Replica sus frases más clichés, como: «¡Viva la libertad, carajo!», y apunta con el micrófono al público que replica: «¡Viva!». También cantan la cumbia «No hay plata» con el público que acompaña con risas y aplausos, mientras la bandera celeste y blanca no deja de flamear. 

En el 2020, planteaba Fátima: «La idea es que haya una unión. Al final del show, aparece el sillón de Rivadavia, que les habla a Cristina y a Macri, y trata de dar ese mensaje de que no haya más grietas. La gente a la salida nos dice: ‘Ojalá pase eso’, llega mucho ese mensaje final. Y sí, esa es la idea, que no haya más peleas, que todos tiremos para adelante. Tenemos un país que es una bendición y está en nosotros sacarlo adelante. Yo lo hago desde mi humilde lugar, arriba del escenario, jugando, pero quién te dice que algún día eso no se haga realidad». Aún sin querer meterse en política, sus espectáculos siempre alentaban la unión del país, gesto compartido con otras obras de las temporadas.

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4. El país

Anunciaba Pablo Alarcón sobre la obra en la que trabajaba, “Los Corrupteli” del 2017 en Carlos Paz: “Trata un poco de la corrupción para reírse de este maravilloso país que es indestructible. Más allá de todos los tipos que han manoteado cuanta cosa hay, todavía seguimos de pie con ganas de trabajar y todavía tenemos una sonrisa”. La obra, que escenificaba la historia de una familia que aspira al poder político y hace todo lo necesario para lograrlo, permitía “reflexionar sobre situaciones políticas de los argentinos a través de diferentes escenas familiares”. El “país”, enlazado a la familia, era otra de las imaginaciones que desplegaban brillo en las temporadas.

Artistas invitaban a los matrimonios de mayor antigüedad en la sala a contar su historia de amor. En el espectáculo protagonizado por Fátima Florez en el 2016 en VCP, un matrimonio de más de 50 años de casados subió al escenario, contaron su primer beso abajo de un  mandarino y remarcaron la importancia del respeto mutuo. La actriz pidió un aplauso para ellos, mientras arengaba: “¿Vieron que sí se puede?”. Los espectadores llegaban desde diferentes ciudades y pueblos, y se reunían en VCP, asentada en las cercanías de lo que fue declarado el centro cartográfico del país, para pasarla bien. En las temporadas, el país se reunía y reconformaba. Las actuaciones reimprimían esta comunidad imaginada (Anderson, 1983) con una “capital” a quien se agradecía constantemente su presencia en forma de inversiones y celebridades, las cuales traían “crecimiento”. Esta relación a veces era peleada, como cuando Mariano Iúdica descalificó a las producciones del interior y el “Negro” Álvarez lo enfrentó y acusó de colonizador.

En los espectáculos, se mostraba el país a través de las distintas procedencias del público, a través de saberes comunes y de apelaciones para ser “una Argentina más unida” o “mejor”. Decía Adrián Garay al público en 2012: “Empecemos a poner un granito de arena para que esta Argentina empiece a cambiar”. 

La temporada pasada, 2023, al calor del triunfo de la selección nacional masculina de fútbol, asistí a varias obras de verano donde se entonaba la canción “Muchachos”, se mostraba la copa y se desplegaba la bandera argentina. El público cantaba de pie. Junto a estas impresiones nacionales en las Temporadas Teatrales, las estrellas también hacían aparecer al país. La farándula y sus temas de enfrentamiento a través de “los medios nacionales” llegaban a “cada rincón del país” y quienes formaban parte de la Argentina ganaban “algo común de lo que hablar”. Así, el país era reimpreso y defendido, porque, en boca de los personajes de “Los Corruptelli”: aunque “no tenga arreglo”, “somos todos”.

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5. El beso

Es conocida la alianza amorosa entre el gobernante y la actriz. A nivel nacional, quizás el caso más emblemático sea el del presidente Domingo Perón y Eva Duarte, aunque en aquellos años el oficio de actriz no era honrado y ocultaron el arte de Eva cuando se convirtió en primera dama. También podemos recordar en la última década a Jésica Cirio y Martín Isarrualde, Luciana Salazar y Martín Redrado, Vicky Xipolitakis y José Ottavis, Carla Peterson y Martín Lousteau, Fabiola Yáñez y Alberto Fernández, Moria Casán y Pato Galmarini. Moria Casán, en una entrevista, preguntaba al ahora presidente sobre el sexo tántrico que él practica. Inspirado en el libro El culto de lo femenino, Milei reconocía a la mujer como la campeona del sexo y afirmaba que el varón debía mejorar su performance, para ambos experimentar placer a partir del placer del otre. Este cruce de varones con poder político y mujeres deslumbrantes, diosas del sexo, puede leerse enlazado a un modelo de amor que, aunque con los años y las olas feministas cambió sus maneras, continúa convocando a una mujer-carne-caridad unida a un varón-palabra-mando, aunque hoy ambos puedan hablar y facturar en algunos casos, al cantar de Shakira. Volvamos a la pareja que nos convoca.

En el escenario, Fátima ocupa el centro y está vestida con una malla enteriza cavada dorada, con un cinturón que lleva su nombre, unas botas largas y unos guantes también largos del mismo color dorado. Acaba de cantar una cumbia y dice: “Quiero agradecer especialmente esta noche por haber venido desde Buenos Aires, con todas las actividades que tiene, vamos a aclararlo, en el ratito que tiene, vino acá nuestro querido, nuestro amado, nuestro elegido presidente de la Nación, Javier Milei, mi novio vino a visitarme”. Aplausos. Sube el presidente de traje y corbata color oscuro, se besan, abrazan y lloran. Se despegan y luego vuelven a besarse efusivamente, mientras él la toma desde la cintura y ella le cruza los brazos a la altura del cuello. El público aplaude y grita: ¡Vamos, león!

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Fátima (lo toma de la mano): “Por favor, la gente quiere que le digas algo”. Milei le habla al público: “Trabajamos 7×24 para desactivar el quilombo que nos dejaron (cierra los ojos y llora), quiero que sepan que van a venir meses duros, pero a diferencia de lo que ha pasado durante los últimos cien años, estos meses van a valer la pena, nos vamos a poner de pie y vamos a salir con fuerza, ¡viva la libertad, carajo!”. Y los presentes responden: “¡Viva!”.

Ella le suelta la mano para aplaudirlo. Él vuelve a besarla. Chocan sus micrófonos y vuelven a abrazarse, esta vez con ambos brazos a la altura de sus cinturas. Dice Fátima: “Muchísimas gracias, no tengo palabras y no quiero agregar más nada…”. 

Mejor poner los pies sobre la tierra. 

*Por Jimena Garrido para La tinta** Becaria postdoctoral de CONICET. Basado en el trabajo en el campo antropológico en Temporadas Teatrales de verano en Villa Carlos Paz.

Palabras claves: Javier Milei, Villa Carlos Paz

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