Bombardeos y secuestros: la receta turca para Rojava
En el Kurdistán sirio, varias regiones están ocupadas por grupos yihadistas respaldados por Turquía. En esas zonas, se violan sistemáticamente los derechos humanos mientras el mundo mira para otro lado.
Las ciudades de Afrin, Serêkaniyê y Girê Spî, y sus alrededores, son lo más parecido a los territorios que hasta hace unos años atrás controlaba con sangre y fuego el Estado islámico (ISIS) en Siria e Irak. Las tres regiones están ubicadas en Rojava (Kurdistán sirio) y fueron ocupadas ilegalmente por el Ejército Nacional Sirio (ENS) entre 2018 y 2019. El ENS reúne a docenas de milicias y grupos yihadistas y mercenarios, todos sostenidos abiertamente por Turquía.
Desde su ocupación militar, las zonas bajo el escalofriante control del ENS se convirtieron en territorios de saqueos, secuestros, violaciones de mujeres, robo de recursos naturales y bienes culturales milenarios. A esto, se suma un potente plan de “turquificación de la sociedad”, en donde la educación se imparte con los preceptos que impone el Estado turco. Como si fuera poco, más de 300.000 pobladores y pobladoras fueron desplazadas por la fuerza luego de los intensos bombardeos de la aviación turca, encargada de abrirle paso al ENL para su conquista, que en sus filas cuenta con muchos milicianos de ISIS.
Desde la Administración Autónoma del Norte y el Este de Siria (AANES), entidad que impulsa el autogobierno autónomo en la región, las denuncias sobre las violaciones a los derechos humanos en las zonas ocupadas se multiplican desde hace años. Ni la Organización de Naciones Unidas (ONU) ni las potencias y países implicados en la extensa crisis siria (Estados Unidos, Rusia, Irán y el propio gobierno de Damasco) muestran demasiado interés por los crímenes que cometen los yihadistas en Rojava.
A finales de noviembre, el Centro Jurídico y de Documentación sobre Violaciones de los Derechos Humanos (CJDVDH), de Siria, denunció que un total de 419 personas fueron secuestradas en Afrin, Serêkaniyê y Girê Spî en lo que va de 2023. Además, remarcaron que el ENL prosigue cometiendo numerosos crímenes contra civiles.
Según informó el CJDVDH, familiares de las víctimas confirmaron que los grupos yihadistas no hacen distinciones y los pobladores retenidos no tienen ningún respaldo legal y tampoco son sometidos a procesos judiciales.
Desde el Centro, advirtieron que el objetivo del Estado turco es “crear el caos” en las zonas ocupadas y continuar reuniendo y sosteniendo a decenas de organizaciones terroristas. Otra razón de los secuestros es el pedido extorsivo de rescates a los familiares de las personas retenidas. Solo en Afrin, los casos de este tipo se cuentan por docenas. Los grupos yihadistas piden hasta 5.000 dólares para liberar a los retenidos y nunca dan seguridad de que esto suceda.
Al plan represivo en las regiones kurdas ocupadas por los aliados de Ankara, se suman los constantes bombardeos turcos contra las principales ciudades de Rojava. El presidente Recep Tayyip Erdogan tiene claro que el proyecto encabezado por el pueblo kurdo en el norte de Siria es uno de los principales peligros para su concepción ideológica y neo-otomana. Por estos días, Erdogan intenta convertirse –otra vez- en el adalid de la causa palestina. Sus declaraciones incendiarias contra Israel por la invasión a la Franja de Gaza chocan de frente con las políticas que impulsa contra los y las kurdas: los métodos que Benjamín Netanyahu ordenó aplicar contra el pueblo palestino no son muy diferentes a los que el mandatario turco ordena contra los kurdos.
En octubre, el Centro de Información de Rojava (CIR) publicó un informe sobre los más recientes ataques aéreos lanzados por Turquía. En apenas unas semanas, 48 personas fueron asesinadas, entre ellos, 11 civiles, 35 miembros de las fuerzas de seguridad interna de la AANES y 2 integrantes de las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), el grupo de autodefensa del norte y el este del país. El CIR advirtió que, luego de los ataques masivos, “las infraestructuras de electricidad, agua, gas butano y petróleo están completamente destruidas en toda la región”.
Los ataques turcos, que duraron del 5 hasta el 10 de octubre –en una “primera fase” anunciada por el propio Erdogan-, afectaron a unas 4,3 millones de personas y 18 estaciones de bombeo de agua y 11 centrales eléctricas dejaron de funcionar, según informó la AANES.
Por su parte, Adam Coogle, subdirector para Medio Oriente de Human Rights Watch (HRW), explicó que “al atacar infraestructura crítica en todo el noreste de Siria, incluidas las estaciones de energía y agua, Turquía ha incumplido su responsabilidad de garantizar que sus acciones militares no agraven la ya terrible crisis humanitaria de la región”. El representante de HRW advirtió que la población de Hesekê, capital de Rojava “se enfrenta a una grave crisis de agua durante los últimos cuatro años”, pero ahora “debe soportar la peor parte del aumento de los bombardeos y la destrucción, lo que exacerba su lucha por conseguir suministros esenciales de agua”.
El 30 de noviembre pasado, el Consejo Militar de las FDS, encabezado por su comandante general Mazloum Abdi, realizó una reunión para evaluar la situación de los últimos tres meses. En el encuentro, se enfatizó la necesidad de prevenir los ataques turcos y, si es necesario, contrarrestarlos. Las FDS comunicaron que sus miembros discutieron sobre “los intentos del Estado de ocupación turco de capitalizar para sus propios intereses el conflicto en curso en Gaza entre Hamás e Israel”. En esa línea, manifestaron que “Turquía trató de explotar la atención del mundo en ese conflicto para intensificar sus ataques agresivos en nuestras áreas, específicamente dirigidos a las infraestructuras”.
Las FDS también señalaron su deseo de “impedir que las regiones del norte y el este de Siria se conviertan en campo de batalla de conflictos y ajustes de cuentas entre potencias regionales e internacionales”. Las fuerzas de autodefensa resolvieron prestar “especial atención a garantizar una preparación constante frente a posibles ataques contra nuestras zonas, en particular de entidades hostiles como ISIS y el régimen turco”.
Los remanentes del Estado Islámico en Siria son otro de los problemas que se enfrenta la AANES. Para quienes gobiernan el noreste sirio, no hay dudas de que ISIS puede sobrevivir gracias al apoyo que recibe del Estado turco, ya sea con sus bombardeos que permiten a los terroristas reagruparse o estrangulando la maltrecha economía de la región. Todo esto bajo el atento control del presidente Erdogan.
*Por Leandro Albani para La tinta / Imagen de portada: Getty Images.