Taylor y nosotras: larga vida a la magia que creamos

Taylor y nosotras: larga vida a la magia que creamos
15 noviembre, 2023 por Redacción La tinta

En la última semana, todo el país se enteró de que Taylor Swift es una persona muy relevante, que moviliza multitudes y que despierta pasiones. En esta nota, dos seguidoras de la cantante tratamos de rastrear cuánto de toda la magia que se crea en un concierto como el de The Eras Tour se aloja en las prácticas mínimas y cotidianas de quienes la escuchamos y la amamos.  

Por Julieta González y Rocío Rodríguez para La tinta

Long live the walls we crashed through
How the kingdom lights shined just for me and you
I was screaming, «Long live all the magic we made»
And bring on all the pretenders
One day we will be remembered

(“Long live”, Taylor Swift, 2010)

The Eras Tour fue una experiencia que estuve esperando toda mi adolescencia y que por un tiempo pensé que nunca iba a cumplirse. Taylor Swift me hizo creer en la magia y hace que lleve conmigo a donde vaya todos los recuerdos de cuando era una chica soñadora y enamorada. De a ratos, la vida adulta se vuelve complicada, pero ahora sé que siempre la voy a tener a ella para llevarme a los lugares y momentos que extraño, y por qué no también mantenerme en el presente y abrazarme si lo necesito”. (Lari, @agustddist en Twitter, 24 años, CM, San Martín, Bs. As.)

Tipeamos este texto con nuestras muñecas repletas de pulseras hechas por desconocidas. Es que, desde que se inició la última gira de la cantante Taylor Swift, las swifties cultivamos una nueva tradición: hacer “pulseras de la amistad” (friendship bracelets), tal como ella nos propuso en su canción “You are own your own, kid”. Bueno, no sabemos si realmente lo “propuso”, pero sí sabemos que nosotras nos tomamos muy en serio sus canciones.

Escribimos esta nota en femenino, porque estamos hablando de las swifties, quienes no son sólo personas que conservan el “la” como modo en el que han sido nombradas o personas que lo han elegido. En el concierto que conmovió a Argentina en este noviembre, también hubo (en menor proporción) varones, no binaries y otras identidades. Pero elegir hablar en femenino no refiere a esa cuestión, sino que señala aquello que hace que el universo de Taylor sea un discurso desde lo femenino. Se es una swiftie más allá de nuestro sexo y nuestro género. Ser swiftie es una posición, un hablar desde el “la” en cada unx. Es cantar desafinado y a los gritos como una minita. 

Pero volviendo al tema de las pulseras, esta semana, las swifties nos estamos resistiendo a guardarlas en un cajón. No somos de soltar (you forgive, you forget, but you never let it go) y, esta vez particularmente, menos; porque volver a nuestras casas no sólo fue encontrarnos con la nostalgia de que el concierto ya había pasado, sino también con todas las huellas de lo que habíamos estado preparando durante meses. Usar estas pulseras es un modo de combatir esa nostalgia. No queremos soltar.

It’s been a long time coming… 

Eso que pasamos las que pudimos ir el 9, 11 o 12 de noviembre al estadio Más Monumental, no sabemos con claridad cuándo empezó, pero fue, sin duda, mucho tiempo antes del show mismo. Tal vez empezó cuando una canción de Taylor nos conmovió por primera vez, para nunca dejar de hacerlo. Pero para marcar algún inicio de esta particular escena, recordamos del mayo pasado esos rumores sobre la posible llegada de Taylor a nuestro país. Incluso, se señalaba al 2 de junio como fecha del posible anuncio y así fue (you heard the rumors from Inez, you can’t believe a word she says most times, but this time it was true). Así que, para señalar un punto en el tiempo más exacto, The Eras Tour empezó a ser para nosotras el mediodía del 2 de junio (puntualmente a las 13 h), cuando la cantante anunció en sus redes sociales oficiales, Twitter e Instagram, que llegaría a los escenarios de Sudamérica por primera vez, incluyendo Argentina, México y Brasil. Desde ese mismo día, algunas de nosotras ya nos instalamos con nuestras carpas en las inmediaciones de la cancha de River, decididas a entrar primeras al concierto.

La preventa de las entradas salió el 5 de junio y la venta general el 6, a tan solo tres y cuatro días de distancia del comunicado oficial. En un primer momento, anunció dos fechas para nuestro país, y posteriormente agregó otra ante el sold out. El estrés de hacer la cola virtual esos días es algo que acarreamos casi como un trauma y que pudimos transmutar en memes y chistes al respecto de “el tipito de la fila de all access”. Para quienes logramos comprar en la venta oficial (y no tuvimos que someternos a los malignos usos y costumbres de la reventa), desde allí tuvimos una anhelada certeza: íbamos a ir a ver a Taylor Swift. Nos colmaba la expectativa y la ilusión, pero aún nos quedaban 4 meses de espera para el gran día. 

Esta pesada espera que se fue alivianando a través de diversas prácticas, tiene un contexto: Taylor Swift es una cantante estadounidense de 32 años que lanzó su primer disco en el año 2006 y desde ese entonces se mantiene vigente en la industria de la música explorando varios géneros como el country en sus inicios, mezclándolo con un poco de pop y rock más adelante, para luego adentrándose al pop plenamente en sus 20s y retornando a sonidos más alternativos en el 2020. Tiene un total de 10 discos que, en su actual gira, encarnan cada uno de ellos una Era, es decir, un bloque de canciones seleccionadas con vestuarios, escenografía y coreografías específicas para dar vida a cada uno de estos momentos. 

La gran expectativa por parte de sus fans, tuvo que ver un poco con estos 16 años de carrera en donde Taylor no visitó nuestro país pero se dedicó a sacar año tras año, hit tras hit y, como se dice en el mundo swiftie, concepto tras concepto, canciones que nos acompañaron en distintos momentos de nuestras vidas. Canciones con las que crecimos, canciones que nos sirvieron para ponerle palabras a nuestras emociones, canciones que nos acompañaron para entender que no estábamos solas en nuestros dolores ni en nuestros reclamos, en fin, canciones que si bien ella escribió y compuso, también son nuestras.

“Soy Victoria, tengo 21 años y la espero desde que tengo 8 años. Viajé como 18 horas desde Chaco para poder verla el 9 y el 12.  Nunca, ni en mis más locos sueños, esperé que algo así pase, hace tanto tengo esta ilusión que ya la encontraba muy lejos a la oportunidad de verla. En 1989, Reputation y Lover (discos de 2014, 2017 y 2019) estuve muy ilusionada en poder verla por primera vez acá pero cada año la esperanza era menor. Después de tanto, pude ver a quién me mantuvo en mis pies desde que tengo memoria. Solo sé que el fanatismo por ella es lo mejor que me pudo pasar”. (@sburbanlegends en Twitter)

De a poco, fuimos cayendo en la cuenta de que Taylor, en distintos formatos y en diversas formas, ya estaba llegando a la Argentina de maneras que nunca antes habíamos visto. Vimos, muchas con cringe, como Horacio Rodríguez Larreta se nombraba como swiftie en un spot de campaña. Participamos de muchos grupos de WhatsApp, “Taylor fan fest”, “Taylor argentina”, “11/11 campo delantero izq”. Miramos reels en Instagram o tiktoks sobre emprendimientos que combinaban sus prendas de ropa o accesorios con eras de Taylor. Pensamos un outfit, lo compramos o lo hicimos. Las que viajamos desde otras provincias e incluso de otros países, procuramos conseguir todo lo necesario para viajar y hospedarnos en Capital Federal. Las que trabajaban pidieron días en el laburo, haciendo malabares para ver quién podía cubrir o hasta incluso, quienes asistían más de una fecha, se pidieron una de sus semanas de vacaciones en pleno noviembre. Algunas celebramos cumpleaños con temática Taylor o fuimos a fiestas alusivas de la cantante.

Y, sobre todo, hicimos pulseras, muchas pulseras. Tiktok tras tiktok, fuimos guardando estrategias de cómo hacer un nudo para que no nos traicione la tanza, cómo trenzar canutillos de tal forma para que quedaran formas de cereza, flores, o gatos. Buscamos incansablemente las últimas ofertas o los locales en donde aún les quedaban canutillos de letras que, en cuestión de días, se acababan. Hicimos pulseras con nuestras hermanas, con nuestras amigas, con otras swifties a las que no conocíamos pero con las que nos juntamos en el Parque de Las Tejas. Hicimos pulseras en recreos de nuestras obligaciones, en almuerzos familiares, y mientras esperábamos el resultado de las elecciones presidenciales. Hicimos muchas pulseras con palabras alusivas al universo de Taylor (nombres y frases de canciones, e incluso hasta sus traducciones graciosas al español), pero también hicimos pulseras de boquita o con los colores de River, de Julian Álvarez en su formato de spider boy, de Massa presidente, del mundial, de series de televisión, de memes, de Barbie.

Y así pasamos la espera, que entre tantas creaciones, tiempo y técnicas puestas en ella, dejó de ser algo tan agónico para pasar a ser un lugar en donde depositamos nuestras ilusiones.

Take the moment and taste it

Atravesando la calle Corrientes y también la Av. 9 de Julio, ya se podía ver a tempranas horas del día del recital, al Eras Tour en las calles. Definitivamente, no hacía falta estar cerca del estadio para empezar a ver señales swifties. Cancanes negros y looks totalmente oscuros, con serpientes de lentejuelas o maquilladas en la cara para encarnar la era de Reputation. Vestidos rosas grandes, con volados, y un corazón que rodeaba el ojo replicando la era de Lover; vestidos de flecos dorado que imitaban el icónico look del segundo disco Fearless, acompañado con botas texanas; capas que llegaban hasta el suelo y, que con sus capuchas, replicaban los looks de brujas de evermore; vestidos largos floreados o en colores suaves pasteles para hacer honor a la vida campesina de folklore; el vestido púrpura y de quinceañera de Speak Now. No faltaron también los outfits más urbanos, jeans con alguna remera con frases de canciones o la cara de Taylor. Todas estas personas, solían tener brillos en sus caras en formato de glitter o de gemas. En el trayecto hasta entrar finalmente al Más Monumental, nos encontrábamos con gente caminando por la calle como si fueran a una fiesta, a un cumpleaños, a celebrar algo.

Este desfile de Eras se avivó una vez en el estadio, cada uno de los outfits funcionó como la carta de presentación de las swifties, que nos acercábamos la una a la otra para intercambiar nuestros friendship bracelet y presentándonos más de una vez con frases como «Vine de Reputation» o «Estoy de folklore«. Cada outfit era nuestra carta de presentación y, a su vez, una guía para elegir qué pulsera darle según la era que encarnábamos. La previa del show fue entonces distinta a todas, el intercambio por momento abandonaba su lógica de trueque y pasaba a ser solo un regalo, una entrega a aquellxs que no tenían, sin esperar otra pulsera a cambio. Así, todxs lxs trabajadorxs del estadio tenían sus muñecas repletas de pulseras, guardias de seguridad, encargadxs de la limpieza, orientadorxs, gente que atendía las barras y que suministraban agua. También las madres que habían ido a llevar a sus hijas. Todxs lxs que estaban en el estadio, swifties o no, adornaban sus muñecas con pulseras. 

El intercambio servía también para distraernos de los nervios, que ya no pudieron ser ignorados cuando, después de lxs dos teloneros (Louta y Sabrina Carpenter) la cuenta regresiva que daba inicio al show de Taylor apareció en la pantalla gigante. Después de eso, estuvimos casi 3 horas y media tomadas por la locura y la euforia. Estaba pasando.

“El eras tour es un show que atraviesa distintas épocas de Taylor y creo que ella logra, con su escenografía transportarte a cada una de ellas. Como espectadora, al atravesar las distintas eras, sentía diversas emociones a la par, acompañándola a ella o acompañándome a mí, o las dos. Con Lover sentía un amor y emoción tremendas, también porque ella recién aparecía. En Fearless sentía la emoción de una adolescente y en evermore una tristeza hermosa, por las vibras que transmite el álbum. GANAS DE GRITAR Y BAILAR durante Reputation, que es además. mi álbum fav. Durante Speak Now, ganas de SOÑAR, mientras que en Red, ganas de bailar y gritarle a los exs que nunca tuve !!!! En folklore, ganas de ser un hada (de verdad). Mientras sonaba 1989, baile al ritmo del mejor álbum pop, y en Midnights ganas de seguir bailando pero (hot), aunque ya más melanco porque estaba por terminar”. (Pilar: 18 años, estudiante de lengua y literatura, Río Cuarto, Córdoba). 

Cuando apareció Taylor por primera vez en el escenario, nuestros cuerpos empezaron a quedarnos chicos, nada alcanzaba para abarcar y comprender que la que teníamos enfrente era Taylor Swift. Y fue ahí, cuando el cuerpo de las otras apareció en escena, de aquellas que estaban a nuestro lado, a quienes no conocíamos pero cuyos gritos se unían con el propio formando uno solo, reuniendo las expectativas de más de 60 mil personas y de 16 años de espera. Prácticamente, los primeros 20 segundos de show no se escuchó la voz de la cantante y muchos rumores dijeron que, con el trayecto de la noche, tuvieron que subirle el volumen a su micrófono. El público, no fue un agente pasivo, un simple espectador cuyo dominio principal es la mirada.  

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«Estoy muy emocionada por hacer este show para ustedes y con ustedes. La manera en la que bailan y en la que cantan está a otro nivel»  fue una de las primeras frases que dijo la cantante a minutos de iniciar su show en el país, en donde comenzaba a tejer un puente con nosotras que, a través de diversas herramientas, nos las ingeniamos para devolver algo a lo que acontecía en el escenario para que sea un espectáculo co-creado, entre ella y nosotras, poniéndola a bailar al ritmo de nuestro ‘Ole, Ole, Ole, Taylor, Taylor’. La repercusión que tuvo esto en las redes fue inmediata, más de 80 mil personas vieron streams en directo de los shows vía Twitch, extranjerxs y argentinxs, en donde no dudaron en dejar su comentario de sorpresa por la simpatía y calidez de la cantante y por la intensidad del público.

El fan action, organizado también en la previa del show, fue otra herramienta de interacción que las fans generamos con la artista. En los tres shows, llevamos un cartel que levantamos durante la canción The Archer, el cual respondía respondía a la pregunta que la cantante repite una y otra vez en dicha canción. Durante el último show, Taylor cambió la letra original de la canción en relación al cartel. En ese momento, se despejaron las dudas de si lo había visto o le había gustado, para las swifties fue una certeza: nosotras la vimos a ella, y ella nos vio a nosotras. 

It is over now? 

Ahora que el huracán swiftie pasó por el país, también mucha gente se enteró que Taylor Swift y sus seguidoras también “hacen política”, pero nosotras no creemos que solo sea político pronunciarse explícitamente en unas elecciones (aunque lo es, y mucho, e importante). Si, claramente hay política en Taylor haciendo campaña contra Trump, como narra en el documental “Miss Americana” (2020) de Lara Wilson y como se puede encontrar en sus posteos en redes sociales. Y sí, también hay política en esas de nosotras que se organizaron para enlazar ese mensaje con el contexto argentino (como lo hicieron las “Swifties contra La Libertad Avanza”, @@SwiftiesYArg en Twitter). Pero también siempre supimos (desde ese saber que no es de la consciencia, sino de la tripas) que hay algo político en corear a los gritos una canción sobre todo lo que no le pudiste decir a tu ex. Hay algo político en el encuentro con otras, en ese “ser parte”, en cantar con amor, con bronca, con despecho, con pasión, con ternura. Hay algo político en recorrer kilómetros para estar ahí, con Taylor y con todas las otras, todas nosotras, es político construir ese algo en común. Capaz por ese modo de vivir nuestro vínculo con Taylor es que nos ha cabido el mote de ser el “fandom de las cornudas”, adjetivo que, con nuestra intensidad, llevamos como un honor.

Todavía cuando se hace de noche podemos ver el titileo de luces que seguía funcionando de la pulsera oficial del show, la que nos dieron al entrar y que no devolvimos, como exigían los carteles a la salida. Nuestros cuerpos y nuestras casas tienen rastros, reverberancias de aquello que vivimos. Por eso elegimos titular este texto con una referencia a la canción Long Live (“larga vida”). La canción destaca momentos específicos en la vida de la protagonista y de gente que la rodea: las veces que fueron reconocidos por algo, premiados, celebrados, algún momento especial de una trayectoria de vida. Momentos de celebración, de compartir con otrxs una experiencia única, de superar adversidades en busca de algo. Y cómo esos momentos son recordados, resguardados de diversas formas, que perduran a través del tiempo, más allá de las circunstancias. 

Una dimensión muy importante de esta canción es que su protagonista no está sola. Todo lo hace con alguien más. Los muros se derriban con otrxs y la magia se crea con otrxs. Hay allí quizás una clave de la experiencia swiftie: una swiftie se hace con otra. No es sólo Taylor lo que importa, es Taylor y nosotras.

Escribir, como usar las pulseras, es una forma más de hacer que todo esto perdure. Queremos seguir llevando con nosotras las marcas de la artista que nos conmueve. Guardamos en cada objeto y cada palabra algo de la expectativa que nos motorizó durante meses y también mucho de la magia de ese día. La magia que nos enseñó Taylor y en la que elegimos creer.

El concierto ya pasó, pero no sabemos cuándo va a terminar.

*Por Julieta González y Rocío Rodríguez para La tinta.

Agradecimiento especial a Ceci Díaz, quien sembró en Córdoba la semilla para pensarnos desde la antropología como fans y apasionadas, y a todes les que participan del grupo de lecturas Fanatismos (CIFFyH, UNC), con quienes compartimos y nos fanatizamos.

Palabras claves: cultura popular, Mujeres Música, Taylor Swift

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