Gaza bajo fuego: apuntes a tres semanas de la ofensiva de Israel

Gaza bajo fuego: apuntes a tres semanas de la ofensiva de Israel
30 octubre, 2023 por Redacción La tinta

Estas tres últimas semanas, el mundo se vio sacudido, una vez más, por lo que sucede en Gaza. La narrativa de los medios y las redes sociales invade nuestras pantallas como si fuera un tráiler de cine. Vemos escenas de brutales bombardeos israelíes sobre ese pequeño territorio del Mediterráneo oriental, acompañados de relatos que nos cuentan detalladamente el último ataque de Hamas y sus brutales consecuencias sobre la población civil. 

Por Santiago Montag y Omar Floyd

Este conflicto, que muchas veces se nos presenta como una guerra entre iguales provocada supuestamente por motivos étnicos o religiosos, no puede resumirse en unos instantes de narrativa sensacionalista. Es preciso ver la película para acercarnos a su dimensión nacional, territorial y global, para entender la profundidad de su impacto en la historia mundial. En función de aportar complejidad a los análisis que se vienen desarrollando sobre el tema, damos un pantallazo sobre la coyuntura abierta después del 7 de octubre. Nos acercamos a las raíces del conflicto y analizamos el regreso de la cuestión Palestina al centro de la escena.

Un ataque sorpresivo, un gobierno golpeado y un escenario incierto 

Recapitulemos los últimos acontecimientos. El 7 de octubre, el Movimiento de Resistencia Islámica (Hamas) realizó un ataque en varios frentes (tierra, mar y aire) sobre el sur de Israel. Con una incursión terrestre, perforó las defensas israelíes, logrando derribar el muro de separación, burlar la última tecnología en vigilancia y conseguir vía libre para que un millar de combatientes palestinos masacre población civil. Hubo más de 1.500 muertos, la mayoría de ellos civiles, en los poblados cercanos a la Franja de Gaza. No podemos subestimar el impacto del ataque en Israel que, en solo unas horas, sufrió más bajas que en décadas y experimentó la peor irrupción territorial desde la Guerra de Yom Kippur, hace exactamente 50 años (1973). 

La respuesta israelí fue un castigo colectivo que lleva más de tres semanas. Los bombardeos sistemáticos y las incursiones terrestres han atacado infraestructura civil. Hasta ahora, hay más de 8.000 personas palestinas asesinadas, entre ellas, 3.000 niños y niñas, y miles de heridas atendidas en situaciones paupérrimas, sin anestesia, medicamentos, electricidad, luz ni agua. En las últimas horas, Israel cortó todas las líneas de comunicación (televisión y telefonía) para callar las voces de periodistas y evitar que se sepa la masacre que preparan. El objetivo político de Israel es la destrucción de Hamas, algo que parece muy difícil sin una invasión terrestre. Pero habrá que ver si está dispuesto a pagar el costo en vidas y si existe viabilidad técnica. Esto ha generado dudas tanto en el Ejército israelí como entre sus aliados norteamericanos. 

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Imagen: Mustafa Hassona / Anadolu vía Getty Images

Es un hecho que cuando la represión israelí se agudiza, se endurece la resistencia de los jóvenes palestinos tanto en la Franja de Gaza como en Cisjordania y el propio Israel (donde el 20% de la población es árabe). Los últimos años de humillaciones son un campo reseco para un levantamiento palestino. Miles han protestado en solidaridad con Gaza tanto en Ramallah, Hebrón y Nablus, donde podían verse ondear algunas banderas de Hamas o FPLP. Lo que deja a Israel en un dilema. 

Si profundiza las incursiones en Gaza, hay probabilidades de que sea atacado en varios frentes por los palestinos, además de intensificarse los combates con Hezbollah en el sur del Líbano, o incluso haya una escalada regional como ocurrió en la Guerra de los seis días (1967) y Yom Kippur (1973). Pero si deja a Hamas en control de Gaza, estaría permitiendo que se consideren «ganadores» del conflicto y amplíen su prestigio no solo entre palestinos, sino en todo el mundo árabe y musulmán. Tras una eventual derrota de Hamas, algunos analistas plantean la posibilidad de que la OLP retome el gobierno o que haya una “Fuerza de Paz” que ocupe territorio y lo administre durante un tiempo considerable. Todos escenarios hipotéticos, ya que no existe ninguna negociación en curso. 

Netanyahu anunció este sábado que la guerra entró en su «segunda fase», lo que plantea que el desenlace es lejano. Israel busca una «victoria decisiva» sobre la Resistencia Palestina, que modifique las relaciones de fuerza a largo plazo e imponga un nuevo status quo no solo en Gaza, sino en Cisjordania, los lugares santos y las regiones palestinas colonizadas. Estratégicamente, la invasión terrestre es solo un eslabón de un proyecto más amplio. Netanyahu, el primer ministro israelí, pendía de un hilo hace unos meses. Ahora busca instrumentalizar la situación de guerra para legitimar su polémica concepción de la Seguridad en la sociedad israelí, aunque paradójicamente esta situación es producto de la implementación de esas políticas, por aliarse a los sectores de extrema derecha israelí como Itamar Ben Gvir que forzó al máximo la situación palestina. Netanyahu intenta reorganizar a la sociedad tras su liderazgo con un gobierno de «Unidad Nacional» que incluye a su vieja coalición más algunos conservadores moderados, como su ex rival, Benny Gantz. Mientras dure la «guerra», tendrá un poder muy amplio, pero, para capitalizarlo políticamente, debe mostrar una rápida victoria para imponerse como líder indiscutido. 

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Imagen: AFP

La dimensión geopolítica 

Los bombardeos indiscriminados que reducen a escombros a Gaza, también mueven las placas tectónicas de la geopolítica en todo Medio Oriente y el norte de África. Situada a pocos kilómetros del canal de Suez, Gaza es un punto de interés vital para el egipcio Al Sisi. El autócrata busca evitar que su país se vea obligado a recibir decenas de miles de refugiados palestinos, producto de un conflicto prolongado. Jordania, Siria y el Líbano quieren evitar alteraciones cerca de su frontera. Mientras que Irán puede atacar a Israel de forma indirecta con sus aliados libaneses de Hezbollah y fortalecer su posición geopolítica regional al mostrarse como principal enemigo de Israel.

La mayoría de los países de Medio Oriente vienen tejiendo relaciones cercanas con Israel. En 2020, Donald Trump intentó formalizar las relaciones con la mediación americana en los llamados Acuerdos de Abraham. A partir de estas gestiones, Emiratos Árabes Unidos, Bahrein, Sudán y Marruecos se sumaron a Egipto (1978) y Jordania (1994) entre los países que reconocen la entidad del Estado de Israel, lo que significó un golpe durísimo para la causa palestina, ya que en el mundo árabe venía perdiendo centralidad luego de que la Primavera Árabe del 2011 abriera conflictos internos en muchos países, que redefinieron los escenarios regionales y las prioridades de los Estados. Arabia Saudita también se acercó a Israel a través de Estados Unidos. Pero cualquier «reconocimiento» del Estado israelí por la monarquía saudí quedó descartado tras el ataque de Hamas, que se beneficia al boicotear dicho acercamiento.

Aunque para los líderes árabes «negocios son negocios», la valoración de la causa palestina en los sectores populares del mundo árabe sigue siendo enorme. Por lo cual, los regímenes políticos suelen ser muy cuidadosos a la hora de posicionarse en relación a la situación del pueblo palestino. Las movilizaciones masivas en Marruecos, Yemen, Irak, Turquía (incluyendo a los kurdos), Jordania (donde hay una gran mayoría de palestinos refugiados), Siria y Egipto -en muchos casos contenidas y hasta organizadas por los Estados- presionan a los gobiernos para tomar cartas en el asunto. Pero, además, entran en tensión con el carácter autoritario de los regímenes políticos. Estos, para preservarse, se ven obligados a poner la cuestión palestina en un lugar destacado de su agenda al expresarse públicamente sobre la situación en Gaza, procurando mantener un status quo que evite tanto una escalada regional del conflicto como una situación de movilización dentro de sus países que escape al control de los gobiernos, como ocurrió en Primavera Árabe del 2011. 

Una causa de todos los árabes 

La relevancia de la lucha contra la ocupación de Palestina entre los árabes tiene raíces en su historia moderna. Tras la crisis del imperio otomano en el siglo XIX, las influencias del nacionalismo europeo dieron origen a sus vertientes árabes. De la misma manera que durante el siglo XIX nació el sionismo (movimiento nacionalista judío) que requería de un territorio para dar viabilidad al proyecto. Más allá de lo ideológico, también en términos territoriales los europeos determinaron en gran medida el destino de Medio Oriente, al imponer el pacto de Sykes-Pikot en 1916, con el que Francia e Inglaterra dividieron la región, incluyendo el territorio palestino. La difusión de la Declaración Balfour de 1917, donde el ministro de Relaciones Exteriores de Gran Bretaña prometía al barón Lionel Walter Rothschild construir un «hogar judío» en Palestina, correspondió a consolidar la posición de aliados confiables en esa región en momentos del estallido de la Revolución Rusa. La división de los nuevos países árabes fue percibida como artificial e impuesta. 

La tensión se profundizó a lo largo de los años, con hitos como el levantamiento árabe de 1936-1939, el cual tuvo su centro en Palestina y estuvo originado en la instalación masiva de judíos europeos dentro del Mandato británico que controlaba la región y aplastó el levantamiento, con decenas de miles de muertos. La partición del territorio palestino por la ONU y la creación del Estado de Israel en 1948 provocó la breve guerra árabe-israelí que termina en la Nakba (catástrofe) cuando Israel se impuso anexando alrededor del 20% más del territorio concedido por la ONU (54%). Cientos de miles de palestinos fueron desplazados de su tierra hacia campos de refugiados situados en los países limítrofes, dando lugar a graves conflictos internos allí donde se instalaron. Tanto la migración de los judíos que huían de la shoá hacia Palestina como la posterior expulsión de las milenarias comunidades judías de países como Egipto, Irak y Yemen consolidaron el proceso de colonización de Israel sobre Palestina, convirtiendo a los judíos en «extranjeros» dentro de los países árabes, a la vez que se degradaba el status de los árabes que permanecían en Israel. Desde entonces, Israel buscó consolidar su posición en Medio Oriente con el respaldo del imperialismo norteamericano y europeo, pero también quebrar la voluntad de los gobiernos y los pueblos árabes en relación a la defensa del pueblo palestino. 

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Imagen: Ali Jadallah / Anadolu / Getty Images

En estas horas críticas, Israel ha lanzado varias incursiones terrestres para testear el terreno, tanto en relación a la respuesta de Hamas como de Hezbollah e Irán. La inteligencia evidentemente no sabe con exactitud a qué se enfrenta o buscan provocar un escenario de confusión, lo que es aún más peligroso. Una escalada entre Israel y los palestinos pone a Medio Oriente al borde de un conflicto regional causado tanto por los desacuerdos que quedaron pendientes con sus vecinos árabes de Egipto, Jordania, Siria y Líbano tras las guerras de 1948, 1967, 1973 y 2006 como por la enorme popularidad de la causa palestina en el mundo árabe e islámico. La línea roja para la gran mayoría de los países es la invasión terrestre anunciada por Benjamin Netanyahu, quien plantea que se trata de una guerra entre el pueblo de la luz contra el pueblo de las tinieblas, citando un pasaje bíblico de Isaías. Entonces, si lo que guía a Netanyahu es un objetivo místico, reconoce que no hay disposición a una solución política posible y abre las puertas para una limpieza étnica e, incluso, un genocidio. Lo único que podrá torcerle la voluntad es una marea de solidaridad mundial con el pueblo palestino.

*Por Santiago Montag y Omar Floyd / Imagen de portada: EFE.

Palabras claves: Franja de Gaza, Israel, Palestina

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