Construcción con descartes de lana
Un equipo interdisciplinario de investigadores y profesionales de distintas universidades públicas desarrollaron un material para construcciones a partir del descarte de lana de oveja. Brinda aislamiento térmico y ahora están estudiando su capacidad de aislar sonidos y otras posibles ventajas, como resistencia al fuego y purificación del aire.
Por Vanina Lombardi para Agencia TSS
La lana es bien conocida por su uso en la industria textil, para elaborar tejidos que puedan mantener abrigadas a las personas. Pero no toda la lana puede ser utilizada con este fin. Es el caso de la lana de las razas ovinas que se crían para la obtención de carne. Los productores deben esquilar anualmente a sus animales para evitar inconvenientes en su desarrollo y su salud, y luego deben deshacerse de ella, ya sea quemándola, enterrándola o dándola como parte de pago de la esquila. Según datos del SENASA, se estima que en el país se generan 3,8 millones de kilos anuales de lana de descarte. El 97% de ellos correspondiente a pequeñas unidades productivas, que en territorio bonaerense son alrededor de 24.000.
“La lana tiene valor textil hasta 27 micrones de espesor”, explica la arquitecta Alejandra Núñez Berté, que conoce de cerca esta situación, ya que desde hace más de cinco años se dedica a estudiar posibles usos de lana de descarte en la construcción. Junto con su colega Ernesto Benavidez, que es ingeniero en zootecnia, desarrollaron el proyecto AbrigA, un emprendimiento arquitectónico que lleva procesados más de 30.000 kilos de lana sucia, que se han convertido en mantos aislantes termoacústicos que ya pueden ser utilizados en la construcción.
La idea inicial de trabajar con estos materiales surgió en el año 2019, como tema de estudio para la elaboración de la tesis de la maestría en Sustentabilidad en Arquitectura y Urbanismo que Núñez estaba cursando en la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Buenos Aires (FADU/UBA) desde el año anterior. El proyecto salió del papel y se convirtió en un emprendimiento de la denominada economía circular, que no solo involucra a pequeños productores de la provincia, sino también a otras PyME y especialistas de distintas universidades y organismos públicos.
“El objetivo final es social, tiene que ver con tratar de desarrollar el programa vinculado a mejorar las prácticas de agricultura y ganadería, es un mega trabajo de red”, dice Núñez Berté y advierte que, además de ayudar a los pequeños productores con la lana de descarte, también están haciendo ensayos en la Universidad Nacional de Lomas de Zamora para que los desechos que se generan durante la elaboración de estos materiales también puedan ser utilizados como mejoradores del sustrato hortícola, por ejemplo. «También estamos trabajando con un lavadero, para poder comprar a los productores y mandarla en lavar, porque para producir se necesitan como mínimo 30.000 kilos de lana, que no las genera un único productor», agrega la especialista.
Actualmente, AbrigA ofrece tres líneas de desarrollos, una que lleva el mismo nombre, que incluye mantos de aislación térmica y acústica para techos y muros; otra llamada AcústicA, que incluye paneles y equipamiento para acondicionamiento acústico; y una última denominada EnvuelvE, que son protectores térmicos para envases.
El material es similar al fieltro, de distintos espesores, y sus propiedades térmicas han sido probadas y avaladas por el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI). Actualmente, se están realizando ensayos para especificar la capacidad de aislamiento acústico en el Laboratorio de Acústica y Luminotecnia (LAL) de la Comisión de Investigaciones Científicas (CIC) de la provincia de Buenos Aires. Además, junto a este último instituto, también están trabajando en el desarrollo de paneles acústicos externos, similares a los que se utilizan actualmente, pero con un material que sea ignífugo y estéticamente más agradable.
Para lograr todo esto, no solo fueron ampliando las redes de colaboradores con las que trabajan, sino que también contaron con distintos financiamientos e incentivos económicos. “Los primeros 100 kilos de lana los procesamos con nuestro dinero, con eso hicimos la muestra en diciembre 2019”, recuerda Núñez Berté y destaca el apoyo posterior que obtuvieron por parte de la Unidad Ejecutora Provincial Buenos Aires de Ley Ovina, mediante la cual obtuvieron un crédito de 750 mil pesos (a reintegrar en 3 cuotas anuales sin interés), con el cual pudieron comprar y procesar 1.000 kilos de lana, ajustar el producto y hacer los ensayos de calidad térmica en el INTI y acústica en el LAL-CIC. “Se ensayaron cinco tabiques de una de las partes de su tratamiento acústico y ahora vamos a ensayar la parte de entrepisos y los paneles acústicos para bajar reverberación”, detalla Núñez Berté.
Al respecto, Nilda Vechiatti, investigadora del LAL-CIC a cargo de las pruebas acústicas de los materiales desarrollados por el proyecto AbrigA, destaca que es “interesante” participar en el desarrollo de un material que puede tener un triple impacto: económico, social y ambiental, y celebra que esta es la primera vez que reciben fondos que les permiten hacer ensayos propios para una investigación. “Otras veces hacemos ensayos para que una empresa desarrolle un material, pero al haber obtenido un subsidio, pudimos abrir una línea de investigación propia y tenemos la oportunidad de probar más cosas y hacer más ensayos”, subraya la especialista y especifica que se trata de $598.000 que recibieron mediante la convocatoria Ideas-Proyecto de la CIC del año pasado.
“Los responsables del proyecto AbrigA aportaron la lana; nosotros, con el subsidio, pudimos comprar las cosas necesarias para ensayar cuatro tabiques rellenos con lana, variando la cantidad de lana y la cantidad de placas de yeso, y comparándolo con un tabique similar, pero sin relleno”, detalla Vechiatti y explica que, para evaluar las propiedades acústicas de fonoabsorción de los distintos materiales, primero miden diferentes muestras pequeñas, entre las cuales seleccionan las que aportan resultados más óptimos, que ameritan la fabricación de 10 metros cuadrados para hacer luego un ensayo más completo, denominado “método de la cámara reverberante”, mediante el cual pueden terminar de caracterizar al material como absorbente o no.
Previamente, además, el proyecto había obtenido premios e incentivos como el de Fundación INVAP, a través del cual fueron incubados por un tiempo, y dos aportes no reembolsables (ANR) del Ministerio de Economía, uno de “Producir con Equidad” y el otro que se otorga a emprendedores de impacto. “Los ANR se usaron para comprar materia prima y producir con la fórmula particular que necesitamos para aprobar los ensayos del INTI”, afirma Núñez Berté y agrega que, el año pasado, también recibieron el premio Empretec, con el cual están trabajando en el patentamiento de estos desarrollos por un lado y en nuevos ensayos de resistencia al fuego.
La primera edificación que incluyó estos materiales se hizo en 2022, fue una casa bioclimática en la localidad de 25 de Mayo, en Buenos Aires, conocida como La escocesa. “Estamos haciendo un paper sobre ese trabajo que hicimos en una obra de la arquitecta Angie Dub, que tiene un estudio sustentable”, adelanta Núñez Berté y destaca que todos los desarrollos que hacen “siempre fueron acompañados por la parte de investigación académica, como ejemplo de transmisión de conocimientos”.
Ahora, además, están produciendo 12.000 metros cuadrados de rollos que la semana próxima serán enviados a los depósitos de Ley Ovina en la provincia de Buenos Aires, que licitó la compra de mantos termoacústicos que se distribuirán en forma gratuita en obras nuevas o remodelaciones que requieran mejorar la eficiencia energética y el acondicionamiento acústico, en edificios de diferentes municipios que se encuentren dentro de la Red Municipios por el Cambio Climático (RAMCC), como escuelas, salas, comedores y demás instalaciones municipales de uso comunitario.
En esta primera etapa, se utilizaron 20.000 kilos de lana que fueron procesadas por más de 30 productores y productoras de ovinos, capacitados para clasificar la lana y armar las partidas. Además, “el acuerdo incluye capacitaciones de eficiencia energética que voy a dictar para la comunidad, en un lenguaje comprensible, para que se entienda la importancia de la aislación térmica y envolvente”, adelanta Núñez Berté y concluye: “Haber estudiado una maestría y terminar con esto, que no estaba en los planes, fue como una aventura”.
*Por Vanina Lombardi para Agencia TSS / Imagen de portada: AbrigA.