Los resultados de las elecciones en España: entre el acuerdo y la segunda vuelta
El líder de la oposición conservadora, Alberto Núñez Feijóo del Partido Popular, se alza con la mayoría de los votos y escaños, pero el bloque derechista necesita otros apoyos para sostener una mayoría absoluta. En esta nota, algunas claves para comprender el escenario a futuro.
Por Jayro Sánchez para La tinta
«El futuro tiene muchos nombres. Para los débiles es lo inalcanzable. Para los temerosos, lo desconocido. Para los valientes es la oportunidad», escribió Víctor Hugo en su famosa novela Los miserables. Y, a la vista de los resultados de las elecciones generales celebradas ayer en España, tenía mucha razón.
El líder de la oposición conservadora, Alberto Núñez Feijóo, ha obtenido 8.091.840 millones de votos y 136 escaños en el Congreso de los Diputados, por lo que es el claro ganador de los comicios. Aunque, aún así, el Partido Popular (PP) no reúne el número necesario de parlamentarios para alcanzar la mayoría absoluta. Ni siquiera formando una coalición con Santiago Abascal y sus compañeros ultraderechistas de Vox, que ha sido el gran derrotado de la jornada, al perder a 19 de los 52 diputados que conservaba en la pasada legislatura.
No estaba muerto, estaba de parranda
Por su parte, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha salido más beneficiado de lo que muchos esperaban. La campaña político-mediática orquestada en su contra le ha pasado factura, pero el secretario general del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) ha mantenido los 120 escaños que obtuvo en las elecciones de noviembre de 2019 y tiene 2 nuevos asientos en la Cámara.
A su izquierda, la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo del actual Ejecutivo, Yolanda Díaz, ha debutado con su nueva formación, SUMAR, en un momento crítico para la coalición gobernante. Y sus logros no son nada desdeñables: ha podido aglutinar en torno a su figura al resto de corrientes progresistas españolas y ha adquirido 31 escaños. Es una cifra más que aceptable teniendo en cuenta el desgaste producido por su permanencia en las instituciones durante los últimos 4 años y el poco tiempo con el que ha contado para preparar su programa y atraer a sus posibles votantes.
Acuerdo entre la «industria» y los «minoristas»
Hace 80 años, uno de los expresidentes socialistas de la II República, Juan Negrín, decía que «resistir es vencer». Y, en este caso, es cierto. Pero, por muy meritoria que haya sido su gesta, la izquierda no posee el número «mágico» de la mayoría absoluta: 176 congresistas. Si quiere gobernar, tendrá que ejecutar ciertas «maniobras» en el Parlamento, porque solo cuenta con 153 diputados frente a los 169 de una potencial alianza entre conservadores.
En la actualidad, los guardas de la entrada a la sede del Consejo de Ministros, el palacio de la Moncloa, son los nacionalistas «periféricos» que tienen representación en Madrid. Y serían demasiado estúpidos si descruzaran sus alabardas sin negociar un precio.
El 7 de enero de 2020, Sánchez fue investido presidente por mayoría simple. Tenía el apoyo de la izquierda, el Bloque Nacionalista Gallego (BNG), el Partido Nacionalista Vasco (PNV), Teruel Existe y Nueva Canarias. Frente a él, se posicionaban el PP, Vox, Ciudadanos (Cs), Junts per Catalunya (JxCat), Coalición Canaria y el Partido Regionalista de Cantabria (PRC). Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) y Euskal Herria Bildu (EH Bildu) se abstuvieron. El nombramiento del candidato socialista se resolvió con 167 votos a favor, 165 en contra y 18 abstenciones. Aunque, cuatro años después, la situación es más compleja.
Varias de las formaciones que actuaron en pro del secretario general del PSOE han perdido escaños y JxCat es la que tiene la clave para poner fin a este problema. «No haremos presidente a Sánchez a cambio de nada», ha advertido su actual dirigente, Miriam Nogueras.
Pacto entre caballeros
Tanto Sánchez como Feijóo deben elegir entre hacer concesiones a los catalanistas o repetir las elecciones. La cuestión es quién tiene más margen para negociar y, en este sentido, el líder del bloque progresista juega con ventaja.
Es cierto que la indignación se extendería entre algunos sectores de la militancia y de la alta jerarquía del PSOE si su cúpula dirigente intentara decretar una amnistía para el expresidente de la Generalitat catalana, Carles Puigdemont. Este permanece exiliado en Bélgica desde que, en 2017, intentara organizar la celebración de un referéndum de independencia ilegal en Cataluña.
La del «perdono y olvido» es una de las líneas rojas que Sánchez no puede sobrepasar, ya que se enfrentaría a su propio partido y a la acción de los órganos legislativos y judiciales españoles. Pero, si es inteligente, cederá ante Batet y sus homólogos de ERC en otros asuntos.
Jaque mate
En cambio, a Feijóo no le es posible utilizar la «estrategia de la zanahoria» con los nacionalistas «periféricos». El discurso que ha adoptado el bloque de la derecha contra ellos en la campaña electoral y las acusaciones vertidas contra el presidente Sánchez por dialogar con los «secesionistas» le harían parecer incoherente ante la ciudadanía. Y despertarían una nueva rebelión en el interior del Partido Popular, que ya expulsó a su anterior presidente, Pablo Casado, en un rápido «golpe de Estado» en el que la popular presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz-Ayuso, tuvo un papel protagonista.
El líder de la bancada «azul» no puede permitirse perder el apoyo de la «máquina» electoral que es Ayuso. También debe mantener relaciones con los «halcones» de Abascal, junto a quienes controla las instituciones autonómicas de Castilla y León, la Comunidad Valenciana y Extremadura.
*Por Jayro Sánchez para La tinta / Imagen de portada: REUTERS / Juan Medina.