Política sanitaria y proceso electoral en Córdoba
Córdoba enfrenta un nuevo proceso electoral para renovar autoridades, tanto provinciales como municipales. La pandemia, y la forma en que esta puso de manifiesto las limitaciones de nuestro sistema sanitario, hacía suponer que “la salud” estaría entre los principales temas de la agenda electoral. El duro conflicto gremial que el Gobierno provincial viene enfrentando desde finales de 2022 en el sector es un factor adicional que fortalecía esta presuposición. Lamentablemente, hasta el momento, no es lo que sucede.
Por Iván Ase para La tinta*
Nuestro sistema sanitario provincial arrastra, desde hace por lo menos 20 años, serios problemas estructurales que podrían resumirse en un triple déficit: de coordinación e integración, de financiamiento y de recursos humanos. No obstante, la campaña electoral transcurre entre inauguraciones y expresiones autolaudatorias, por parte de las autoridades sanitarias actuales, y un conjunto de afirmaciones generales y meras expresiones de deseos, por parte de quienes aspiran a reemplazarlas al finalizar el proceso electoral. Es decir, navegamos entre la falta de autocrítica y la carencia de nuevas ideas para enfrentar los problemas señalados.
En este contexto, no deja de ser auspiciosa la convocatoria, por parte del Gobierno provincial, a constituir un Consejo Provincial de Salud entre todos los actores que conforman el campo de la salud de la región, con el objetivo de generar un espacio de debate y construcción de consensos con un sentido de mediano y largo plazo. Y más allá de que el mismo se haya presentado con el formato de una nueva “inauguración” electoral y pueda perfeccionarse en un futuro, no deja de ser una herramienta innovadora y potencialmente útil en la compleja tarea de construir acuerdos sostenibles en el tiempo.
Durante su presentación, el presidente de la Comisión de Salud de la Unicameral y actual “tutor” del Ministerio de Salud Provincial, legislador Francisco Fortuna, señaló llamativamente “que la provincia no había logrado resolver los problemas de desintegración sanitaria generados por la descentralización llevada a cabo a mediados de los noventa en la provincia” y “para lo cual este Consejo Provincial era una respuesta”. Reconocimiento que, aunque tardío, no deja de ser imprescindible.
La provincia de Córdoba necesita imperiosamente construir un diagnóstico consensuado sobre los problemas de nuestro sistema sanitario y, a partir de ello, diseñar políticas que tengan continuidad para resolverlos. De esta forma, se evitarán las políticas pendulares o aquellas orientadas por un “cortoplacismo” extremo.
Un ejemplo de lo dicho es lo que estamos viviendo actualmente en Córdoba en materia de política sanitaria. La Municipalidad de la ciudad promociona, en nombre de un supuesto innovador modelo de gestión, la multiplicación de hospitales de media y alta complejidad, “llevando la alta tecnología a cada barrio”, mientras el Gobierno provincial promueve la formación de médicos de primer nivel de atención y su radicación en municipios del interior. Es decir, a contramano de las recomendaciones de los organismos sanitarios internacionales y de la propia legislación provincial en materia de descentralización -y sin que haya existido debate alguno-, en la provincia, asistimos a una suerte de “descentralización invertida”: se descentraliza la media y alta complejidad, y se centraliza la promoción de recursos humanos para el primer nivel de atención.
Pero, además, se contradicen decisiones previas del propio Gobierno provincial. En el año 2009, se desactivó el Programa “Residencia de Salud Familiar”, que también promovía la formación de Equipos de Salud Familiar y su radicación en el interior provincial, y en el que se destinó una gran cantidad de recursos provenientes de un crédito del BID, con el argumento de que “la provincia no podía seguir financiando al primer nivel de atención de incumbencia municipal”.
¿Es posible pensar que jóvenes profesionales de la salud apuesten a proyectos profesionales y familiares, radicándose en el interior provincial, en medio de estos “bandazos” de política sanitaria? ¿Cuánto tiempo durará la iniciativa actual si la misma no es producto de consensos transversales que atraviesen gestiones ministeriales y gobiernos?
¿Y quién se ocupará de fortalecer el primer nivel de atención si los municipios se ocupan de la media y alta complejidad? La Municipalidad de Córdoba hace décadas que destina más del 60% de su presupuesto en salud para financiar sus hospitales. La incorporación de otros cuatro, de entre media y alta complejidad, seguramente tendrá efectos presupuestarios en detrimento de su históricamente desfinanciado primer nivel de atención. En salud, lo rentable electoralmente no necesariamente es racional desde el punto de vista de la organización y financiamiento del sistema.
Necesitamos, en Córdoba, darnos un debate sobre nuestro sistema de salud. Para que, de una vez por todas, con un sentido estratégico, los gobiernos puedan adelantarse a los problemas en lugar de ir por detrás de ellos con políticas “parches”, de corto plazo y discontinuas. Esperemos que este Consejo Provincial de la Salud, más allá de quién gane las próximas elecciones, pueda ser el lugar para lograrlo.
*Por Iván Ase para La tinta / Imagen de portada: Ana Medero para La tinta.
*Docente e investigador del IIFAP – FCS – UNC.