George Soros cede el mando

George Soros cede el mando
13 junio, 2023 por Gonzalo Fiore Viani

El multimillonario de origen húngaro ungió como sucesor a su hijo Alex. El empresario, acérrimo defensor del libre mercado, es blanco de la ultraderecha, que lo acusa de encabezar el movimiento globalista.

Por Gonzalo Fiore Viani para La tinta

En una movida que puede recordar a Succession, la exitosa serie de HBO, el multimillonario George Soros, de 92 años, le cedió el control de su fundación, la Open Society Foundation (OSF), a su hijo Alex, de 37 años, en detrimento del hijo mayor, Jonathan, un abogado de 52, que se perfilaba como el sucesor natural de su padre hasta que, en 2011, decidió romper comercialmente tras algunos entredichos.

Durante toda su vida empresarial, Soros se caracterizó como un hombre impredecible y de decisiones impulsivas. Si bien había dicho hace tiempo que no quería dejar su fundación a ninguno de sus cinco hijos, afirmó que Alex, que lo acompaña desde hace varios años en sus reuniones y viajes, “se lo ha ganado”. El mega imperio de la OSF se encuentra valuado, aproximadamente, en 25.000 millones de dólares. La fortuna personal del magnate asciende a los 8.300 millones de dólares, según la agencia Bloomberg.

La Open Society y el mismo Soros, un multimillonario de origen húngaro que vive hace décadas en Estados Unidos, son señalados por la derecha y la extrema derecha como una especie de “comunista” internacionalista y globalista que se dedica a financiar a movimientos de izquierda alrededor del mundo. Esta percepción sobre la fundación, sin dudas, no va a cambiar con el advenimiento de Alex, quien declaró ser “más político” que su padre y que “mientras el otro bando” siga financiando a la derecha, Open Society seguirá poniendo dinero a los políticos y fundaciones de izquierda y liberales.

Imagen: George y Alex Soros

La fundación dona aproximadamente 1.500 millones de dólares anuales a distintas organizaciones y dirigentes políticos. Las causas que más le interesan a Alex son la despenalización del aborto, el derecho al voto, la igualdad de género, la ampliación de derechos para la comunidad LGBTIQ+ y el libre mercado. En 2012, creó su propia fundación con el objetivo de promover la “justicia social y los derechos humanos”.


Entre sus principales y más inmediatas preocupaciones, se encuentra desempeñar un rol activo en las elecciones de 2024, más precisamente, apoyando a los demócratas para evitar un potencial regreso de Donald Trump a la Casa Blanca. El expresidente ha vinculado recientemente a Soros con Alvin Bragg, el fiscal del caso que lo tiene imputado por supuestamente haber realizado sobornos con fondos de campaña a la actriz porno Stormy Daniels, algo que el magnate negó terminantemente. En un comunicado publicado en abril pasado, Soros admitió haber realizado distintas donaciones a “fiscales de tendencia reformista” a partir de un grupo de financiación creado por él mismo, llamado Democracy PAC, aunque afirmó que “ninguno de estos fondos fue asignado a la campaña de Bragg”. Para Soros, Trump y sus seguidores “han tratado de desviar la atención de los hechos de este caso en manos del fiscal”, sugiriendo “falsamente que Soros tuvo un papel en la decisión del gran jurado y en los fiscales del distrito”.


En la misma línea, Elon Musk ha realizado declaraciones contra Soros, que pueden ser tildadas de antisemitas. El pasado 15 de mayo, el presidente de la compañía Tesla tuiteó acusando al magnate en retirada de “odiar a la humanidad” y que le “recuerda a Magneto”, en referencia al villano de la saga X-Men. Como el personaje del cómic es judío -al igual que Soros-, Musk fue acusado de antisemitismo por la Liga Antidifamación. Lo cierto es que Musk, como Trump, se oponen a todas las causas que la OSF defiende, por lo que el húngaro se convirtió en un enemigo a atacar cada vez que pueden y un blanco fácil para utilizar de chivo expiatorio frente a sus seguidores y seguidoras. De la misma manera que hacen otros dirigentes políticos de extrema derecha europeos, como Marine Le Pen en Francia, Georgia Meloni en Italia o Viktor Órban en Hungría, donde Soros es una especie de persona non grata por su ferviente oposición al gobierno. Todo indica que esto se profundizará con la llegada de Alex a la fundación, con un estilo, como él mismo admite, más político y confrontativo que el de su padre.

George Soros sobrevivió al Holocausto y, luego, huyó de la Hungría comunista, para después acumular 44.000 millones de dólares a través de la especulación financiera. Son muchas las teorías conspirativas que esgrime la extrema derecha global respecto del millonario. En el Reino Unido, es conocido como “el hombre que quebró el Banco de Inglaterra” en 1992. Junto con otros especuladores de divisas, tomó prestadas libras y las vendió luego, ayudando a reducir el precio de la libra esterlina en los mercados de divisas, forzando al Reino Unido a salir del Mecanismo Europeo de Tipos de Cambio. En el proceso, ganó más de 1.000 millones de dólares.

Soros creó la OSF en 1979 y, actualmente, opera en 120 países alrededor del mundo. Las primeras teorías conspirativas sobre su figura surgieron a principios de la década de 1990, pero adquirieron notoriedad después de que condenara la guerra de Irak, en 2003, y comenzara a donar millones de dólares al Partido Demócrata.

A su vez, la OSF apoya una amplia gama de iniciativas y programas en áreas como la justicia penal, la igualdad racial, la libertad de expresión, la educación, la salud pública y el fortalecimiento de la sociedad civil. También brinda apoyo financiero y recursos a organizaciones no gubernamentales, académicos, defensores de derechos humanos y movimientos sociales que trabajan en favor de la apertura y la inclusión en sus respectivos países. Además de su trabajo en el ámbito nacional, la Open Society Foundation tiene un enfoque global, colaborando con organizaciones y redes internacionales para abordar desafíos como la gobernanza global, la migración, el cambio climático y la justicia económica. A través de su labor, la fundación busca promover sociedades abiertas y fomentar la participación ciudadana, la transparencia y la rendición de cuentas en todas las esferas de la vida social y política.

Sin embargo, esto se agravó tras la llegada de Trump a la Casa Blanca, que decidió mostrar en Soros una especie de enemigo de todo lo que representaba. En agosto de 2017, neonazis llevaron adelante una procesión con antorchas en la ciudad de Charlottesville, Virginia, y se enfrentaron con manifestantes contrarios, lo que desató la tragedia cuando un supremacista blanco condujo un auto contra la multitud, atropellando y matando a Heather Heyer, de 32 años. Sin ningún tipo de prueba, los seguidores de Trump comenzaron a afirmar que los hechos fueron orquestados por Soros, con el objetivo de esmerilar la reputación del entonces presidente. El locutor de radio de extrema derecha, Alex Jones, aseguró, incluso, que todo era parte de un golpe de parte del deep state, o Estado profundo, que tenía como finalidad destituir a Trump. A partir de allí, las “teorías” sólo se extendieron y se hicieron cada vez más y más locas.

A Soros hasta lo acusan de estar detrás de un delirante plan llamado el “genocidio blanco”, cuyo fin sería reemplazar a las personas blancas y eliminarlas. Los nazis en Charlottesville cantaban “los judíos no nos reemplazarán”, durante la marcha de 2017.

Soros es el blanco de la extrema derecha no sólo en Estados Unidos. El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, ha llegado a afirmar que el magnate de OSF se encuentra detrás de una “conspiración judía para dividir Turquía y otros países” mediante la inmigración masiva financiada por su fundación, algo repetido por el ex primer ministro italiano, Matteo Salvini, o el impulsor del Brexit, Nigel Farage.

En un discurso de 2018, Órban dijo sobre Soros: “Estamos luchando contra un enemigo que es diferente a nosotros. No es abierto, sino que se esconde. No es directo, sino astuto. No es honesto, sino falto de principios. No es nacional, sino internacional. No cree en el trabajo, sino que especula con el dinero. No tiene su propia patria, pero siente que posee todo el mundo”. Algo que comenzó como una oscura teoría de conspiración en foros de internet de seguidores y seguidoras de Trump, y de la extrema derecha supremacista blanca estadounidense, terminó en la boca de presidentes y dirigentes mundiales de peso.

Los ataques a Soros parecen contener todos los tópicos antisemitas clásicos, que recuerdan a los peores momentos de la historia de la humanidad y que se creían superados hace tiempo. Parte del estilo de los liderazgos populistas es inventar enemigos para polarizar y mostrarse “del lado del pueblo”. Pocos personajes son más fáciles de erigir como adversarios para gente como Trump que un multimillonario que hizo su fortuna a través de la especulación financiera y que dona dinero a organismos liberales y progresistas. Lo cierto es que la OSF también se opone a gobiernos como la China de Xi Jinping o la Rusia de Vladimir Putin, financiando a sus opositores. Esto no cambiará con la llegada de su hijo, que promete generar un revuelo político importante en el contexto de un año electoral complejo en Estados Unidos y un momento global particularmente turbulento.

*Por Gonzalo Fiore Viani para La tinta / Foto de portada: A/D.

Palabras claves: Donald Trump, Estados Unidos, George Soros

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