Mayo con M de Menstrual
Como todos los años, desde hace aproximadamente una década, los activismos y artivismos menstruales proponemos distintas actividades de visibilización del ciclo menstrual-ovulatorio, de difusión e información, y de reclamo de políticas públicas para mejorar y dignificar la vida de las personas que menstruamos. Un escenario que no es nuevo, pero que se ha reinventado con la cuarta ola feminista. En esta nota, te contamos algunas de las demandas vigentes y actividades que se realizarán en el marco de este 28 de mayo, Día Internacional de Acción por la Salud de las personas con útero.
Por Núria Calafell Sala y Ornela Barone Zallocco para La tinta
En pleno 2023, cuando la inteligencia artificial ya ha logrado gestar bebés en un útero artificial, este fluido endometrial sigue arrastrando imaginarios de vergüenza, suciedad, incomodidad y abyección, marcando al cuerpo como ingobernable e impredecible, dominado por una naturaleza ininteligible de la que es necesario desprenderse para no alterar el orden heteronormativo, capitalista y patriarcal impuesto. Esto lleva, entre otras cosas, a que quienes menstruamos seamos condenades a esa “interminable condición de espectro” que, en las potentes y siempre inspiradoras palabras de Judith Butler, hace nuestras experiencias menstruales precarias y, por extensión, también nuestras vidas. Eso sin mencionar que esta precarización muchas veces se agudiza y profundiza cuando, a esta condición fantasmagórica, se agregan interseccionalidades como la discapacidad, la disidencia sexogenérica, la pobreza y un largo etcétera.
¿Cómo es posible que el desarrollo de la ciencia y la tecnología permita concebir en un útero artificial, pero no desarmar el tabú menstrual? ¿Por qué, aun con la implementación de políticas públicas en relación a las demandas transfeministas, las políticas en relación al ciclo menstrual-ovulatorio no adquirieron estado parlamentario? ¿Por qué, en las capacitaciones de Educación Sexual Integral (ESI), este no se trabaja como contenido específico?
La menstruación como factor de exclusión, discriminación y desigualdad
En los últimos dos años, han circulado una serie de informes gubernamentales y no gubernamentales muy valiosos del Ministerio de Economía y Jefatura de Gabinete de Ministros; de la ONG Eco House y Red de Circuladorxs; y del Ministerio de Economía y UNICEF que, desde distintas disciplinas y abordajes, exhiben datos e informaciones sistematizadas que dan cuenta de que menstruar sigue siendo motivo de exclusión, discriminación y desigualdad en Argentina. Además, es un factor de ausentismo escolar y, en menor medida, laboral, lo que no sorprende si consideramos que, desde el año 2006 al presente, aún existen muchas deudas significativas para una comprensión integral de las dimensiones contextuales, afectivas, sociales, alimenticias y de salud del ciclo menstrual-ovulatorio. Por eso mismo, todavía siguen siendo muchas las personas que reciben su menarquía (primer sangrado) y su menopausia (finalización del mismo) con temor y desinformación.
Por otro lado, hay que tener en cuenta el alto valor impositivo grabado sobre los productos de gestión menstrual (un 21%, a pesar de ser productos de primera necesidad). De acuerdo al material elaborado por el Ministerio de Economía y UNICEF, en 2022 en Argentina, más de 12 millones de niñas, adolescentes, mujeres, varones trans y no binaries menstruaron. Si consideramos que, en abril de 2023, una Canasta Básica Total tipo 2, según INDEC, fue de $191.228, nos preguntamos: ¿cuánto necesita percibir una familia con una o dos personas menstruantes?
De las personas que fueron consultadas en la Primera Encuesta de Gestión Menstrual, realizada por la Defensoría del Pueblo de la Provincia de Buenos Aires (PBA), casi la mitad manifestaron ausentarse de la escuela o facultad durante los días de su sangrado, mientras que un 22,3% expresó que dejó de cumplir con la jornada laboral en algún momento por estar menstruando. Los motivos pueden ser múltiples y variados, observamos que suelen relacionarse con los agobiantes y muchas veces naturalizados dolores menstruales, con la dificultad o imposibilidad económica de comprar productos de gestión menstrual, y con la interiorización de sensaciones de incomodidad o vergüenza.
Un tabú que se reinventa
A principios de este año, en el programa de Telefé, A la Barbarrosa, la modelo e influencer, Sofía Jujuy, vestida con un pantalón blanco apretado, bailaba con entusiasmo una canción mientras la cámara realizaba un plano detalle de su cola mostrando la evidencia, esa mancha roja delatora, al tiempo que Georgina “se percataba” de lo ocurrido e incurría en tapar la amenaza al orden con unos exagerados ademanes para que Sofía quedara de espaldas. Una vez más, fuimos parte de esa imagen del desborde, tantas veces sucedida en las cotidianidades de muches, en tantos imaginarios citada, comercialmente usada para las publicidades de dispositivos descartables y nuevamente vuelta a televisar aquí como una “performance”.
Con expresiones de apuro e incomodidad, luego de retirarse del programa para cambiarse, sus compañeres le decían: “No es nada”, “es algo normal”, “nos pasa a todas las mujeres”. Esto recuerda lo que Iris Marion Young supo definir como “la opresión del clóset de la menstruación”, a saber: la disociación entre lo que se nos dice públicamente (este “no pasa nada”) y lo que recibimos a través de gestos y expresiones (que es algo que hay que tapar y velar de todos los sentidos). Y, como consecuencia, el desajuste entre las necesidades de quienes, mes a mes, menstruamos y las (todavía muy insuficientes) respuestas institucionales, ya sean educativas, culturales o políticas.
Lo que quiso ser un gesto de “normalización” y de “naturalización” a través del lenguaje, se transformó en una renovada performance de la vergüenza y la ocultación. De hecho, no es para nada menor el dato que se supo a posteriori acerca de quién lo financió: la empresa productora de toallitas y tampones descartables, KOTEX, de Kimberly-Clark, una de las principales empresas que integran la llamada industria del FemCare.
Desde nuestro lugar de investigadoras académicas y activistas menstruales, insistimos en la necesidad de la visibilización en cada mayo a través del hashtag #MayoMenstrua, con contenidos que problematizan y cuestionan los discursos socioculturales, políticos y estéticos que, en Argentina, aún hoy, asocian la menstruación y la ciclicidad menstrual-ovulatoria a las corporalidades feminizadas, inmaculadas (es decir, sin mancha alguna), higiénicas y proactivas.
Por eso, invitamos a la comunidad lectora a acompañar y hacer eco de los reclamos que, año tras año, realizamos desde distintos lugares del país. Algunas de las que tendrán lugar este 2023 son: el ciclo de vivos de la Red de circuladorxs a lo largo de todo el mes de mayo; el “Viedma Menstrúa” los días 6 y 7 de mayo, un evento pensado desde la integralidad para hablar de menstruación, soberanía alimentaria y ESI, entre otras temáticas; las Primeras Jornadas “(de)formaciones menstruales” de la Facultad de Humanidades y Trabajo Social, y Ciencias de la Salud de la UNMdP los días 18 y 19 de mayo, un espacio para experienciar y reflexionar académica y artísticamente en relación a la politicidad del ciclo menstrual-ovulatorio; y el encuentro por la visibilización de la salud menstrual “Corporalidades y saberes cíclicos”, coordinado por el grupo autoconvocado Fogón Rojo Cordobés, en la Casa Pepino el 20 de mayo.
*Por Núria Calafell Sala y Ornela Barone Zallocco para La tinta / Imagen de portada: Soledad Sgarella para La tinta.