#ColumnadeSalud | Homeopatía: «La búsqueda de la propia salud es un derecho»
Ante el sistema médico hegemónico que nos fragmenta, oponemos la circulación de los saberes sobre las formas de sanar(nos). En esta nota, nos metemos en el mundo de la homeopatía, una medicina que parte de la persona individual para tratar sus afecciones, administrando dosis infinitesimales de sustancias naturales a partir de la ley de similitud. Nos ayuda a pensar Silvina Parodi, médica que se anima a combinar esta medicina con la alopatía en instituciones públicas de la provincia.
Por Anabella Antonelli y Nadya Scherbovsky para La tinta
Hace unos 20 años, cuando recién vine a vivir a Córdoba, una amiga me recomendó consultar con una homeópata por una afección en la vejiga. En ese momento, y viniendo de un pequeño pueblo de eso que llaman “el interior”, lo que no era ámbito de la medicina tradicional era terreno de curanderas (y con mucho respeto). Pero existía este otro mundo, el de las llamadas “medicinas alternativas”. Aunque me explicaron que tenía comprobación científica, el médico que me hacía el Pap anual en un consultorio de medicina preventiva se reía diciendo que me atendía con una bruja. Se conoce “lo alternativo” al mismo tiempo que el estigma o la razón de por qué es alternativo, que es lo mismo.
Silvina Parodi es médica con formación en medicina familiar y homeopatía, y trabaja combinando estos saberes con la alopatía en un Centro de Atención Primaria de la Salud (CAPS) en la Comuna del Manzano, en Sierras Chicas. En conversación con La tinta, nos cuenta que, desde que comenzó a cursar medicina, se interesó por otras formas de entender la salud y la enfermedad. “Pero, puntualmente, a la homeopatía me acercaron mis hijos. Cuando parí mi primera hija, andaba en busca de un pediatra que no nos llenara de corticoides y antibióticos. Las parteras que me acompañaron me recomendaron una pediatra homeópata”. Le llamó la atención la confianza que transmitía, respetuosa de la fisiología y de los procesos.
En el CAPS donde trabaja como médica de familia, utiliza las dos herramientas, intentando una mirada integral, proponiendo el recurso que le parece necesario: “La idea es hacer una medicina que sea amorosa con las personas y con el mundo, la homeopatía se ajusta a este propósito por su enfoque y por los recursos que utiliza, pero no es lo único. Cuando la enfermedad es grave, compleja o tórpida, o cuando no responde del todo a la terapéutica que propongo, acompaño a la persona en el camino de buscar su propio plan terapéutico, que explore otras terapias alternativas a ver con cuál resuena, que interconsulte con un cirujano, un oncólogo, lo que haga falta. Luego, vemos las ventajas y desventajas, los miedos, las posibilidades, porque el camino es bien personal”.
Pero… ¿qué es la homeopatía?
Aunque, en muchos casos, la medicina tradicional la incorpora como una “medicina complementaria”, no se trata de una terapéutica más, sino de otra concepción acerca de la salud y la enfermedad. Es una medicina de base científica que persigue la sanación de las personas a través de remedios a base de sustancias de origen natural en dosis infinitesimales, prescriptos siguiendo la ley de similitud, es decir, entendiendo que la sustancia que provoca cierta enfermedad en una persona sana es la misma que puede curarla en caso de tener esa afección.
Esta forma de medicina tiene antecedentes que datan de hace más de mil años, pero se reconoce que la homeopatía como tal nació a finales del siglo XVIII, de la mano del alemán Samuel Hahnemann. La ley de similitud es uno de los principios rectores, que se relaciona con lo que Hahnemann llamó «fuerza vital»: el poder de los seres vivos a sanarse por sí mismos. Cuando se estimula esta fuerza vital (con un remedio homeopático, por ejemplo), se tiende a producir una modificación y la consiguiente desaparición de los síntomas que estaban presentes. Para esta medicina, los síntomas y signos de una enfermedad constituyen el esfuerzo concentrado del organismo para curarse a sí mismo y el remedio sólo inicia o refuerza el intento de sanar.
“Para la homeopatía, no existen enfermedades, sino enfermos -explica Silvina-. En esta lógica, la consulta se centra en individualizar a la persona, indagar en todos los aspectos, conocer su particularidad, entonces, aporta integralidad en una medicina cada vez más fragmentada. A la vez, esto abre un espacio de escucha, donde la persona se permite hablar de lo que sucede, de lo que siente y esto es, en sí mismo, reparador”.
Para el diagnóstico homeopático, se utiliza el examen minucioso y directo de quien consulta, y, a partir de aquí, se busca la sustancia medicinal cuyos signos y síntomas sean lo más parecido posible a los de la afección. Se observa el cuadro sintomático de una persona en forma integral, incluyendo información psicológica, emocional, física y hereditaria.
En relación a los preparados homeopáticos, los remedios, se trata de microdosis de sustancia activa. Por medio de diluciones y dinamizaciones, se obtiene el remedio homeopático. El proceso completo de creación de los remedios homeopáticos se llama «potenciación», entendiendo que cada disolución sucesiva lo hace más potente. Hoy, se reconocen más de 2.000 remedios y cada día se descubren nuevas plantas (hojas, raíces y frutos), componentes que provienen del reino mineral (tierra y minerales) y elementos que provienen del reino animal. Existen remedios simples, constituidos por una sola sustancia, que se aplican para diversas patologías a la vez; y otros compuestos, que contienen distintas sustancias y tienen indicación terapéutica más específica.
“La homeopatía no tiene efectos secundarios ni contraindicaciones, es una medicina segura que puede utilizarse en el embarazo o la lactancia sin problemas. Es económica y sustentable en un mundo que colapsa por el uso abusivo de la naturaleza -sigue la médica-. Otro aporte es que podemos acompañar cualquier proceso, porque, en realidad, acompañamos a quien consulta, entonces, sirve para las enfermedades virales, por ejemplo, para las que la alopatía no ofrece grandes recursos”.
Resistir o integrar
A la homeopatía se la ha acusado de pseudociencia durante décadas, sin embargo, actualmente goza de mayor aceptación, al menos como terapia complementaria. Silvina cree que los estigmas y las controversias se relacionan con el modelo médico hegemónico que, siendo hegemónico, “opera descalificando y excluyendo otros saberes. En general, el paradigma positivista y mecanicista en el que nos basamos pone las reglas del juego a la hora de producir y validar conocimiento, y esto deja fuera un gran espectro de posibilidades que existen en el mundo y que, además, las personas muchas veces eligen usar. La ciencia también se niega y se excluye a sí misma, tiene sus resistencias al cambio, la historia está llena ejemplos, creo que la homeopatía también es uno”, señala.
Esta persecución, para la médica, genera una reacción en quienes hacen medicinas alternativas, que denostan el sistema médico y así se perpetúa el conflicto. “El más perjudicado es el paciente: en lugar de empoderarse en torno a su salud, en lugar de enfocarse en encontrar su modo de sanar, tiene que andar escondiendo sus elecciones para no ser reprendido, como si nosotros pudiéramos retar, coaccionar o tomar decisiones sobre la vida y el cuerpo ajeno” , reflexiona.
Integrar la homeopatía en la atención de un Centro de Atención Primaria de Salud es un desafío que, en el sistema de salud actual, necesita diversas estrategias: para vencer las resistencias a “lo nuevo” de colegas; para torcer la desconfianza de pacientes; para integrar las dos miradas y que sirva a los fines curativos; para compatibilizar la atención pública tradicional con la consulta homeopática que necesita, por ejemplo, de otros tiempos. Aunque lleva esfuerzo, Silvina está convencida de que vale la pena.
En otros países, la homeopatía y otras medicinas alternativas están incluidas en las prestaciones del sistema de salud, “esto garantiza su acceso, lo cual es un derecho, porque es un derecho la búsqueda de la propia salud. Aquí, como mínimo, debiéramos empezar por aceptarla y articular”, concluye.
*Por Anabella Antonelli y Nadya Scherbovsky para La tinta / Imagen de portada: A/D.
