¿Somos la generación del dolor de espalda?

¿Somos la generación del dolor de espalda?
24 febrero, 2023 por Verónika Ferrucci

“Soy Karen, ayudo a tu espalda a estar más feliz, hago videos, doy altas clases y tengo un gato”, así se presenta en su Instagram de Taller de Flexibilidad Integral, el espacio que coordina en pleno Alberdi hace años. Una propuesta para sentir el cuerpo y volver a él después de pasarnos horas trabajando, en malas posiciones y sin confort. ¿Podemos sentirnos cómodos con nuestra espalda? No hay soluciones mágicas, pero sí mucho por aprender. 

Por Verónika Ferrucci para La tinta

Mientras escribo esta nota, me duele la zona escapular de mi espalda, como casi todos los días. Vos que ahora estás leyendo: ¿cómo sentís tu espalda? Hace un tiempo, leí un artículo que decía que les millennials seremos recordados como la “generación del dolor de espalda”. Buenísimo, no era necesaria tanta épica para nuestros memoriales. La explicación -simplona- es que crecimos con el desarrollo tecnológico y ese impacto es y será cada vez más notorio en el cuerpo. Datos, no opiniones: si te duele la espalda, no estás en soledad. Según un estudio que publicó la revista científica The Lancet, desde 1990, ha aumentado en más del 50% el dolor de espalda. Refiere a que todas las personas tendrán, particularmente, dolor lumbar en algún momento. Te pasa a vos y a 540 millones de personas más.

Mucho culo en la silla frente a la compu, por trabajo o estudio. Muchas horas con el celu, casi siempre en posturas poco saludables. Muchas horas de trabajo en espacios poco confortables, con escaso tiempo para el descanso, mucho traslado en transportes poco cómodos. En el tiempo de ocio, pantalla o bares con las banquetas más incómodas del universo. Pero no es sólo eso, también la falta de registro sobre nuestro cuerpo como unidad y en su integralidad. La exigencia e hiperproductividad que nos demandan las lógicas actuales de vida, repercute en muchos sentidos, uno es nuestra espalda. 


¿Es la era de la mala postura? ¿Por qué nos duele tanto la espalda? ¿Cómo podemos vivir con un mejor bienestar y conciencia corporal? La gran trampa es dejarse estar, aguardar el síntoma, el dolor y, ahí, decidir hacer alguna fisioterapia, pastilla y, en el mejor de los casos, ejercicio. ¿Por qué esperamos el dolor para devolverle flexibilidad a nuestro cuerpo? 


En pleno barrio Alberdi y desde el 2015, Karen coordina el espacio Taller de Flexibilidad Integral, nombre que eligió para sus clases y que es un recorte propio y muy arbitrario de su trayectoria educativa, desde el cual milita la defensa del placer de nuestros cuerpos en la cotidianeidad. “Había dado clases de muchas cosas, más referidas a la danza y, el primer día que di una clase de estiramientos, entendí que había encontrado algo para lo que era buena (?) y me daba placer. Como esas cosas que nos salen naturalmente y fácil, trabajar placenteramente es algo que no me pasaba y tuve la suerte de encontrar en esa hora y media de clase. Me aferré a eso como un salvavidas y dediqué todos mis años posteriores a aprehender más en relación a eso”, dice en diálogo con La tinta. 

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(Imagen: PH Dana de Elia)

Instructora de ritmos, docente de danza en el nivel medio de la Universidad Provincial de Córdoba y profe de stretching y yoga. Actualmente, está comenzando cuarto año de Kinesiología en la Universidad Nacional de Córdoba y fue adscripta durante 4 años en la cátedra de Conciencia Corporal. Y aclara: “Cuento este menjunje porque el taller es una selección propia y arbitraria de esos trayectos, mezcla con lo que pasa en el día a día de mis practicantes. Está destinado a personas que quieren empezar una actividad física para contactar con el cuerpo desde un lugar de comodidad y digo comodidad porque ese es  el objetivo principal, que el espacio de nuestro propio cuerpo sea el lugar más seguro para habitar.  Y para ello, brindo herramientas con las que la persona cuente, no solo en el espacio de aula, sino en su casa, en el medio de transporte, en el trabajo, etc.”.

Previo a comenzar cada clase, como parte del ritual, cada quien cuenta si le duele algo y qué tiene ganas de hacer; a partir de esas necesidades puntuales, puede reformular la propuesta prevista. Para ella, es importante saber dónde está cada quien y, desde ahí, volver y sentir el cuerpo: “Una persona angustiada, cansada o con ansiedad no va a conectar con su cuerpo de la misma forma que una que no durmió, que se va a tomar una birra con sus amigxs a la salida o que chapó ese día con alguien que le gusta. No podemos conectar de la misma forma con el cuerpo si aún no tenemos certeza de llegar a fin de mes”.

En el taller, me cuenta, hay tres niveles: suave para quienes gustan de saborear los procesos y los mimos, intermedio para chivar y manija para quienes vienen con prácticas más avanzadas o entrenando, y la quieren flashar. 

 

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Karen llena sus salas por el boca en boca y por las redes. Quien pasa por ese espacio ama conocerla y tener a mano las herramientas que pone a disposición. Tiene un fandom que entendió la importancia de su propuesta de conciencia del cuerpo. La pandemia le obligó -como a muchxs- a pensar otras estrategias para sobrevivir. “Era docente de yoga en el programa provincial Córdoba Con Ellas y, como muchos programas de Schiaretti, cerró y nos dejó sin trabajo. Sentí pánico cuando tomé conciencia del potencial desempleo porque mi trabajo se basaba en reunión de grupos de personas en espacios cerrados, contacto físico. Ahí pensé por primera vez en dar clases de forma online y que, para que la gente quisiera asistir a una reunión de Zoom, tenían que sentir la necesidad. Entonces, identifiqué cuáles eran problemas cotidianos comunes y cómo mi trabajo podía ofrecer una solución, pero, sobre todo, una forma de comunicar fácil de digerir”.  

Empezó a seguir páginas de marketing digital, pagó un curso que nunca hizo -como la gran mayoría en la pandemia- y le dedicó (muchas) horas a la producción de contenido y a aprender a usar programas. “En algún momento, la pegué en las redes, empecé a repetir formatos que funcionaban, perdí un poco la dignidad y pude disfrutar de hacerlo sin que me lleve tiempo. Tengo ideas todo el tiempo, las anoto y grabo y edito cuando tengo ganas”. Hoy, es una influencer de la conciencia corporal y sé que yo y muchas personas más vamos a por ella a buscar tips para que nuestro cuerpo esté un poco más cómodo en el minuto a minuto. 

 

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En diciembre del 2020, alquiló su propio espacio, que sigue creciendo cada día. Junto a otras colegas que viven de sus clases, siempre les resulta problemático pensar en cuánto cobrar. “Está muy instalado las clases a la gorra bajo el lema de hacerlo accesible a más personas y que el dinero no sea un impedimento para practicar. Nosotras consideramos que es una forma de seguir precarizándonos a nosotras mismas, porque nuestras obligaciones (alquiler, monotributo, transporte, etc.) no son a la gorra y porque, muchas veces, se genera un manoseo de las clases, no se nos respeta o nos frustramos de no llegar a fin de mes con nuestros sueldos. Frente a esto, hace 5 años, implementé becas para personas que quieran sumarse a la práctica y no pueden pagar la cuota. El sistema cuenta con varias opciones para que el dinero, al menos, no sea un impedimento”, sobre esto, encuentran en sus destacadas más info. 

¿Es la era de la mala postura?

“Dolor de cuello, zona baja de la espalda, bruxismo, migraña, tendinitis de muñeca, personas en rehabilitación por lesiones como rotura de cruzado o hernia de disco es lo más cotidiano. También hay mucha angustia post pandemia, ansiedad, insomnio, personas medicadas psiquiátricamente o con antecedentes de ACV y burnout. Por lejos, los motivos más comunes son estar todo el día sentadx en la compu y, cuando terminan de trabajar o estudiar, se acuerdan que tienen un cuerpo y registran que les estuvo doliendo las 8/9 h anteriores, y deciden resolverlo en una hora y media de clases”, así, súper claro, lo detalla Karen. ¿Les suena algo de todo esto? 

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(Imagen: PH Dana de Elia)

Sobre la idea de la mala postura, me corrige: “Siempre pienso que la definición de la ‘buena postura’ es patologizar lo que queda por fuera de la norma de la semiología médica o los cuerpos hegemónicos que vemos en los medios. ‘Ponete derechx’, es una forma más de disciplinar nuestros cuerpos y alejarlos del placer”. Automáticamente, pienso en mi paso por espacios médicos y deportivos, un eco que viene desde niña, siempre he tenido una tendencia a estar encorvada -para ser gráfica- y la indicación como resolución era que me ponga derecha, un movimiento mágico, automático, chim pum pam. Obvio que nunca lo logré y acá estoy, con una hernia dorsal y dos cervicales. 


“La postura también es una expresión de nuestros pensamientos, emociones y estilos de vida, ir del cuerpo a corregir el cuerpo no me parece suficiente. El objetivo que se persigue a veces es poco alcanzable en las actividades que realizamos la mayoría de los mortales de esta tierra. Llevar los hombros para atrás abriendo el pecho no es cómodo, implica esfuerzo y dura unos segundos. No todos los cuerpos caminan, no todos gustan del deporte y no todos sienten dolor producto de su postura. Elijo creer más en un registro de cómo el cuerpo se siente, de qué posturas son más cómodas y sostenibles para trabajar, estudiar o hasta hacer caca . El movimiento como mejor forma de prevenir el dolor, como una postura de vida, activa y consciente”. 


Necesité una Karen hace muchos años, pero nunca es tarde. Quién iba a decir que una de las formas de transformar nuestro futuro es hacer cosas por nuestra postura, movilidad y flexibilidad, para no ser padecientes de nuestra espalda. No cuelguen, chikis. 

*Por Verónika Ferrucci para La tinta / Imagen de portada: PH Dana de Elia.

Palabras claves: salud, Yoga

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