El Maellus, las brujas y lo que conjuramos hoy

El Maellus, las brujas y lo que conjuramos hoy
31 enero, 2023 por Soledad Sgarella

Victoria Robles le abre la puerta al 2023 de la mano de un mundo ilustrado donde investiga sobre las 12 razones (una por mes) por las cuales cientos de mujeres fueron perseguidas y ejecutadas durante la caza de brujas. “¿Quiénes eran esas mujeres? ¿Por qué las acusaban? ¿Persisten esas ideas? A grandes rasgos, eran todas aquellas que no se adecuaban al estereotipo social de ser mujer en ese tiempo”. La ilustradora cordobesa propone restituir, mediante imágenes, algo del contexto histórico de esos saberes y prácticas ancestrales, reconociendo que vienen de una historia de opresión, pero también de amor y de resistencia: “Siento que dibujando puedo traer memoria (que es exactamente lo que significa ‘representar’) y que el arte, para mí, es una forma de hacer justicia poética” .

Por Soledad Sgarella para La tinta

Que una agenda esté toda ilustrada con brujas tiene dos poderes: el de la memoria y, claro, el de sentir el aquelarre cerca, hacernos parte, tomar parte y sentirnos protegides. Cuando desde la editorial local Cielo Invertido le propusieron a Victoria Robles pensar el tema de la agenda 2023, a la ilustradora cordobesa le surgió hacer algo que tuviera que ver con el paso del tiempo, con los cambios de ciclo, con los rituales cotidianos. “Algo de eso, pero sin caer en la moda astrológica y el Miami-new-age de Mia Astral (con perdón de mis amigas, jajaja)”, cuenta y agrega que un día, leyendo sobre el Malleus Maleficarum, se le ocurrió “ilustrar doce razones por las cuales habían sido condenadas mujeres durante la caza de brujas, una por mes, sumando a la idea de que el Malleus tiene unos grabados absolutamente maravillosos”.

El Malleus Maleficarum y la caza de brujas

Entre los siglos XV y XVII, en Europa y América, se calcula que entre 60.000 y 100.000 personas fueron llevadas a juicio y ejecutadas, en su mayoría, mujeres. Como explica Victoria, si bien la magia y la hechicería existían en todas las culturas, “lo que habilitó y legitimó la psicosis punitivista fue… ¡un libro! (Otra revelación: un libro puede cambiar la historia). El Malleus Maleficarum fue escrito por dos monjes dominicos en 1487 y era un tratado de brujería y demonología que describía cómo reconocer a una bruja, juzgarla, torturarla y la pena que merecía, inaugurando así una serie de libros que sirvieron para justificar la persecución de personas hasta nuestros días (pensemos en el nazismo o la lucha contra la subversión, el comunismo, etc.). Con la circulación de este libro, la caza de brujas se intensificó, arropada por todo tipo de prejuicios morales, racistas, misóginos y clasistas, al punto de que las acusaciones entre vecinos por el robo de un cerdo, hablar fuerte en público, mirar fijamente a alguien o ser mala niñera podían llevar a una mujer a juicio”.

La licenciada en Pintura y profesora superior en Artes visuales cuenta que, mientras estudiaban y buscaban información con las editoras, supieron lo grotescamente misóginas, racistas y absurdas que eran las razones para condenar a las mujeres por brujería. “Así que, agregando un poco de humor negro, exageré las razones al punto de dar una idea de que cualquiera de nosotras –hoy– podría haber sido considerada una bruja en ese entonces. Mientras investigaba, pensaba: ¿quiénes eran esas mujeres? ¿Qué tenemos en común con ellas? A grandes rasgos, se trataba de mujeres que no se adecuaban al estereotipo social de ser mujer en ese tiempo”. La especialista contextualiza: en un momento de luchas religiosas y formación de los Estados modernos (capitalistas), ser vieja, pobre, viuda, ambiciosa, vivir alejada (en el bosque), no tener hijos, profesar un oficio, ejercer credos paganos, poseer conocimientos de botánica, anatomía y sexualidad, junto a una enorme lista de etcéteras, se convirtieron en una amenaza para el poder patriarcal ejercido por las iglesias y la ciencia. 

“Así, prácticas ancestrales comunitarias, como ayudar a otras a parir o preparar una pócima abortiva, pasaron a ser consideradas delitos graves (y podríamos decir que ese accionar derivó en la medicalización de los partos y el relegamiento de la mujer en pleno florecimiento de las artes y las ciencias). ¿No es increíble que estudiemos este período como ‘El Renacimiento’, pero que no pongamos nunca el acento en la desintegración de todas esas cosmovisiones?”, dice Robles.

Las doce razones, las doce ilustraciones

Basadas en grabados del libro maldito y algunos otros de la época, las ilustraciones de Victoria están repletas de detalles y pistas iconográficas, e incluyen información y categorías que les resultaron interesantes “para hablar desde este lado del mundo, como las muxes (desde la época precolombina, los zapotecas consideraban a las muxes parte de un tercer sexo, no mejor o peor que los hombres y mujeres, simplemente diferentes; y entre las acusaciones a Juana de Arco, existe la de ‘herejía por usar ropaje de hombre’ –a pesar de haber liberado a Francia–)  o marronas”. 

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Como ella misma explica: “Desde lo iconográfico, aprendí mucho sobre los significados de los grabados (que, en esa época, eran anónimos, pero muy didácticos; se basaban en imaginarios colectivos, símbolos que la gente reconocía perfectamente y servían para explicar algo puntual –como, por ejemplo, las mil formas que podía tomar el diablo–. Desde lo histórico, me causaba curiosidad leer las razones por las cuales enjuiciaban a las mujeres. Sinceramente, pensé que había algo relacionado con la hechicería, al menos, de forma tangencial, pero rápidamente descubrí que, como en cualquier persecución de un ‘otro’ (subversivo, judío, mujer, gay, indio, negro, villero, etc.), las causas eran sesgadas y, con distancia histórica, hasta graciosas por lo ridículas. Uno de los casos que más me impactó fue el de las brujas de Pendle por la cantidad de ejecuciones –el 2% de la totalidad de juicios en toda Inglaterra– y lo corto del proceso –duró un solo verano durante 1612–. Las acusaciones cruzadas entre los habitantes del pueblo hoy serían un programa de chimentos, mezclado con superstición”.

Lo que conjuramos hoy

En la agenda, la docente aclara que sus doce razones quedaron naif al lado de lo grotesco de la historia. “Fue impactante descubrir que el verdadero terror somos nosotros mismos y que todos esos mecanismos de persecución y tortura llegaron a nuestros días (los milicos actuaron igual, inspirados en el Malleus y aquellos ‘juicios’), como así también el ánimo punitivista y la repetición infinita del disciplinamiento de las mujeres en el mundo capitalista. Por poner algunos ejemplos que pasaron mientras yo ilustraba esta agenda: durante el 2022, intentaron matar a Cristina Fernández de Kirchner ante los ojos de todas nosotras; en Afganistán, reprimieron duramente el reclamo de derechos básicos de las mujeres; en Irán, la policía de la moral (¡policía de la moral!) asesinó a Amini; en Nigeria, mataron a 20 mujeres por considerarlas brujas; en Bariloche, siete mujeres mapuche de la comunidad Lafken Winkul Mapu fueron apresadas -¡embarazadas y con sus hijos!- sin garantía de ninguno de sus derechos por parte del Estado (todas ellas resisten en defensa del territorio ancestral de su pueblo, como lo hizo siempre la Rosita Chávez, luchadora insignia del Movimiento Campesino de Córdoba); en Villa María, apresaron a compañeras de Socorro Rosa por acompañar un aborto, a pesar de que abortar en Argentina ya es un derecho constitucional”.

Pero la artista cordobesa también pone el énfasis en algo clave y que comparto: la diferencia con los años pasados es que las mujeres creamos una “comunidad” donde la relación entre nosotras para cuidarnos y defender nuestros territorios nos atraviesa históricamente. “Todas nosotras, las pañuelos verdes, tenemos una abuela pañuelo blanco que nos enseñó a luchar. Pero también hay algo de aquel momento histórico al que me remito en las agendas que creo que nos atraviesan hoy en día y son las dos visiones del mundo que también enfrentamos ahora: la posibilidad de vivir en armonía con nuestro entorno o la carnicería que propone el capitalismo con sus políticas extractivistas y los agronegocios”. 

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Según sus propias palabras, el proceso artístico fue como restituir mediante imágenes un poco del contexto histórico de esos saberes y prácticas ancestrales que “nos llegan” (aunque sea por moda), reconociendo que provienen de una historia de opresión, pero también de amor y de resistencia: Siento que dibujando puedo traer memoria (que es exactamente lo que significa ‘representar’) y que el arte, para mí, es una forma de hacer justicia poética” .

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¿Qué conjurás para el 2023?, le pregunto a la Vico. “Ojalá que este nuevo año funcione como conjuro contra el odio”, me dice segura. Y concluye: “Que sea un modo de renacer con cada luna, con cada hermanx que acompaña, con cada gesto de amor ancestral. Que sea un modo de resistir con cada yuyo del monte que aprendemos a nombrar, con la defensa de nuestrxs cuerpxs amorosxs y nuestros espacios sagrados. Para que Nunca Más ninguna leña pueda apagar nuestro fuego. Y hablando de fuego, y si se me permite la digresión, invoco a todas las ánimas del monte nativo a crear un conjuro de protección para que Schoretti no llegue nunca a ser presidente”.

*Por Soledad Sgarella para La tinta / Imagen de portada: Victoria Robles.

Palabras claves: Arte, Caza de Brujas, Ilustración

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