Romina Saluzzo: «La comida es una manera de decirnos que nos queremos»
Recetas veganas, humor, ropa de colores, plantitas, una mascota amiga siempre. La cocinera entusiasta comparte -cada día- una forma de ver la comida y, con ello, el mundo. Dice que es un mito que lo vegano es caro, que comer pura vida te da más vida para hacer lo que querés y que, así como cambió la manera de trabajar, de amar, de pagar, de comunicarnos, de comer, también cambió la manera de cocinar. Una nota para aprender y, sobre todo, entusiasmarse.
Por Soledad Sgarella para La tinta
“Hola, amigas, cómo están”. No se puede reproducir en el periodismo gráfico lo que genera el ya clásico saludo de Romina Saluzzo en cada reel o en cada vivo, cantadito con tonada cordobesa y colocando la voz como locutora. Radicada en Buenos Aires, “La Coci” (como le dicen y se dice a sí misma) es de Arroyito y, en sus redes y web, es la cocinera entusiasta.
Llegué a ella a través de mis amigas, de esas que cocinan saludable y andan siempre buscando formas de comer rico y sano. Para Romina Saluzzo, la comida y todo lo que sucede alrededor es mucho más que compartir recetas: la cocina es una forma de vida conectada con el entusiasmo, el humor y el disfrute.
La semana pasada, decidió regalar (y no vender, aunque es su trabajo) un recetario vegano para las fiestas, para agradecer a una comunidad de 90 mil personas que la siguen y porque “tener un menú para nosotras es cuidarnos».
Con ustedes, La Coci.
—Contanos cómo comenzaste, cómo llegaste a la cocina…
—Toda mi familia cocina. A mi abuela no la conocí sin el delantal, viajábamos 120 kilómetros por sus ravioles caseros. El asado del domingo con las papas fritas que le gustan a la Romina, los pimientos que le gustan al Ake.
Mi familia vivió y vive en la cocina. Yo comía brócoli porque mi mamá había leído que hacía bien al cerebro. La comida en mi casa es una manera de decirnos que nos queremos. Creo que estudié cocina por eso y por una amiga hermana que siempre me llevó a lo bueno. Estudiaba Licenciatura en Teatro de día, en la Universidad Nacional de Córdoba, y, de noche, cocina en Azafrán. Aprender es bueno y confiar, más.
Nunca imaginé que podía estudiar una carrera para no querer cocinar nada de lo que me enseñaron. Todo lo que aprendí de la cocina vegana sin gluten y sin ultraprocesados fue fuera de la escuela de cocina. Cuando dejé la carne, quise cocinar ingredientes… Hace 10 años, se sabía poco. Había que encerrarse en la cocina a probar, eso hice y hago ahora. Mi manera de cocinar es muy mi manera de vivir. No soy «LA» súper cocinera, me divierto un montón. Yo no te sigo una receta y me gusta todo pim pum pam.
—Siempre hacés hincapié en que comer vegano no es caro. Me gusta esa desmitificación… ¿Qué otros mitos te llegan sobre esta manera de alimentarnos?
—Es caro si comprás productos. Y ahora estamos en el boom de la carne artificial, quesos de plastilina, leches de cartón y dibujitos. Alfajores con vacas sonriendo. Sí, comer productos veganos es caro porque la industria ya se enteró de que esto está creciendo, entonces puso a la misma máquina que hace mayonesa a crear la misma, pero vegana. Comemos mentiras veganas y las pagamos caras.
Comer naturaleza y vegano NO ES CARO. Porque cocinamos con ingredientes y un zapallo y las semillas de girasol no tienen marca. Tampoco lleva tiempo porque la manera de cocinar que aprendimos con Doña Petrona evolucionó para poder incorporarse a una sociedad donde cocinan y trabajan todos los géneros. Así como cambió la manera de trabajar, de amar, de pagar, de comunicarnos, de comer, también cambió la manera de cocinar.
Además, es divertido escuchar que las personas que más opinan sobre «lo caro y difícil que es cocinar vegano» no son veganas (risas).
—Me decís: “Ahora estoy muy, muy entusiasmada con el entusiasmo… Eso es lo que se viene en el 2023”. ¿Cómo es para vos ese cruce: cocina, entusiasmo, vida?
—¡Sí! Estoy tan contenta de avanzar con las otras asignaturas. La de la comida ya la aprobamos, hace 6 años que enseño a cocinar y comer naturaleza para llenarnos de energía y poder hacer todo lo que nos gusta. Cuando nos sentimos bien, tenemos más deseos y nos hacemos más preguntas. Preguntarse es conocerse y eso siempre trae mucho amor propio. Yo no sabía que quería vivir en una casa sin televisor, sin mesa, sin sillas. Ahora me la paso en las alfombras y compré pantuflas para todas mis amigas. Me visto con ropa de colores y me pinto las uñas como si fueran cuadritos. Empecé la facultad de Letras en la UBA. Corro, levanto pesas. Tengo mil plantas y hago “un programa” en mi suscripción paga. Todo eso lo puedo hacer porque tengo energía y salud. Comer pura vida te da más vida para hacer lo que querés. Eso es entusiasta. Deseo de hacer.
Mi comunidad, mis amigas, ya aprendieron a preparar la talita y el señor quesito. Ahora me escriben (yo leo todos los mensajes y respondo todo) agradeciendo ver y escuchar sobre el entusiasmo, que no es una palabra de moda, y que tengo muchas muchas ganas de que lo sea. En el 2023, “entusiasmo y también cocino vegano”.
—Lanzaste un recetario para fiestas de descarga libre. ¿Por qué?
—Porque tengo una comunidad de 89 mil amigas que le dan su tiempo, dinero y energía a todo lo que hago. Porque hay una cosa hermosa que se llama cadena de favores, porque, en las fiestas, nos enfrentamos con un montón de pensamientos distintos (eso es la familia) y hay que sentirse acompañada.
Tener un menú para nosotras es cuidarnos. Y porque yo leo todos los mensajes y hace un mes que lo único que recibo es: “Gracias, Coci”. Eso es entusiasmo y eso también se come.
—¿Cuáles creés que son los pilares de una alimentación saludable y por qué te parece importante poder compartirlos?
—Los pilares no son solo comida, son pensamientos. Si comés ensaladita viendo el noticiero o peleando con tu mamá, te va a caer mal. Comemos todo, lo que pensamos, lo que decimos. Si alguien te cuenta calorías para diseñarte un menú saludable, se está quedando cortísimo. El estómago es el segundo cerebro, mastica y digiere todo. Un pilar es el revisar lo que pensás cuando comés lo que comés. El resto es nutricional y no puedo opinar porque no soy nutricionista. Lo que sí hago en mi espacio es compartirte lo que yo como y pienso. Comer colores, comer vida, hablar de la comida con entusiasmo y no como un problema transforma todo lo que sos. Me parece importante compartirlo porque la repetición crea fijación. Si me ves, una y otra vez, comiendo y sintiendo pura vida, vas a tener ganas de probar (seguime y después me contás).
*Por Soledad Sgarella para La tinta / Imagen de portada: