¿Alguna vez sufriste violencia o acoso laboral?

¿Alguna vez sufriste violencia o acoso laboral?
28 diciembre, 2022 por Redacción La tinta

La OIT publicó algunos resultados de la primera encuesta mundial sobre experiencias de violencia y acoso laboral. Muestra que 743 millones de trabajadores han sufrido trato hostil y más de una de cada cinco personas empleadas han experimentado vulneraciones tanto físicas, psicológicas como sexuales. ¿Qué marcos normativos y experiencias organizativas tenemos disponibles en nuestro país para enfrentar estas vulneraciones de derechos?

Por Redacción La tinta

¿Alguna vez viviste un trato hostil en tu trabajo? ¿Reconocés alguna situación que pueda ser nombrada como acoso o violencia laboral? Muchas veces, no tenemos marcos para nombrar y para saber a quién recurrir, se mezcla la impotencia y el miedo a perder el trabajo. Es importante, en estos tiempos, identificar las diversas formas de violencia y acoso laboral que existen, y, sobre todo, saber con qué estrategias contamos ante esos casos para denunciar, visibilizar y reparar. 

La Organización Internacional del Trabajo (OIT), la Lloyd’s Register Foundation y la empresa estadounidense de análisis y asesoría, Gallup, presentaron el informe Experiencias de violencia y acoso en el trabajo, que surge de la primera encuesta mundial en materia de violencia y acoso laboral, realizada a 75 mil personas en 121 países a lo largo de 2021. E intenta brindar una mejor comprensión y conocimiento de un problema de mucha actualidad que tiene su origen en factores económicos, sociales y culturales.


El informe detalla que “los grupos con mayores probabilidades de verse afectados por diferentes tipos de violencia incluyen a jóvenes, trabajadores migrantes y mujeres y hombres que ocupan un empleo remunerado y asalariado. Las mujeres jóvenes tenían el doble de probabilidades que los hombres jóvenes de haber enfrentado violencia y acoso sexual, y las mujeres migrantes casi el doble de probabilidades que las no migrantes de declarar que habían sido víctimas de violencia y acoso sexuales. Más de tres de cada cinco víctimas informaron que habían experimentado violencia y acoso en el trabajo múltiples veces y, para la mayoría, el más reciente episodio había tenido lugar durante los últimos cinco años. Solo la mitad de ellas reveló sus experiencias a otra persona, sobre todo, cuando ha sufrido varias formas de violencia y acoso. Las razones más comunes para justificar el recelo son la sensación de que se trata de una pérdida de tiempo o el temor por la reputación personal”. 


Según los resultados publicados, se analizan diversos factores y afectos como la vergüenza, la culpa, la falta de confianza en las instituciones o por qué ese tipo conductas inaceptables son consideradas como “normales”, que pueden impedir a las personas hablar sobre lo vivido. En la desagregación de los datos, se informó que: “Las mujeres eran más propensas a compartir sus experiencias 60,7% frente a 50,1%. Por otro lado, el 17,9% por ciento de las mujeres y hombres asalariados a nivel mundial respondieron que habían sido víctimas de violencia y acoso psicológicos durante su vida laboral y el 8,5% indicó haber enfrentado violencia y acoso físicos, los hombres en mayor número. Un 6,3% informó que había enfrentado violencia y acoso sexual, siendo las mujeres las más expuestas”.

Leticia Medina es Secretaria Gremial de ADIUC e integrante de la Intersindical de Mujeres Córdoba, y, en diálogo con La tinta, detalla: “No contamos con estudios históricos que nos permitan comparar la evolución de la violencia y el acoso en el mundo del trabajo. Lo que sabemos es que, en los últimos años, gracias a la lucha de las organizaciones del trabajo y al acompañamiento de algunos organismos internacionales, se ha logrado instalar como problema en las agendas de los gobiernos y de las organizaciones. Esto hace que se empiecen a visibilizar y nombrar situaciones que ya existían y establecer cuáles tipos de situaciones, conductas y comportamientos son inadmisibles como parte de las relaciones laborales”. 

Además, remarca y recuerda que las relaciones laborales son, por naturaleza, relaciones jerárquicas y desiguales entre empleadores y empleades. De hecho, la primera definición en el derecho es que esa relación, en la medida que supone una desigualdad de poder, debe ser mediada y regulada por el Estado. Las leyes deben proteger a la parte más débil -que es el sector trabajador- frente a situaciones de abuso de poder, de violencia, etc., tanto en el trato de la relación salarial -para eso están las negociaciones colectivas- como las situaciones interpersonales que expresan la relación de poder en forma de violencia.

El Convenio 190 sobre la violencia y el acoso de 2019 y la Recomendación 206 sobre la violencia y el acoso, ambos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), son las primeras normas internacionales que proporcionan un marco común para prevenir, reparar y eliminar la violencia y el acoso en el mundo del trabajo, incluida la violencia y el acoso basados en el género. Argentina fue uno de los primeros países en ratificar este convenio, refrendado por ley a comienzos de este año. Estamos hablando de normativas muy recientes ante un problema que no lo es, el camino por delante es largo.

“La instalación pública del problema de la violencia laboral tiene un hito fundamental y es la aprobación del Convenio 190, que es una herramienta muy poderosa para los Estados y para las organizaciones sindicales y sociales para frenar, encauzar, resolver y remediar las situaciones de acoso y vulneración de derechos. Porque establece algunas pautas que son realmente muy superadoras de otros marcos normativos y de otras concepciones sobre la violencia laboral. En primer lugar, establece los comportamientos que resultan inadmisibles dentro de una cultura organizacional y laboral que debe tender a erradicar todo abuso de poder. Además, abarca y cubre situaciones -que, en general, son las más recurrentes- en las que más vulnerabilidad existe: trabajadores precarizados, en condiciones de informalidad, que han sido despedidos, situaciones de entrevista laboral donde sabemos que es común el ejercicio del abuso y la violencia, que no son comprendidas por otras legislaciones”, explica la secretaria sindical. 

Para Medina, es importante reconocer que hay grupos especialmente vulnerables y con situaciones de vulneración recurrente de los derechos como despidos, condiciones de informalidad y precarización. Fundamentalmente, las juventudes, en general, están empleadas en sectores de actividad altamente precarizados con altísimos niveles de informalización y sin derechos laborales, con patronales ausentes o sin lugares donde reclamar, como, por ejemplo, los servicios de plataforma. Otro sector a considerar son les trabajadores migrantes que, en su mayoría, no cuentan con documentación y eso les expone a situaciones de alta vulnerabilidad y abuso de poder. Por todo esto, para ella, el Convenio 190 y la acción sindical debería apuntar hacia esos sectores de actividad donde se emplean mayoritariamente estos colectivos. 

El año pasado, la Universidad de Avellaneda desarrolló la primera encuesta nacional sobre violencia laboral. Medina detalla al respecto que ese informe arrojó resultados realmente preocupantes respecto de la extensión de estas experiencias de abuso de autoridad y acoso laboral que, además, se reparte entre varones y mujeres de manera casi equivalente. 


“Hay un dato interesante, mayoritariamente quienes han sufrido violencia han acudido a los sindicatos para tramitar estas situaciones, es un dato alentador y, al mismo tiempo, supone un desafío y una responsabilidad para las organizaciones sindicales en avanzar en la construcción de protocolos y procedimientos que no sean revictimizantes y que protejan la identidad y la estabilidad laboral, y que puedan llevar a buen puerto estos reclamos que, muchas veces, son complejos e involucran a muchas personas trabajadoras que requieren una intervención cuidada y profesional”. 


¿El camino hacia adelante? “Una tarea ineludible y urgente de seguir produciendo no solo instancias de formación y sensibilización para identificar y tender a revertir esas culturas organizacionales que promueven o habilitan la violencia, el abuso y acoso. Y, sobre todo, avanzar en políticas sistemáticas de recolección de datos, de producción de información para conocer y dar cuenta de la evolución de este flagelo, ya que, lamentablemente, contamos con muy poca información”, concluye Medina. 

Es importante que estemos informades, que conozcamos los mecanismos y los espacios a donde recurrir ante estas situaciones para tener acompañamientos cuidados, ante mundos patronales hostiles y violentos.

*Por Redacción La tinta / Imagen de portada: A/D.

Palabras claves: acoso laboral

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