Imaginarios afectivos para abrazar la fragilidad

Imaginarios afectivos para abrazar la fragilidad
9 noviembre, 2022 por Redacción La tinta

“Redes afectadas y la promesa de la responsabilidad afectiva, Un elogio de la fragilidad” es un taller teórico-vivencial que tendrá lugar en Córdoba el 18 de noviembre, en forma introductoria, en el Centro Cultural España Córdoba y el 19 de noviembre, en su versión completa, en Casa Cariño. ¿Qué lugar queda para ser responsable cuando estamos tan rot*s? ¿Cómo nos cuidamos sin negar la potencia de la vulnerabilidad?

Por Tiziano Domínguez para La tinta

Llego a casa, decidido a finalizar mi jornada escribiendo una nota sobre los afectos. Me compro una latita de cerveza, me aseguro de tener tabaco, pongo música, preparo mi entorno para la entrega. Al frente mío, la pizarra que acumula tareas y mensajitos de amor de personas a las que quiero mucho. Sé que esta sensación de drenaje emocional, de agotamiento físico y mental en un noviembre en el que, de nuevo, caímos en la sobreproducción no es solo mía y, aun así, aprendo a transitarla. Tengo mensajes sin contestar, muchos de familia, algunos de amiguis. 

¿Qué lugar queda para ser responsable cuando estamos tan rot*s? ¿Cómo nos cuidamos sin negar la potencia de la vulnerabilidad? Por suerte, no estoy solo en este diálogo, tengo el acompañamiento a la distancia (y atención, esta invitación no baja desde Buenos Aires, viene desde Mendoza y eso también hay que decirlo) de lu azahar y Lena Varas, dos personas que me enamoraron con un PDF. Un PDF con una propuesta de taller sobre los afectos: REDES AFECTADAS Y LA PROMESA DE LA RESPONSABILIDAD AFECTIVA, Un elogio de la fragilidad. Así que acá estoy, con la excusa de invitarles a formar parte de este encuentro-taller, pero con el deseo de desandar los nudos intrincados que velan sobre los afectos.

azahar lu es filosof*, poeta y tallerista. Egresad* del profesorado de Filosofía de la Universidad Nacional de Cuyo (UNCuyo), actualmente ejerce como docente de secundaria y como investigador* autogestiv*, y lo primero que se me ocurre preguntarle (como buen capricorniano) es sobre las bases.

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—En un momento en el cual parecen abundar recetas sobre las formas de ser «responsable afectivamente», ¿cuál es el marco teórico en el que se apoya esta propuesta y cómo fue el proceso de construcción de ese marco? 

—En principio, el marco teórico es un andamiaje frágil que se encuentra en constante construcción: demoliciones cuidadas y urgentes, ampliaciones extrañas, refuerzos emergentes. Es una conversación constante con escritor*s y pensador*s  vari*s que viene fermentando desde la primera expresión vivencial de esta propuesta, allá por el 2019: “Las aventuras del afecto y los monstruos que me habitan”. En aquel momento, la atención estuvo puesta en ampliar los imaginarios existentes en torno a nuestras pedagogías afectivas, desde una perspectiva feminista lesbiana, y recuperar el ejercicio comunitario de la pregunta. Luego de un par de años, del tránsito de un cuerpo lesbiano a un cuerpo trans (genealogía indisoluble en mi historia) y del contacto con cuerpitos desparramados por los territorios (en Córdoba, no podría dejar de mencionar a Trava Pagana, Pichon Reyna, Bixa para más placer, Flora Hana, por los talleres, las lecturas y reflexiones compartidas); el andamiaje teórico se vio sustanciosamente enriquecido por corpus anticapacitistas, pro sexo y antipunitivistas. La propuesta teórica ha pasado por ludditas sexxuales, Dossie Easton & Janet Hardy, Gloria Anzaldua, Monique Wittig, Leonor Silvestri, Nietzsche, Deleuze, Guattari, Mari Luz Esteban, Sarah Ahmed, Marina Garces, Vir Cano, Catalina Trebisacce, Dean Spade, por mencionar algun*s. 

Este andamiaje teórico-práctico me ha llevado a re/pensar genealógicamente qué implica ser responsable en una sociedad occidentalizada, qué sospechosas promesas de seguridad nos ofrece y qué nos exige a cambio. No basta con adosar “afectiva” a la palabra “responsabilidad” para transformar la propuesta heterocispatriarcal, capacitista, colonialista y punitivista que esta sociedad occidental nos ofrece, que nos afecta y des/encuentra. Estamos ante un desafío ético, estético y político, esperamos poder ofrecer algunos imaginarios que acompañen en el desafío de continuar apostando por otras formas de entretejernos.

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—Pensando en los afectos, ¿cómo confiamos en ser frágiles para otr*s? ¿Qué hacemos cuando l* otr* nos brinda su fragilidad? 

—Aquí es donde acontece el meollo. “¿Cómo podría un cuerpo protegerse de las heridas grandes (que podrían matarnos de un solo golpe) y acoger así las heridas más sutiles (…) para mantener las ‘manos abiertas’?”, dice Peter Pal Pelbart en “El cuerpo que no aguanta más”, artículo publicado en Lobo Suelto. No hay receta ni protocolo, aunque abundan las ficciones de las mismas y sus promesas de seguridad. Hemos sido socializades para confiar en la posibilidad de un mundo sin daño, donde preferimos la seguridad de los derechos al riesgo de la imaginación. Cierto es que hay cuerpos para los que el riesgo es mortalmente serio, aun así, insistimos. Tal vez la fragilidad no solo es riesgo, sino también la posibilidad de la singularidad: estar abiert*s, expuest*s a la capacidad de afectar y ser afectades, se podría traducir en el modo siempre relacional y situado de habitar los territorios, no hay dos anudados iguales, el cuerpo es un anudado. Elogiar la fragilidad tal vez vaya de la posibilidad de encontrarnos como cuerp*s abiert*s a ser conmovid*s. 

Hay preguntas que me parecen clave a la hora de abordar cualquier proceso de pensamiento/discusión. ¿Cómo pueden nuestros cuerpos, que arrastran con una memoria vital de tensión, dolor y mucho desconocimiento, empezar a internalizar nuevos modos amatorios? ¿Cómo nos permitimos sentir calma con otres? ¿Qué cosas se juegan cuando la fragilidad es puesta sobre la mesa y tenemos que convivir diariamente con sabernos interdependientes de otres? Lena Varas propone ponerle el cuerpo a la teoría. Es actriz, performer y docente, inició su formación en el año 2000, egresada del profesorado de Teatro en la UNCuyo.

—¿Qué rol juega el cuerpo en el aprendizaje o en la incorporación de nuevas formas de hacer? 

—Las formas en las que creamos y podemos, o no, atravesar experiencias con el cuerpo están tejidas con nuestro aprendizaje, con lo que se espera de nuestros cuerpos en relación. Un cuerpo atravesado por determinados roles, “víctima, victimario, culpable, capaz”, roles estáticos y sólidos, que imposibilitan transitar su multiplicidad de sentidos. ¿Qué o quiénes dan permiso para ocupar o romper con dichos roles? ¿Qué acciones o pequeños movimientos pueden abrir esos lugares estáticos? ¿Hay posibilidades al alcance del cuerpo, del imaginario y de la palabra para fugarnos de un rol? Armamos códigos, formas de leernos y leer los hechos y cómo afectan sobre nuestras vidas, la historia de nuestras heridas, su genealogía y la relación que tenemos con ellas, a partir de acciones viejas, heredadas.

Aún cuando algunos terrenos se nos hacen recurrentes por cierta sensación de que allí hay seguridad, en el riesgo a veces pantanoso, denso, de lo desconocido, de lo no andado, podemos buscar, tal vez a tientas, pero en compañía, de estar en lo frágil que ofrece un conflicto, un desencuentro, un punto de vista plagado de sensaciones que no necesitamos declarar como una verdad única y estática.

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—En su propuesta de encuentro, hay un rol clave del teatro. ¿Querés anticiparnos algo sobre eso?

—El teatro en este espacio nos acompaña a manera de invitación, por un audio donde quienes participen del taller son convocad*s a atravesar “una despedida ficcional” con un “protocolo” de acciones posibles, personales o compartidas, dando espacio a los estados que pueda generar en cada cuep* y en qué partes se aloja, por ejemplo, la ruptura de algo.

¿Dónde se ubican las afectaciones que componemos con otr*s? ¿Hay espacio para la fragilidad? Desde el cuerpo, creamos imágenes poéticas, proponemos narrativas orales y físicas, cotidianas o no, una relación con el tiempo, con el ritmo, un conjunto de movimientos, una paleta de colores con el espacio y algunos objetos, unas formas, unas acciones, el cuerpo como reacción perceptiva de lo que sucede a nuestro alrededor.

Para cerrar, charlamos con azahar sobre dos palabras que me resuenan en el título de esta invitación: “Fragilidad” y “Promesa”. 

—¿Qué imaginarios evocás cuando pensás en fragilidad?

—Pienso en la fuerza imaginal de un brote: un gesto de entrega profundo, de despliegue de fuerzas vitales productivas que osan ponerse en juego con el mundo al que se arroja o más bien se está arrojado. Pienso en el ensayo, en la errancia, en la ofrenda, en esos gestos que apenas están haciendo camino y que se ponen en juego para conversar con el territorio. Pienso en el ludismo serio de atreverse a jugar con la seriedad con que jugábamos de niñ*s, jugar con seriedad para recuperar la experiencia del errar, del doler, del dañar como agenciamiento posible de otros imaginarios y habilidades, en lugar de su instrumentalización para el disciplinamiento de los cuerpos.

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—La segunda, “promesa”, me resulta aún más compleja en un mundo en el que todo parece estar colapsando. ¿Podemos encontrar “promesas” de otros futuros? 

—Desde una perspectiva spinoziana, somos nuestra capacidad de afectar y ser afectad*s. Precisamente porque estamos transitando formas y escenarios del colapso, necesitamos revisar las formas aprendidas y cristalizadas de afectarnos. Volvernos, como dice Donna Haraway, ontológicamente más sensibles y creativ*s; recuperar nuestra imaginación política, como insiste mi amiga Trava Pagana. Fugarnos a como dé lugar del sujeto soberano que, para prometer, ha precisado volverse calculable y necesario, capaz de anticipar su futuro. Sujeto que la única herramienta que ofrece como reparación ante la falta de la promesa es el castigo de un culpable y la victimización de un* dañad*. Acaso promesa sea la palabra más compleja del entramado, porque afectar y ser afectad*s es siempre una cuestión experiencial. Ejercitar las habilidades suscitadas por la fragilidad tal vez pueda abrirnos al encuentro con la complejidad de estar viv*s y a construir otras herramientas para digerir -cada vez- el riesgo de estar abiert*s.

REDES AFECTADAS Y LA PROMESA DE LA RESPONSABILIDAD AFECTIVA, Un elogio de la fragilidad es un taller teórico-vivencial que tendrá lugar en Casa Cariño el sábado 19 de noviembre a las 11. Qué mejor forma que vivir la previa a la marcha del orgullo alimentando la rosca y el cuerpo en el desafío de pensarnos en vínculo con otr*s. 

Además, aprovechamos la visita de lu azahar y Lena Varas, y el viernes 18 estarán brindando un formato express, gratuito e introductorio de este taller en la Feria de Saberes del ciclo Desborda en el Centro Cultural España Córdoba con cupos limitados. Yo que ustedes, destapo esa latita de birra, doy por terminado el día y agendo ambos encuentros porque si algo hemos aprendido sobre frenar la maquinaria productiva es la importancia de lo dialógico y de eso mismo se tratan estas invitaciones. 

*Por Tiziano Domínguez para La tinta / Imagen de portada: A/D.

Palabras claves: Centro Cultural España Córdoba, Responsabilidad afectiva

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