Un consenso multinacional para que la COVID-19 deje de ser una amenaza
Ayer, en la revista Nature -una de las revistas científicas más importantes a nivel mundial-, se publicó un «consenso» mundial con declaraciones y recomendaciones para terminar con la amenaza de salud pública que sigue representando la COVID-19, en el que se consultó a cinco investigadorxs argentinxs: Daniel Feierstein, Jorge Aliaga, Andrea Pineda Rojas, Daniel Maceira y Rodrigo Quiroga. «Es un acuerdo que la pandemia no terminó y es importante implementar estas medidas para planificar un mejor sistema de salud, y eso no se está haciendo casi en ningún país de manera completa». En esta nota, Quiroga nos resume los highlights del artículo y la importancia de la prevención para futuras pandemias.
Por Soledad Sgarella para La tinta
Desde que comenzó la pandemia, hace ya dos años y medio, el doctor Rodrigo Quiroga -bioinformático, docente en la Facultad de Ciencias Químicas de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) e investigador del CONICET- ha sido un referente no solo por su continuo aporte de información clara y proyecciones estadísticas, sino porque también se encarga de enmarcar la data dura en los complejos contextos socioeconómicos que venimos teniendo.
“Sabemos que las vacunas lograron que el COVID no sea primera causa de muerte -como lo fue en algún momento durante la pandemia-, pero sí que sigue siendo la enfermedad respiratoria más grave del planeta, que sigue circulando, que siguen surgiendo nuevas variantes, que sigue habiendo olas de contagio y, entonces, es fundamental que los gobiernos adopten una estrategia que se llama ‘vacunas plus’: es decir, que no se queden solo en la vacunación, sino que acoplen a esas campañas la implementación de medidas de salud pública y económicas que permitan prevenir la mayor cantidad de infecciones posibles, así como garantizar el acceso a la salud a toda la población”, explica Quiroga.
Ayer, se publicó un artículo que trata específicamente sobre eso y el investigador de la UNC fue uno de lxs cinco especialistas argentinxs consultadxs entre casi 400 expertxs. “Básicamente, el corazón del trabajo fue buscar consensos e ir construyendo tanto declaraciones como recomendaciones -que lograran el grado más alto de consenso posible entre estos 386 expertos en salud pública, médicos e investigadores de 112 países-. La idea es, justamente, plantear un mapa de cómo podemos terminar de salir de esta pandemia. Cómo realmente reducir lo más posible el riesgo a la salud comunitaria que sigue representando la COVID y, de paso también, que eso nos permita estar más preparados para futuras pandemias y prevenir la circulación actual de otros virus respiratorios”, dice Rodrigo.
La inequidad, ese flagelo
El consenso gira en torno a seis temas: prevención, sistema de salud, inequidad, comunicación, tratamientos y vacunación. Entre ellos, Quiroga hace foco en la inequidad, tanto preexistente a la pandemia como causada o incrementada por la COVID.
“Podemos ejemplificar el tema de la inequidad con el acceso a las vacunas entre países, pero también dentro de cada país donde las dosis refuerzo principalmente las están recibiendo personas de alto nivel socioeconómico y eso es un problema grande, porque significa que no estamos comunicando adecuadamente a una parte de la sociedad la importancia de recibir esas dosis cuando -justamente- son los sectores de medio y bajos recursos los que más están sufriendo el impacto de la pandemia en cuanto a enfermedad aguda y también enfermedad prolongada”, explica Quiroga en diálogo con La tinta.
Además, el especialista analiza que la inequidad se asocia también a los tratamientos, porque “los mejores tratamientos disponibles hasta el momento, en general, han estado circunscriptos a los países centrales, los países periféricos prácticamente no hemos tenido acceso por el costo que tienen. Por ejemplo, el Paxlovid, completo, tiene un coste aproximado de U$500 dólares, entonces es absolutamente imposible para los países de ingresos medios y bajos”.
Respecto de la comunicación, todxs lxs expertxs coinciden en que ha habido una pérdida de la confianza de la ciudadanía en las autoridades de salud y es fundamental comunicar adecuadamente para poder recuperar esa confianza.
“Otro de los ejes que me parece muy importante es que constantemente -según un altísimo consenso- no se han diseñado adecuadamente las políticas pensando en un enfoque más monolítico, en el sentido de que los gobiernos debieran tirar todos por el mismo lado y estar coordinando entre distintos ministerios y demás. No puede ser solo un abordaje de los ministerios de Salud y, del mismo modo, la sociedad tiene que, como un todo, hacerse cargo de que el COVID no desapareció, que sigue siendo un problema y enfrentarlo. Por supuesto, no tan grave como antes, pero que sí amerita a un abordaje multidisciplinario y con múltiples actores sociales”, agrega el investigador.
La prevención
Quiroga dice que aunque, en general, muchas de las recomendaciones pueden parecer obvias o pueden parecer cosas que se vienen diciendo hace años, lo importante es que esto es un consenso de científicxs y expertxs en salud pública de todo el mundo: «Es un acuerdo que la pandemia no terminó y que es importante implementar estas medidas para planificar un mejor sistema de salud a mediano y largo plazo, y eso nos parece que es lo que, en este momento, no se está haciendo casi en ningún país, de manera completa», expresa el docente y agrega: «Si bien algunas de estas recomendaciones sí se aplican en algunos países, es seguro que todas ellas en prácticamente ninguno. Muchos gobiernos han pasado la página, digamos, de alguna manera, pero hay consenso muy fuerte de que, a pesar de que el riesgo por infección es mucho menor que el que había previo a las vacunas, el virus sigue siendo un problema de salud pública, que debemos atender”.
Para él, las recomendaciones que surgieron son, justamente, recomendaciones muy contundentes y tangibles que permiten diseñar un mapa para terminar de reducir el impacto de la pandemia a mediano y largo plazo.
“La idea es que es importante invertir en prevención. Yo creo que esa es la parte clave porque, muchas veces, se habla de que esto es imposible de hacer, por ejemplo, instalar sensores de CO2 y garantizar ventilación adecuada en todos los ámbitos públicos (oficinas, bancos, escuelas, etcétera, tendría un costo enorme, etcétera), pero la verdad es que la prevención siempre termina saliendo más barato que el tratamiento. Y lo que han gastado los países en tratamientos médicos, en internaciones y lo que está costando también en la cantidad de ausencias laborales son todos costos económicos que no se tienen en cuenta. Creo que es muy probable que la inversión en prevención, a la larga, nos termine saliendo muchísimo más barato económicamente que continuar de esta manera como si no tuviéramos un virus nuevo circulando todavía en la población”, concluyó el investigador del CONICET.
*Por Soledad Sgarella para La tinta / Imagen de portada: Ana Medero para La tinta.