Yunga, la deuda de la Liga Cordobesa y el derecho al juego de las personas trans
Mercedes Fernández estaba en vías de ser la primera mujer trans en disputar un partido oficial de fútbol femenino de la Liga Cordobesa de Fútbol, pero las autoridades, en una actitud de fuerte retroceso, dilatoria y discriminatoria, frenaron su debut, sin criterios claros, que la excluyen de los últimos dos partidos de la temporada. Ella dice que “no es solo por el fútbol, sino también por la visibilidad”, y que, quizás, ver a una chica trans jugar en una cancha contribuya a que se naturalice más fácil la desbinarización de la sociedad.
Por Ezequiel Luque y Peu para La tinta
Hace poco más de un mes, Mercedes Fernández era noticia por convertirse en la primera mujer trans en ser convocada para jugar un partido oficial de fútbol femenino de la Liga Cordobesa de Fútbol (LCF). Yunga, como la conocen sus amigues, se había acercado al club General Paz Juniors de Córdoba capital, en mayo de este año, para empezar a entrenar y competir de manera federada, con la ilusión de poder, en un futuro, hacer del fútbol una salida laboral.
Pero haciendo culto del paso a paso mostaziano, lo primero que quería hacer Yunga, lo urgente, era jugar. Aunque la Ley de Identidad de Género garantiza todos sus derechos y un trato digno y acorde sin necesidad de tener el cambio registral hecho, desde el “Albo”, le sugirieron que tramitara el nuevo DNI para que le sea más fácil federarse en la Liga Cordobesa de Fútbol. Y así fue. Tras realizar el cambio registral, recibió su carnet habilitante el 18 de agosto del presente año, otorgado por la LCF.
La joven de 32 años fue convocada a su primer partido el pasado 20 de agosto y también al partido siguiente. Y aunque no pudo ingresar a jugar en ninguno de los dos, ya formar parte del equipo de primera significaba empezar a habitar el sueño -y la lucha- que estaba buscando.
Esa paciencia y ese anhelo se hicieron trizas días más tarde, cuando le informaron que las autoridades de la LCF habían llamado al club y habían sugerido que no la dejen jugar hasta que la institución decida cómo continuar respecto a la “participación de futbolistas trans”. En Juniors, la bancan, pero primó el temor al descuento de puntos o inhabilitaciones.
El ente convocó a delegados de los clubes y capitanas de los equipos para debatir qué hacer en estos casos. Según pudo apreciar la periodista Ana Dalmasso de El Resaltador, en las discusiones que se desarrollaron en la Mesa del Fútbol Femenino, quedó en evidencia que las autoridades ignoraban leyes y reglamentos vigentes que podrían fácilmente dirimir la cuestión a favor de Mercedes. En cambio, la decisión de la Liga fue delegar la decisión a AFA y que sea esta la institución nacional la que se expida sobre el asunto.
Faltando dos fechas para terminar el torneo, en una actitud dilatoria por parte de las entidades y sin criterios ni reglamentaciones claras que impidan su participación, Yunga todavía no cuenta con una resolución que la habilite a jugar.
Jugar para visibilizar
—¿Tu sueño es ser profesional?
—Mientras me dé el cuerpo, si no me rompo antes, sí. Me gustaría tener un sueldo. Lo empecé a ver como una posibilidad laboral también, ¿no? Con lo difícil que es conseguir trabajo siendo trans. Estoy en ese plan, ver hasta dónde me da el cuerpo, no solo por el fútbol, sino también por la visibilidad y para poder pedir otras cosas, no sé, como un Centro de Salud Integral Trans… Si es por mí, busco otro torneo o me saco las ganas nadando o jugando al tenis, pero lo pienso ahora por el lado de que puedan otras personas. Así como yo vi el caso de Mara Gómez y dije: “Ah, puedo hacer esto”, espero que, con esto que hago, otra persona pueda tener las cosas ya resueltas, que no tenga que pasar por todo este lío.
Yunga -o Mecha, como también la conocen- llega antes que nosotres a la plaza en la que acordamos reunirnos, cerca de Ciudad Universitaria. Nos divisa a lo lejos y se acerca con dos perrites de rulos negros: Bety, que mastica una galleta; y Beto, que juega incansablemente con una piedra que encontró por ahí.
Ella es tucumana, pero se vino a vivir a Córdoba hace más de diez años para estudiar física en la Facultad de Matemática, Astronomía y Física. No solo se recibió, sino que luego fue becaria doctoral del Conicet.
“Primero, mi misión era por el lado de la ciencia, pero, en general, se le da menos bola a la gente que hace ciencia que a la gente que juega al fútbol (risas). Un poco es también jugar con las reglas del sistema, hackear desde adentro. Siempre me tiró el lado de entender qué es lo que la sociedad, como todo, quiere y cómo se podría hacer más fácil esa transición de pasar del binarismo a otra cosa. Entonces, se me ocurre que, más allá de cualquier teoría o libro sobre feminismo -con el perdón de las teorías-, siento que ir a una cancha y ver que hay una chica trans jugando y que no se cae el mundo capaz tiene más impacto, en términos de naturalizar la desbinarización. En ese sentido el hackeo, como una resignificación”, sostiene.
Un “absurdo endocrinológico”
Yunga dice que la visibilización no tiene que ver solamente con su caso, sino también con que se pueda ver fútbol femenino y romper con algunos imaginarios al respecto, basados en prejuicios. “Siempre los comentarios son: ‘Ay, ¿cómo puede ser? Las vas a quebrar’ (risas). No porque alguien tenga más testosterona va a pasar eso, es muy absurdo”, comenta.
Cree que lo particular -“y turbio”- de su caso se debe a que puedan verla y saber que es trans, y que por eso le pidan un test de testosterona, cuando no se aplica en otros casos: “Existe esta cosa, el absurdo endocrinológico, de pedirle la identidad a la otra persona para poder hacerle un testeo. No es por la testosterona que una juega bien o mal al fútbol. Yo bajé de 36 a 10 y no sentí ninguna disminución en mi potencial futbolístico (risas). De hecho, es curioso porque encima yo, así, con todo este aspecto poco femenino, hace meses que ya estoy dentro de esos límites hormonales. Pero, igual, activo para que no me lo pidan. Quisiera que, si alguien no tiene ganas de llevar la identidad como bandera, pueda simplemente ir y jugar”, comparte.
Y agrega: “Yo veo un partido de Estudiantes de La Plata y, si me distraigo un rato, no sé cuál es Mara Gómez. Son chicas que pasan por cis. Yo no tengo mucha intención, capaz no me sale o no soy tan femenina, pero sí me importa poder pensar en la persona en particular, más allá de esto de la identidad e, incluso, desde la perspectiva de los más conservadores, que me ven y dicen ‘no es una chica’, y hacen escándalo: ‘Sí, bueno, parezco un hombre jugando con chicas, ¿y qué?’. No está pasando nada raro. Si alguien quiere jugar con chicas y las chicas quieren jugar con ella, ¿cuál es el problema? Hasta me imagino alguna vez yendo a jugar torneos con varones como para mostrar que es lo mismo”.
Yunga rescata de su forma de ser, que tilda de “machona”, que no solo posibilita mostrar que puede haber chicas trans jugando en el femenino, sino que, en un futuro, podría haber chicos también. “Para toda esa gente que me ve como un varón, que pueda también imaginarse, verlo y darse cuenta de que no pasa nada, que no se cae el mundo porque se mezclen los géneros en los partidos de fútbol”, reflexiona.
Alojar otras formas de jugar al fútbol
—¿Con qué situación te quedarías conforme o qué te gustaría que pasara?
—Lo más utópico sería que no haga falta hacer nada. No, mejor, lo más utópico sería que consideren a las personas no binarias y que las puedan incluir ahora en el reglamento, aprovechando mi situación, porque eso sí que no está resuelto. ¿Qué pasa si viene alguien con DNI no binario? Porque, para mi caso, no tendrían que hacer nada, ya está. Yo ya tengo documento de mujer, en el reglamento no hay nada que diga nada y listo. Pero a lo que aspiro es a que agreguen quizás un anexo o algo así al reglamento donde se considere a las mujeres trans como mujeres.
Mecha cuenta que lo “ideal, ideal” sería que cada persona transgénero, intersex o no binarie pueda elegir dónde quiere jugar, como lo acaba de determinar la Federación Alemana de Fútbol (DFB). En junio de este año, el país teutón aprobó una regulación para que les futbolistas con la identificación civil de género “diverso” o “no especificado” tengan el derecho de elegir en qué equipo prefieren jugar. La normativa, que entrará en vigencia en la próxima temporada, se incorporará a las reglas de juego del fútbol juvenil, futsal y amateur.
“Las asociaciones estatales y regionales, pero también personas relevantes a nivel de base, han estado señalando durante mucho tiempo que existen incertidumbres sobre cómo acomodar a los jugadores transgénero, intersexuales y no binarios. Por lo tanto, dan la bienvenida a la introducción de una regla nacional integral sobre el derecho a jugar”, sostuvo Sabine Mammitzsch, vicepresidenta del fútbol femenino en la DFB.
Al respecto, Yunga nos comenta: “Me parece lo más lógico del mundo, por cómo se dan los movimientos políticos de los últimos años, que chicos trans quieran jugar en el femenino. Incluso que, el día de mañana, maricas que no se consideran mujeres quieran hacerlo. Hay una cuestión política fuerte que diferencia los modos de jugar al fútbol en el femenino y en el masculino. Me parece lo más razonable que, si hay gente como yo, pero también no binaries o chicos trans o maricas que quieran jugar en un fútbol que tenga otro tipo de ideología política, puedan hacerlo”.
Lo inevitable
En toda esta situación, lo que se evidencia como un tema fundamental a atender es la formación -o, más bien, la falta de formación- en la Ley de Identidad de Género y la Ley Micaela. No solo resulta retrógrado que las discusiones de las autoridades respecto a la participación de una persona trans en el fútbol giren en torno a cómo iba a ser el tema del vestuario y dónde se iba a cambiar Yunga en el momento de los partidos, sino que se sustentan de fondo en una fuerte -y peligrosa- base transodiante.
“Realmente, no entiendo cuál es la preocupación si ya hay un equipo que acepta esa parte, ¿por qué tiene que involucrarse la Liga en las decisiones de cómo van a compartir su espacio esas otras personas?”, cuestiona la defensora. ¿Es posible pensar un fútbol superador, que rompa con la larga y rancia tradición biologicista del binarismo, e incluya a todes? Para Yunga, “se soluciona con inclusión antes, no con exclusión después”.
Acerca de las perspectivas a futuro, Yunga comparte: “Yo siento que saben que es inevitable. Por más que me pateen a mí ahora por un tiempo, en algún momento, van a aparecer dos, tres, cuatro, cinco y no van a poder seguir haciendo esto (…) Siento que es una reacción de miedo a que, si me abren la puerta a mí, aparezcan 40 ‘varones’ que, de repente, deciden sacarse el DNI de mujer para jugar en el femenino. Y ante eso yo digo: ojalá (risas). Ojalá sucediera que 40 varones traicionen su género y se hagan otro documento”.
—¿Sos consciente del impacto que tiene tu decisión, de que allanás un camino?
—Sí, re. De lo que no sé si soy consciente es del peligro. De eso, nunca, nunca, nunca me doy cuenta. Yo creo que, por mi forma de ser, no debería haber tantas ganas de matarme, pero bueno, Jesús también era piola. Y lo mató el Estado, así que no sé (risas).
* Por Ezequiel Luque y Peu para La tinta / Imagen de portada: Ezequiel Luque para La tinta.