A tres años del asesinato de su hijo, Isa busca verdad y justicia
Ayer, miércoles 24 de agosto, la comunidad de barrio Parque Las Rosas marchó por el Dibu en un nuevo aniversario de su muerte. La movilización expresa la necesidad de esclarecer lo sucedido. Los pasos retumban los suelos de esta ciudad tan bastardeada por la violencia institucional. Verdad y justicia se escuchan una vez más. ¿Hasta cuándo?
Por Redacción La tinta
Los tres años sin respuestas sobre el asesinato de Darío Alejandro Torres, el Dibu, se suman a las violencias estatales, policiales y mediáticas que Isabel Torres y su familia cargan en sus espaldas. También son tres años de fuerza, de lucha y movilización. “Cuando el Dibu murió, tenía 14 años y le gustaba andar a caballo. Era un niño picarón, era un niño grande, como le decía yo”, señala su mamá en conversación con La tinta. Ella vive en Parque Las Rosas, trabaja en una cooperativa textil y participa en el Encuentro de Organizaciones. Desde chiquito, su hijo anduvo organizado, “iba a todas las marchas, la Marcha de la Gorra le encantaba porque acá, en el barrio, siempre hubo mucha represión de la policía a los pibes. La última que fue era la de la Gorra”.
La ciudad ya no soporta tanta violencia. Los barrios ya no soportan la desaparición y el asesinato de sus pibes. Las calles ya no soportan la represión del Estado y la policía. Las banderas, pancartas, monumentos, pintadas y murales están llenas de tantos nombres que nos faltan. Ya no alcanza con decir que la Justicia mira para otro lado, se sabe en todas partes: la Justicia -el Poder Judicial- es cómplice.
El 24 de agosto del 2019, encontraron el cuerpo sin vida del Dibu. Estuvo desaparecido más de 20 días hasta que fue hallado brutalmente asesinado en el Parque de la Vida. “Nosotros seguimos desinformados del caso porque sigue el secreto de sumario -explica Isa–. Hemos presentado un recurso de amparo para que nos den acceso al expediente, todavía no hay imputados, entonces no tenemos acceso y ya pasaron tres años”.
Hasta la fecha, se desconoce la causa de su muerte. Se sabe del hostigamiento policial. Se sabe de las trabas y vueltas judiciales y policiales a las que Isa y toda su familia fueron sometides. Se sabe también que la organización, el respaldo y la solidaridad siguen siendo la principal herramienta para encontrar la verdad y para que se haga justicia.
Lento y violento es el accionar del Poder Judicial en Córdoba, más cuando se trata de pibes de las barriadas más devastadas por el capitalismo urbano. Desde que Dibu desapareció, Isa fue maltratada. Su hijo fue estigmatizado. Cuando quiso realizar la denuncia por desaparición en la Unidad Judicial N° 6, le dijeron: “Debe estar preso”. Recorrió todas las comisarías de la ciudad. Volvió varias veces a la unidad judicial y la respuesta siempre fue la misma, hasta que encontraron un cuerpo.
“Nos enteramos por la prensa que era él, nosotros estábamos en el Departamento de Homicidios y mi familia me llama porque en la tele salía la foto de él, y a nosotros no nos habían dicho nada -recuerda Isa-. Tuvieron acceso a la información primero los de prensa que nosotros. Armamos un lío bárbaro, fue todo muy improlijo, sentí que no respetaban el dolor por lo que estábamos pasando, nos trataron de la peor forma. De la policía siempre hubo maltrato desde que estaba vivo y, después de muerto, lo han maltratado”.
Al suroeste de la ciudad, un muro de 1 km separa Parque Las Rosas del barrio privado Manantiales, instalado por el gigante inmobiliario EDISUR. Allí, la cara del Dibu se dibuja desde el 2019. Fue el lugar de encuentro elegido, en la siesta del miércoles, para caminar hasta el Parque de la Vida, a más de veinte cuadras. Cerca de las 17:30, comenzaron a marchar. “Fue muy movilizante y muy fuerte, sobre todo para la familia -cuenta Matías, compañero de Isa-. Cuando marchamos, íbamos pasando por el barrio y la gente saludaba, algunos se sumaron, fue un ambiente muy comunitario”.
Las mujeres con sus niñes a cuesta, los perros del barrio, familia, compañeres de las cooperativas, vecines, toda una comunidad se movilizó hasta el lugar en donde, tres años atrás, aparecía el cuerpo sin vida de Dibu. Encendieron velas y el fuego dibujó un contorno de abrazo por ese vecinito que el 22 de agosto hubiera cumplido 18 años. El silencio y la puesta del sol, seguido de las palabras de agradecimiento de Isa marcaron la vuelta. Gestos que construyen la memoria de las injustas muertes, que exigen a gritos verdad, que esperan algo que se parezca a la justicia.
El pedido a la fiscalía es claro: que avance la investigación, que imputen a los sospechosos, que levanten el secreto de sumario para que la familia acceda a la información de la causa.
—¿Cómo te gusta que lo recuerden al Dibu?
—Como él era, un niño alegre, andando a caballo, siempre sonriendo y silbando, como él era, un niño travieso, así me gusta que lo recuerden, así lo recuerdo yo.
*Por Redacción La tinta / Imagen de portada: Comunicación Rebelde – EO.