Escribir con el cuerpo, desde el cuerpo, en el cuerpo

Escribir con el cuerpo, desde el cuerpo, en el cuerpo
12 abril, 2022 por Redacción La tinta

Por Marina Chena para Lobo Suelto

1- Eugenia Almeida dice que se escribe con el cuerpo, no se trata de una actividad mental, sino que se hace con la espalda, las manos, los ojos, la nuca, las piernas. Cuerpos que escriben y cuerpos que se hacen en la escritura. Un lenguaje hecho de músculos que se tensan y ceden a la amabilidad o la crueldad de las palabras. Cobijo corporal frente a la herida. Palabras que salvan de la des-existencia. La relación entre escritura y cuerpo es la relación más primaria, si aceptamos que también se escribe cuando la mirada roza otro cuerpo, lo descubre y le hace saber que hay algo que merece ser nombrado, que hay historia, que hay verdad. La lengua materna se aprende por gestos, tonalidades del habla, por el afecto que circula a través de ella y es la única lengua en que podemos hablar de lo más íntimo. Escribir es también entrar en una atmósfera de intimidad, no privada, sino abierta al encuentro de todxs quienes hablan a través nuestro.

2- Rosa Luxemburgo escribió cartas. Cartas de amor y política, de su vida cotidiana, de la cárcel, del amor por las plantas, los libros, la pintura. Escribía con fervor a sus amantes y compañeros de militancia y, cuando se lee, se tiene la sensación de transitar el territorio del afecto, de la pasión amorosa y de la política, sin fronteras precisas. Le dice a Paul Levi, su abogado defensor y luego amante: Dulce señor, tú y la gloriosa noche todavía tiemblan en mis extremidades, y mi ocupación más importante aquí es cavar a través de los recuerdos con dedos lentos, como en una canasta de flores. Siempre veo tu carita y tus ojos oscuros frente a mí, muy de cerca como entonces. (Kurt) Rosenfeld me dio la mala noticia de que Karski (Marchlewski) ha sido arrestado por su artículo en el Kieler Blatt, en el que insulta al ministro de Guerra. La escritura es una intensidad o -más bien- un modo de intensificación.

3- No solo se escribe con el cuerpo, sino que también se escribe en otros cuerpos. En la reciente presentación de un libro , una mujer que estaba entre el público dijo: no todxs pueden seguir leyendo cuando sucede una tragedia. También hay quienes no pueden seguir escribiendo, quienes no pueden hablar o no pueden recordar. Escribirse en otrxs puede ser el modo en que alguien recupere el habla, la voz o la palabra. Ser –en ese sentido– la lengua del/a otrx, su lengua interrumpida por el dolor. Narrar un cuerpo como si se dejara un testimonio. Buscar las palabras, encontrar los detalles, trazarle un contorno. Un cuerpo que ante todo calla, pero que no enmudece. Un cuerpo que todavía cree. Escribir es armar un refugio humano frente al dolor.

4- Extraña criatura del lenguaje, la escritura es capaz de hacer temblar de terror o de goce, produce una herida en quienes tratan a las palabras como cosas y no como la potencia incalculable que, así como nos arma, nos destroza. El silencio, ¿no muestra –acaso- eso mismo? ¿Cuando se instala como un monstruo impotente que por ausencia nos deja desoladxs, pero también cuando se posa, como un cuerpo desnudo, liviano, frente al ruido de un mundo que se vuelve cada vez más hostil? Silencio de las noches pobladas de insectos y las mañanas pobladas de pájaros. Silencio de las voces carroñeras. Si no existiera el silencio, sería imposible la escritura. Entre otras cosas, porque para escribir, antes que nada, se necesita escuchar.

5- Escribir como movimiento que torna precario un equilibrio cualquiera. Precariedad de saber que todo puede de un momento a otro desaparecer, perder su forma, incluso su forma precaria. Incomodidad frente al desequilibrio, dejarse estar ahí, sostener la fragilidad. Intuiciones buscando el cauce como una huella, descubrir que la huella no está, dejarse seguir perdida, retroceder. Desplegar una estrategia de inmersión, ahogarse, buscar la orilla, ser arrastrada por la fuerza centrífuga de un océano, dejar de luchar en contra, pero no rendirse. Por fin respirar. Respirar. Respirar. El aire de la escritura.

6- La escritura, respiración común, gracia de lo que vive, clamor de lo que se resiste a morir, gesto de supervivencia. Una música familiar como la voz de un niño. Todo lo que se hace para afirmarse en la tierra y distinguir lo verdadero de lo que no lo es, o –dicho de otro modo– distinguir belleza de la falsedad. Escribir es otra forma de mirar.

7- Escribir siempre con otrxs, entre otrxs, expulsadx de sí. Escribirse a sí misma, para entender e inmediatamente olvidar lo que se entendió, volver a buscar. Insatisfacción frente a las palabras cuando no consiguen tocar las vísceras, los huesos, los nervios. Las palabras sin boca.

8- Si es verdad aquello de que estamos hechas de las palabras que nos nombran, ¿dónde habría que buscarlas? ¿En qué paisajes? ¿La lengua madre? ¿La geografía de origen? Cuando me preguntan de dónde soy, siento que podría responder “soy de la orilla brava, del agua turbia y la correntada”, aunque donde me crié no hay río. Soy del litoral, ese paisaje me describe, está en mí y, si pienso en la escritura, desearía que tuviera la sonoridad del agua.

*Por Marina Chena para Lobo Suelto / Imagen de portada: Lobo Suelto.


Intervención en el ciclo: La escritura. Inscripción y deconstrucción de los cuerpos. Organizado por el Colectivo Kayros. Córdoba.

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