Cárdeno adorno, nadie sabe lo que puede un cuerpo

Cárdeno adorno, nadie sabe lo que puede un cuerpo
10 marzo, 2022 por Redacción La tinta

Por Manuel Allasino

Cárdeno adorno es la primera novela de la austriaca Katharina Winkler, publicada en 2016. A través de un golpe de poesía, la autora nos hace viajar sin retorno al infierno de la violencia machista. 

La historia de Filiz, la protagonista de Cárdeno adorno, es la misma que la de miles de mujeres en todo el mundo: el sometimiento a la violencia de género. Nacida en un rebaño, con numerosos hermanos y hermanas, Filiz pasó su infancia y adolescencia cuidando de los corderos, protegiéndose de los lobos y respetando a rajatabla las jerarquías ancestrales: “El honor del padre es lo más importante”

Con gran delicadeza, Katharina Winkler nos evidencia el espanto de tantas niñas y mujeres ante sus verdugos (que muchas veces son sus propios padres, abuelos, maridos o hermanos) frente a la dominación masculina violenta, basada en la tergiversación de conceptos como el amor, la religión o el honor. 

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“Cuando padre entra en casa, el silencio lo acompaña. Nos ponemos de pie, nuestros ojos se ponen de acuerdo, Yildiz le acerca una silla por la espalda, Fatma le saca la chaqueta por los hombros, yo corro a la cocina, a la tinaja, y vierto agua en el barreño, tres cazos. Fatma, de cuclillas ante padre, le ha desatado las botas, le quita la bota derecha por el talón, yo me acuclillo junto a ella y cojo la otra, el pie de padre está húmedo y caliente. Lo sumerjo en el agua fresca, y lava que te lava le voy borrando la jornada de la planta. Zehra me tiende la toalla, froto el pie hasta dejarlo seco y lo deslizo, de mi mano a la sandalia. Madre ha horneado. Hay pan de pita con judías y queso y ayran fresco. Tenemos seis huertos. Tenemos patatas, cebollas, pepinos, tomates y pimientos, judías y lechugas, maíz y albahaca, melones, garbanzos y repollo. Manzanas, peras, albaricoques, moras, ciruelas, uvas. Nuestro suelo es pedregoso. El huerto del vecino es más grande y exuberante. La fruta del huerto del vecino es nuestra, dice madre, la sembró el abuelo. Cuando padre era joven, los vecinos llamaron a un hombre de leyes de Kiğı y declararon suyo el huerto. Sentado a su mesa, padre asentía en silencio a los cuatro hijos del vecino. Padre no tenía hermanos, de manera que ellos eran la ley. El hombre de leyes midió el terreno y consignó en acta cuanto le dictaron. Seguidamente, los vecinos llenaron las copas y brindaron con padre por una buena vecindad. Cuando las moras del vecino están rojas, los niños robamos de vuelta lo que es nuestro. El dulce jugo se nos escurre por la barbilla. Lo que no podemos comer lo recogemos en cestas y se lo llevamos a madre. Secamos en verano, lo guardamos en el sótano y nos lo comemos en invierno”.

Filiz, la narradora en primera persona de esta historia, crece en una pequeña aldea de las montañas turcas. Desde pequeña, al igual que sus numerosos hermanos y hermanas, cuida de los rebaños y los protege de los lobos. Filiz es bella y posee una luz interior que le hace creer a toda costa que puede aspirar a algo más. Ella despliega toda su herencia cultural para enmascarar a su peor enemigo, su enamorado Yunus, un joven que la maltrata y tortura. Asustada, herida y ornada de golpes y cardenales, Filiz deseará morir en más de una ocasión sin que a nadie le importe. En la pequeña aldea de Filiz todas las mujeres están adornadas de cárdeno. Lo aceptan y las que no lucen esas sombras en su piel son miradas con desconfianza por las otras mujeres.

“En nuestro valle viven cien mujeres cárdenas. Hay mujeres de cárdeno claro, como la madre de Necla, y mujeres de cárdeno oscuro, como la madre de Fidan; hay mujeres rojicárdenas y mujeres negricárdenas. Hay mujeres que llevan su cárdeno alrededor del cuello, como un aro, o en el hueco bajo el cuello, cual medallón; algunas llevan su cárdeno como una pulsera en la muñeca, otras alrededor del tobillo. Muchas mujeres cambian el cárdeno adorno de semana en semana, algunas de día en día. Unas sonríen siempre, a pesar de su cárdeno adorno, como Leyla, otras callan cárdenamente, como Zehra. Las mujeres de cárdeno claro pueden convertirse en mujeres de cárdeno oscuro, y las rojicárdenas en negricárdenas. Las cárdenas oscuras pueden convertirse en cárdenas claras, pero eso ocurre rara vez, y las que llevan el negricárdeno, como Ayşe, ya no sueltan el pesado color. Hay mujeres cuyo cárdeno adorno nadie conoce, mujeres que lo esconden bajo largas vestimentas, bajo el paño; por lo general son muchachas cárdenas, como Elif y Selin, que todavía llevan su cárdeno inseguras, como un primer pintalabios. El cárdeno adorno de las mujeres lleva la caligrafía de los hombres. La herramienta, madera o hierro, y la cantidad de los golpes determinan el matiz del cárdeno. Las mujeres llevan color de cielo. De cielo de verano veteado de nubes, de gélido cielo de invierno, de cielo tornadizo de primavera, de ceniciento cielo otoñal, de crepúsculo, de arcoíris. Songül es la única inceleste y sin cárdeno. Donde ella aparece, la conversación enmudece. ¿Qué se ha de hablar con la inceleste? Se pasea por el pueblo con piel impecable. Las mujeres la esquivan, ninguna palabra, ningún saludo para la inceleste. ¡Mírala!, dice mi madre, acariciándole el pelo con su mano negricárdena, no es ni lista ni hacendosa. Y sin embargo, ¡no tiene un solo cardenal! Ésas también existen, dice, por desgracia. Cuando sea mayor, seré una mujer cárdena. Confío en un matiz cárdeno claro como el cielo invernal”.

Cárdeno adorno de Katharina Winkler es una novela estremecedora, que en la figura de Filiz abraza a todas las mujeres violentadas. Las lágrimas de Filiz se convierten en llanto universal y en grito de lucha por la igualdad.  

Sobre la autora

Katharina Winkler nació en Viena en 1979 y actualmente vive en Berlín. Estudió Filosofía y Teatro. Cárdeno adorno, Prix du Premier Roman Étranger 2017 por su traducción al francés, es su primera novela, que también ha sido vertida al inglés, rumano, esloveno e hindi, entre otras lenguas.

*Por Manuel Allasino / Imagen de portada: 

Palabras claves: Katharina Winkler, Novelas para leer

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