Pascual: hacer música como propuesta performativa, experimental y antropológica

Pascual: hacer música como propuesta performativa, experimental y antropológica
17 febrero, 2022 por Verónika Ferrucci

Pascual juega con una masa elástica rosa que estira y se chorrea, así presentó el año pasado Cerebro, su primer disco solista. Es la plasticidad de las formas, signo de una generación que ha hecho surcos musicales alternativos en medio de una industria mainstream donde hay lugar solo para algunes. En esta Córdoba donde hacer cultura en manada no es fácil, conocemos su devenir músico, su proceso creativo y su trabajo de campo en una casa cultural de la ciudad. 

Por Verónika Ferrucci para La tinta

Pascual es el alter ego artístico de Francisco Beltrán y, a finales del año pasado, después de un proceso de creación durante la pandemia, presentó su disco Cerebro. Está a punto de recibirse de antropólogo y, en la charla con él, fuimos derivando de su proceso de creación musical a los cruces en su forma de hacer y creer en la música con su carrera universitaria. Y también en sus recorridos y en las posibilidades de hacer música en la ciudad de Córdoba para la generación sub30. 

“Terminé siendo gestor cultural además de compositor y performer. Me salió naturalmente cuando me di cuenta de que no tenía red y había que solucionar un problema: no teníamos contactos con gente a la que pudiéramos mostrarle nuestra música. Empecé a meterme en páginas, yo vivía en zona norte e iba a un colegio privado, cualquier tipo de expresión artística diferente te quita las piernas, era difícil migrar a movidas jóvenes y más desprejuiciadas”. 

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(Imagen: Pascual)

Hace 7 años que está en la escena musical de la ciudad de Córdoba, pero desde mucho antes hace música, en su casa, con sus amigues, con su primer banda en el cole. “Crecí escuchando decir que no había lugares para tocar y siento que ahí empezó mi trabajo de campo. Expuesto a ese discurso, nunca más pude dejar de pensar en las condiciones laborales, lo considero mi propia militancia. Habité espacios que siguen, otros cerraron, en todos se hablaba de alternativas ideológicas-culturales. Tocábamos en casas, livings, patios, pero no en escenarios”. 

Una de sus primeras experiencias en un escenario, siendo muy pibe, estuvo marcada por una lógica bastante común: hacerse de abajo cuando sos una banda chica y no te conocen. Te ponen de telonero de una banda más grande y conocida, y para tocar tenés que vender un total de entradas. “Te hacen pagar para tocar, si todo el mundo les dijera que no, tendrían que empezar a pagarle a la música, pero siempre hay alguien dispuesto a pagar. Esa vuelta, vendimos muy pocas y tuvimos que juntar mucha plata, éramos chicos. El target más típico era gente chica, sin experiencia; gente que toda la vida opera así o gente más grande que se sube al escenario para una foto. Nosotros queríamos dedicarnos a la música. El imaginario social alrededor del trabajo musical está entre una delgada línea entre la idea de la música como trabajo y que sea lo que más disfrutás de la vida -que no cuenta como laburo-. Hay menos organización alrededor de les artistas de la música, hemos construido pedestales y no organización”. 

Con una experiencia así, o te adaptás a las lógicas del mercado o hacés lo que hizo Pascual, empezó a buscar otros espacios donde tocar, a pulmón, recorría páginas de Facebook y mandaba mensajes por privado, -hace ya varios años- llegó a la casa cultural Kame House en Villa Páez. “Nos dijeron que hacían eventos, tenían un estudio de radio, grabación y diferentes actividades para solventar el alquiler. Eran jóvenes viviendo juntes, se respiraba un discurso de enojo frente a los lugares habilitados, los tratos económicos, cómo convocaban a bandas para hacerlas tocar y habían construido otra propuesta”. Luego llegó a la casa Cabezas de Tormenta en barrio Jardín, espacio autogestivo, formaron una cooperativa de trabajo gastronómico y llevan 9 años ranchando cultura, con una influencia de la movida del hardcore y punk.

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(Imagen: Pascual)

No dudó que quería hacer su tesis sobre la experiencia de casas culturales donde jóvenes -estereotípicamente estudiantes, aunque no necesariamente- se juntan para compartir gastos de la cotidianeidad y tienen un interés por la producción cultural y aportar desde un lugar alternativo a los espacios que tienen habilitación estatal. “Es un fenómeno a nivel mundial y que está presente en Córdoba. Hay de todo, para la movida que vos quieras, desde la electrónica hasta el hardcore. Muchos son espacios con propuestas anti capitalistas, anti caravanas, autogestivas y que no están visibilizados. Mi tesis es un ejercicio e intento de documentar lo no documentado de esas casas que alojan lo residencial, dan un techo a esas personas que ahorran comunitariamente y, al mismo tiempo, alojan movidas culturales -grupos que se identifican con una estética con ciertas formas de trabajar y con ciertas prácticas-.  

Cerebro 

Con inspiración en la música psicodélica de los 60, la huella de Frank Zappa, Pascual pone a rodar una propuesta musical performativa y experimental. Cerebro es su primer disco solista y resultado del trabajo colectivo de muches artistas independientes que colaboraron en el proceso creativo y autogestivo de todo el contenido lanzado. “Es un álbum corto, directo y psicodélico. Aborda géneros como el indie y el rock, con muchas guitarras, sintetizadores y delirio groovero. Presenta diferentes personajes de una ciudad cordobesa futurista, distópica y absurda, donde la materia comienza a derretirse por el calor. El álbum es editado por el nuevo sello Nagasaki que nuclea parte de la escena rockera contemporánea, sin prejuicios de fusiones y estilos”. 

Pascual imaginó la masa rosa como un cerebro que se derrite en el calor de la ciudad y empieza a inundar los escenarios donde se encuentran los personajes. Un juego creativo, un disco autogestionado, un disco de dormitorio, home estudio. Lo fue pensando en la pieza de su amigo y compañero de bandas, Yull -Giuliano Pescetti-. “Los paradigmas musicales hoy son hacer música en la compu, se pueden lograr cosas geniales, pero fuimos un poco a contramano porque es nuestra herencia e hicimos música instrumental. El disco tiene baterías reales, arreglos de cuerda grabados, dos jornadas de grabación de guitarra, fue un proyecto ambicioso y lo fuimos grabando de acuerdo a lo que nos permitió la pandemia”.

El primer adelanto que salió fue Sputnik y la puerta de entrada al mundo audiovisual para Pascual. Está aprendiendo de edición, como parte del combo músico, compositor, artista sonoro y gestor cultural. That is real life.  

“En el disco, trabajé en casi todas las canciones un personaje marcado. Capitán del espacio, por ejemplo, es sobre estar viajando por Buenos Aires, obsesionado con el alfajor que tiene ese mismo nombre, y en mi historia es un astronauta cordobés. El videoclip lo hicimos con la productora autogestiva La Yesera en la Reserva San Martín, en invierno, cuando está todo seco y lleno de polvo, es como si fuera un marte cordobés. Dos amigues son parte de este producto audiovisual, coordinó une amigue, Alba Cravero, y actuó, guionó y diseñó los personajes Male Sbarato”. 

Las Balas es una letra en defensa del cultivo de marihuana y contra la represión policial. Dentro del disco, en ese universo psicodélico espacial donde hay extraterrestres, también hay otras historias terrenales. Con mi amigazo, el Tomi, vivíamos en Alta Córdoba y los dos tenemos historias por andar con porro. Un día de ensayo, el Tomi llegó más tarde porque lo había frenado la policía, manos en el patrullero y lo habían boludeado bastante. Cuando llegó, empezamos a cantar la canción de la marcha: ‘Las balas que vos tiraste van a volver’, así nació parte de esta canción”.

El disco tiene 5 canciones más. Está en Spotify y YouTube. Pascual hace música en la síntesis entre ser antropólogo, compositor, instrumentista, gestor, performer y artista sonoro. Piensa en conceptos, personajes que pone a jugar relacionalmente en un disco y en diálogo con lo local. Hace canciones historias de Córdoba disfrazadas de algún género musical, crea trincheras donde la cultura tenga la marca generacional, de esta banda que quiere pensar la música autogestivamente, por fuera de las imposiciones y acostumbradas a las lógicas de siempre. 

*Por Verónika Ferrucci para La tinta / Imagen de portada: Pascual.

Palabras claves: cordoba, Música

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