12 mujeres inmortales de la música boliviana

12 mujeres inmortales de la música boliviana
30 diciembre, 2021 por Redacción La tinta

Esta es una selección de algunas voces bolivianas que nos acompañan en nuestra vida cotidiana desde hace mucho tiempo. No podemos imaginar la música nacional boliviana sin ellas, por eso las reunimos en este especial.

Por Muy Waso

El folclore boliviano está marcado por reconocidos referentes históricos, pero también por voces y talentos, muchas veces, olvidados injustamente. En el caso de las mujeres que le dedicaron su vida y vocación a la música boliviana, su legado suele estar eclipsado por la sombra de los cantantes y bandas integradas solo por varones.

En las últimas décadas, irrumpió la figura de los «grupos femeninos», equilibrando un tanto la balanza, pero en la historia, en la memoria popular, aún tenemos una deuda pendiente para con nuestras abuelas musicales.

¿Sabes cómo se llama la vocalista de Los Genios? ¿Sabías de la importancia de Encarnación Lazarte en la difusión de las coplas vallunas? ¿Cuántas vocalistas tuvo el Grupo Femenino Bolivia? Son preguntas que aún nos cuesta responder con claridad.

Aquí te presentamos un recuento de cantantes, en su mayoría también compositoras, que son inolvidables y que forman parte de la identidad cultural boliviana. Seguramente las escuchaste en fiestas familiares, eventos sociales, horas cívicas o en los medios de comunicación, aunque sin el reconocimiento ni la visibilidad de sus colegas varones.

Así que ponte cómoda y prepárate para un viaje musical al recuerdo.

Asuntita Limpias (Trinidad, 1915-Cochabamba, 1995)

Poetiza, compositora e intérprete beniana. Su riquísima obra ha sido reproducida a través de los años por otrxs conjuntos y cantantes bolivianxs. Formó y dirigió varios grupos de voces y guitarras que traspasaron fronteras con sus éxitos y grabaron discos con varios sellos discográficos. Las canciones de su autoría son aún muy populares y suelen formar parte de las tradicionales «horas cívicas» estudiantiles.

Norah Zapata

Una voz prodigiosa y muy bien trabajada que resuena hasta el día de hoy. Su temprano abandono de la música, pese a su increíble talento, dejó frustrados a muchos de sus seguidores. La paceña Norah Zapata sorprendió desde su primera aparición en el escenario de la UMSA, fue becaria en técnicas de canto bajo la tutela de la cantante Beverly Wilson, y dejó como legado grabaciones como la de un LP de 1970 con la colaboración en arreglos musicales y acompañamiento del «Maestro Delfín Marañon y su Orquesta». Falleció en noviembre de 2015, aquejada por un cáncer.

Alcira Arteaga

¿Quién no pasó un día de la madre teniendo como soundtrack a Los Genios? Aquella intensa voz que le canta a los cabellos de plata pertenece a Alcira Arteaga, cantante del trio musical “Los Genios”, agrupación que tiene más de cinco décadas de presencia en escenarios.

Los Genios nació originalmente como un trío de voces masculinas, sin embargo, fue la voz de Arteaga la que finalmente los distinguió y condujo a la grabación de una gran cantidad de discos, con los que pudieron ganar el reconocimiento de todo el país.

Hermanitas Saldaña

Carmen Delicia y Olga María Saldaña formaron el dúo de hermanas que comenzó su carrera musical en los años 60, en Santa Cruz de la Sierra. Sus discos se agotaban rápidamente y fueron consideradas «la sensación del momento» por su gran popularidad. Después de 10 años de presencia en la escena musical, se disuelven dejando canciones que se convirtieron en clásicos orientales.

Una de sus interpretaciones titulada «Jumechi» denuncia, de alguna manera, la violencia machista en el contexto de su época.

Gladys Moreno (Santa Cruz de la Sierra, 1933-2005)

Nombrada como la Embajadora de la Canción Boliviana, es una de las representantes más notables del talento femenino en el folclore nacional. Con su voz poderosa, inconfundible y llena de sentimiento, la cruceña Gladys Moreno se convirtió en una leyenda de la música nacional. La cantautora, que había iniciado su carrera tan solo a los 15 años, grabó nueve discos de larga duración con un amplio repertorio en cuecas, taquiraris, chovenas, carnavalitos, valses y otros ritmos.

Luzmila Carpio (Potosí, 1954)

Es una de las voces más privilegiadas de los andes y llegó a ser admirada y apreciada mundialmente por su capacidad vocal y su manera sentida de interpretar la música. Con un charango en manos y su voz en tonos altísimos, casi emulando el canto de los pájaros, narra las vivencias y tradiciones de las comunidades quechuas. Compuso alrededor de 120 canciones que fueron editadas en al menos 25 discos.

Luzmila Carpio nació en el Ayllu Panacachi del departamento de Potosí. En la actualidad, es una de las cantantes indígenas más conocida a nivel mundial.

Encarnación Lazarte (Cochabamba, 1938)

Primera mujer quechua que grabó coplas vallunas e impulsó el movimiento artístico rural. Logró récords de ventas y garantizaba una masiva concurrencia en los eventos de los que participaba. Encarna, como también se la conoce, se destacó por su capacidad de composición de coplas en quechua y su interpretación es todavía muy esperada y aplaudida en las fiestas de Santa Vera Cruz Tatatala, Todos Santos y Carnavales.

Arminda Alba

Con una carrera musical que comenzó en 1988, los taquiraris y otros sones dedicados al oriente por Arminda Alba están entre lo más entrañable de la música cruceña. Actualmente reside en Brasil, pero hace algunos años retornó a Bolivia para realizar presentaciones y recordar la «época dorada» de la música folclórica oriental.

Las hermanas Arteaga

De los más memorables duetos de la música popular boliviana. Irma y Elsa Arteaga nacieron en el pueblo de Sorata, La Paz, y empezaron a hacer música junto a su hermano mayor desde muy pequeñas. Su canto expresivo se mantuvo en vigencia por muchos años y lograron producir varios materiales discográficos que tuvieron éxito a nivel nacional e incluso regional.

Matilde Casazola

Una de las más destacadas poetas y compositoras bolivianas. Nacida en la capital boliviana, Sucre, Matilde se fue formando como una prolífica escritora y una extraordinaria interprete de la guitarra. Cuenta con al menos nueve discos y 13 libros de poesía. Sus obras son auténticos tesoros para la cultura y el arte, muchos de ellos interpretados también por otrxs artistas igual de talentosxs.

Grupo Femenino Bolivia

El 6 de agosto de 1983, en Copacabana, La Paz, se formaba el legendario Grupo Femenino Bolivia. Su trabajo constante durante décadas encima de los escenarios permitió que muchas otras músicas incursionaran profesionalmente en el folclore boliviano, especialmente a partir de los 2000. Su primera vocalista fue Luisa Molina, también conocida por su trayectoria en el teatro popular, quien a los pocos años decidió migrar a Estados Unidos y continuar su carrera en solitario.

Entonces llegó a las Bolivia (Nancy Pomier, Betty y Sofía Paz) el talento juvenil de Siria Vera. Con su portentosa voz y un espectacular dominio del escenario consiguió darle a la agrupación una personalidad única e inconfundible. Con un tono trágico y nostálgico llegaron a constituirse en piezas fundamentales en la historia del folclore boliviano entre los 90 y los albores del siglo XXI.

María Luisa Tirado, La Minerita (Potosí, 1945)

El portal Pentagramas del Recuerdo la califica como «una de las primeras voces femeninas del cancionero popular boliviano». Nació en 1945, pero su carrera musical inició en Cochabamba en 1961. La peculiar sonoridad de su voz y la calidad de su interpretación la hicieron ganadora de muchos certámenes, uno de ellos le permitió viajar a Brasil para grabar su primer disco. Fue bautizada como «la minerita» por su inconfundible interpretación del clásico «El minero», un huayño que además de su riqueza musical acompañó durante décadas las reivindicaciones de las clases populares bolivianas. Grabó más de 50 discos e incluso cuenta con un DVD.

*Por Muy Waso.

Palabras claves: Bolivia, música popular

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La Patagonia rebelde de Guillermo Saccomanno

La Patagonia rebelde de Guillermo Saccomanno
18 marzo, 2025 por Leandro Albani

Con una serie de crónicas sobre el sur argentino, el escritor argentino revela las estructuras profundas que mantienen al país anclado en las fauces del capitalismo.

Ni periodismo darwiniano ni charlatanería turística for export. Y tampoco la historia oficial sobre una tierra “civilizada” a punta de fusiles y bayonetas. Sobre estos pilares, se sostiene Guillermo Saccomanno para escribir una serie de crónicas sobre el sur argentino, publicadas en su mayoría en la década de 1990 y ahora reunidas en el libro Escrito en Patagonia, editado en 2024 por La flor azul.

Si las descripciones y las voces dan ritmo y profundidad a las crónicas, también lo hacen las reflexiones y pasajes ensayísticos que el escritor argentino articula a lo largo de los textos. Para Saccomanno, es tan importante mostrar los detalles de un viaje por una ruta desolada como preguntarse para qué sirve la literatura, entender (y escribir) que la memoria se manifiesta en el cuerpo o contar por qué la verdad es el principal valor para el pueblo mapuche.

La Patagonia se abre como un territorio concreto, sin veleidades exóticas o rasgos que remiten al concepto de orientalismo, acuñado por el intelectual palestino, Edward Said. Saccomanno, recientemente galardonado con el Premio Alfaguara por su novela Arderá el viento, rompe la representación que hacen los poderosos sobre esa tierra que creen que es su gran propiedad privada. El escritor también apunta sin contemplación a la hora de denunciar al Estado burgués argentino y sus imposiciones históricas y cargadas de crueldad contra los pobladores originarios.

Saccomanno explica que “cuando se trata de escribir, no se trata sólo de un asunto literario, la elección de un género, sino de una toma de partido ideológica”. Y agrega: “También me parece oportuno señalar a esta altura que la teoría literaria, tal como la entiendo, es teoría política”. Desde esta posición, Saccomanno cuenta y denuncia, describe y apuesta, rescata lo que el establishment de turno quiere ocultar y demuele la construcción oficial de la historia. Esos golpes directos se sienten página a página, sin perder una prosa con oficio y claridad.

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Imagen: La flor azul.

Leer Escrito en Patagonia es tender puentes hacia las investigaciones del historiador Osvaldo Bayer sobre los fusilamientos de peones por parte del Ejército. O también volver a Los dueños de la tierra, de David Viñas, una novela que revela la vileza de estancieros y oligarcas hacia los “otros”, ya sean peones o indígenas, pero todos condenados, según esos dueños de la tierra, a la explotación o la muerte.


En las crónicas, además, sobrevuelan las sabidurías, los pensamientos y las prácticas del pueblo mapuche. “Los mapuches no piensan que este territorio les pertenece ―escribe―. A los huincas este pensamiento los sorprende: ‘No es que esta tierra me pertenece’, piensa el mapuche. ‘Sino que yo soy la tierra’. El pensamiento es mucho más sencillo y, a la vez, abarcador. No se trata de posesión. Sino de sentirse parte”. Entrelazado a eso, la naturaleza que resiste el “desarrollo” capitalista que, desde su origen, se construye con la voracidad del saqueo de la tierra y la cultura.

Saccomanno pone la mira en las raíces de nuestro país burgués y, por estos tiempos, transnacionalizado: el Ejército argentino como fuerza de choque a las órdenes de los poderosos, el extractivismo como política de ocupación y saqueo, la historia oficial escrita por manos locales y extranjeras que intentan condenar a la Patagonia como desierto virgen que tiene que ser violado. Pero también la contracara: el docente Orlando “Nano” Balbo, detenido-desaparecido que sobrevivió a la dictadura y que apuesta a otra educación; el recuerdo vivo del maestro Carlos Fuentealba, fusilado por la policía; y otra vez Bayer, en un artículo que cierra el libro, aunque, más que finalizar la obra, permite abrir ventanas hacia el futuro, porque la figura, la ética y el oficio del historiador anarquista argentino es faro hacia donde mirar cuando se habla de compromiso con las luchas de los más desposeídos. Saccomanno pronuncia: “Si escribir sobre Bayer me enerva, se debe a que, al hacerlo, debo mirar alrededor. Imposible mirar el alrededor sin mirar el pasado. Imposible no tener en cuenta la proyección de sus tensiones cruentas en el presente, la crisis de representación que corrompe los estamentos de la realpolitik. Imposible hacerse el distraído. Esta, aunque suene a reduccionismo, es la lección mayor de Bayer”.

En Escrito en Patagonia, se descubre la relación estrecha del escritor con ese territorio, sus miradas sobre la literatura en relación a ese país dentro del país y los recuerdos de conscripto en el servicio militar. En este libro, el escritor toma posición y denuncia, pero nunca pierde de vista que escribir de una forma más hermosa que como lo hacen nuestros enemigos es una de nuestras armas. En estos momentos de una Argentina que vira aceleradamente hacia el fascismo, Saccomanno, con sus crónicas, propone otro país: uno donde los y las condenadas de la tierra no pierden las esperanzas y todavía atemorizan a los estancieros y oligarcas.

*Por Leandro Albani para La tinta / Imagen de portada: Martín Bonetto.

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Palabras claves: Guillermo Saccomanno, Libro, Patagonia Rebelde

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