“La bandera de Zanón es no resignarse”

“La bandera de Zanón es no resignarse”

Se cumplieron 20 años de resistencia obrera en la fábrica neuquina Zanón, un emblema de la lucha y perseverancia del movimiento de fábricas recuperadas de Argentina. Raúl Godoy, obrero y militante del Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS), nos habla desde una de las más reconocidas trincheras de nuestro territorio.

Por Anabella Antonelli y Nadya Scherbovsky para La tinta

“Ocupar, resistir, producir”. Esas tres palabras se convirtieron en banderas del movimiento de fábricas recuperadas que tuvo su punto álgido a comienzos de la década 2000, al calor de la crisis amasada durante la ofensiva neoliberal noventera. Vivimos el cambio de siglo entre una altísima concentración económica y crecientes niveles de desigualdad social.

La debacle económica vino acompañada de una fuerte crisis de representatividad. Los mecanismos tradicionales de representación política no respondían a las preocupaciones, necesidades e intereses del pueblo, cada vez más ajustado, sino a un puñado de políticos obsecuentes a los lineamientos del capital transnacional. El 53% de la población estaba bajo la línea de pobreza, cinco millones de personas en la indigencia, la tasa de desempleo alcanzó el 25% y más de 2.000 fábricas y empresas cerraron.

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(Imagen: Ediciones IPS)

La calle se transformó en el escenario privilegiado de las protestas y se revitalizó la autonomía, el hacer colectivo y la acción directa como única posibilidad de cambio. En ese contexto, las fábricas recuperadas fueron un bastión de resistencia y lucha unidas en el reclamo de trabajo digno y en la urgencia de no engrosar el número de desocupades. 

Así nació Zanón, la Fábrica Sin Patrones (FaSinPat) “Zanón”, que este mes cumple 20 años de resistencia y control obrero. Es un emblema y la esperanza para otras trincheras que se construyen a lo largo y ancho de nuestro territorio.

“Estoy feliz y orgullosa de ser parte de esta gestión obrera. Fui integrante de la comisión de mujeres que se puso al frente de los puestos de trabajo de nuestros compañeros, nuestros hermanos. Nos dimos cuenta que, además de lavar y cocinar en la casa, teníamos otras posibilidades. Aprendimos a salir a luchar por nuestros derechos. Esto nos dejó al principio (…) Ahora salimos a defender y exigir nuestros derechos como mujeres. Nos solidarizamos de la gestión obrera con todos los compañeros que luchan y necesitan nuestro apoyo”.

Gloria Godoy, integrante de la Primera Comisión de Mujeres de Zanón.

En 2001, Luis Zanón, ex dueño de la cerámica, decidió paralizar la planta, ordenó apagar los hornos y retirar el servicio de enfermería y transporte. Hizo un vaciamiento de la fábrica dejando una deuda millonaria y fraudulenta. En ese escenario, les trabajadores organizades en el Sindicato Ceramista llevaron adelante una lucha histórica, ocuparon la planta y exigieron, con apoyo de la comunidad, su reapertura.

La experiencia trascendió las fronteras neuquinas y se convirtió en un emblema a nivel nacional e internacional, demostrando que les trabajadores pueden organizarse y no trabajar para la ganancia de un par de empresarios, sino poniendo la fábrica como un bien social, generando fuentes laborales y trabajando solidariamente.

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(Imagen: Ediciones IPS)

“Zanón se transformó en una trinchera de lucha, no un fin en sí mismo”, explica Raúl Godoy. “Es muy difícil sostener una cooperativa en el marco de un sistema capitalista si no es con militancia y con lucha permanente. La única forma de mantenerla viva es con militancia, con trabajo con la comunidad y con organización”.

Raúl es trabajador de Zanón y ex diputado por el Frente de Izquierda y los Trabajadores. En diálogo con La tinta, señala: “Esta experiencia demuestra que hay una salida de la crisis, que no tenemos que elegir entre la resignación o el mal menor, que tenemos que tomar el destino en nuestras manos. Comprueba que las fábricas pueden funcionar sin patrón, pero no sin trabajadores”.

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(Imagen: Ediciones IPS)

 

La pandemia profundizó una crisis que golpea a las experiencias autogestivas. Durante el 2021, les trabajadores de Zanón salieron a la calle en reclamo por los cortes de energía y gas que paralizaron una producción ya resentida. A esto, se le suman las dificultades para acceder a tecnología más avanzada, la escasa voluntad del gobierno de apoyar al sector, un mercado competitivo que impone los precios de comercialización de los bienes.

“No pensamos una fábrica para ser nuevos patrones o que sea una cooperativa exitosa, nosotros sabemos que, si hay millones de desocupados y una juventud precarizada, Zanón no va a estar bien” -continúa- “No se puede brillar sobre la miseria, si hay una economía dependiente del Fondo Monetario Internacional, de una deuda ilegítima e ilegal no va a prosperar una cooperativa, por más prolija que sea”.

Desde el inicio, plantean la estatización con control obrero, para que la fábrica se ponga al servicio de un plan de obras públicas, que genere trabajo genuino y viviendas populares ante el grave problema habitacional que atraviesa el país y en coordinación con otros espacios organizativos. “La pelea no es en soledad ni corporativa de ceramistas por nuestra fábrica, es una pelea que va hermanada con quienes luchan por un pedazo de tierra para vivir, una vivienda digna y por trabajo, solo así se puede generar un movimiento alternativo”.

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(Imagen: Ediciones IPS)

 

Si bien es una referencia ineludible en las luchas populares de las últimas décadas, Raúl reconoce que es parte de un caudal de experiencias mucho mayor: “Nosotros seguimos un camino más audaz, pero que ha sido transitado históricamente en muchos lugares del mundo. La idea de ocupación y puesta en marcha de la fábrica no la inventaron los socialistas o Zanón, esto nos viene como herencia a la clase obrera. Son ideas que tienen una vitalidad que, frente a la crisis, se multiplica por mil”.

“No se puede vivir en una trinchera toda la vida, no peleamos por eso, las trincheras son incómodas, el suelo se moja, tenés muchos problemas. Una cooperativa no es un fin en sí mismo” -afirma- “Hay un capitalismo destructivo alrededor, por eso, es importante valorar la trinchera como un lugar de lucha, pero pensando que en algún momento vamos a poder salir y pegar una avanzada. Desde ese punto de vista, vale este granito de arena”.

*Por Anabella Antonelli y Nadya Scherbovsky para La tinta / Imagen de portada: Ediciones IPS. 

Palabras claves: fabrica recuperada, Neuquén, Zanón

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