Fotografías de la historia

Fotografías de la historia
10 septiembre, 2021 por Tercer Mundo

Dos imágenes sirven para reflexionar sobre el rol de lxs fotógrafxs en medio de conflictos sociales: el trabajo, la solidaridad y el compromiso en plena tensión.

Por Lucas Gatica para La tinta

Repasar la historia y conocer nuestro pasado es algo tan trascendente que vale cualquier recurso: la transmisión oral, la escrita, la fotografía. Hay fotografías que son historia pura y, además, un testimonio de la crueldad de las guerras.

Todos hemos visto alguna vez la imagen de la “niña de la guerra de Vietnam”. Fue tomada hace casi cinco décadas por el fotógrafo Nick Ut. La imagen fue Premio Pulitzer y lo que se ve allí es a un grupo de niños corriendo despavoridos hacia donde está el fotógrafo. Todos con las caras desencajadas por el llanto, quemados. Huían abrasados por el napalm con el que se había bombardeado su aldea hacía pocos minutos.

En el centro de esa imagen, se ve a una niña de nueve años completamente desnuda, con los brazos separados del cuerpo. Esa imagen era la representación perfecta de la guerra. Ni fotos de soldados disparando ni aviones bombardeando; la foto de una niña desnuda y aterrorizada decía muchísimo más.

Kevin Carter fotografo la-tinta

La niña vivía en el norte de Vietnam cuando, aquel 8 de junio, un oficial estadounidense coordinó el ataque que debían llevar a cabo aviones survietnamitas. El plan incluyó el bombardeo de aquella aldea, porque por ahí pasaba una ruta fundamental para el aprovisionamiento del enemigo. Se lanzaron armas químicas como el napalm, que es una sustancia cuatro veces más tóxica de lo que se decía y creía en aquellos momentos. Es un arma incendiaria prácticamente imposible de apagar.


La niña de Vietnam ardió, pero echó a correr mientras su ropa se iba consumiendo. Quedó desnuda, pero siguió corriendo porque su piel ardía. En esa corrida, se dio de bruces con el fotógrafo. Siempre surgió la duda con respecto a si el fotógrafo intervino o se limitó a seguir con su trabajo. Intervino. Al terminar de tomar la imagen, Ut se colgó la cámara, agarró a los niños que aparecen en la foto y se encaminaron al hospital. Allí pensaban que la niña no iba a sobrevivir, porque tenía el 65 por ciento del cuerpo quemado, pero el fotógrafo convenció al personal médico para que intentaran salvarla. Todos los diarios del mundo la publicaron y es cierto que, muchas veces, ante una foto como esta, surge la pregunta sobre qué hizo el fotógrafo. En este caso, el fotógrafo ayudó a esta niña. Otra cuestión era distribuir la foto. No estaba bien visto mostrar un desnudo frontal y menos el de una niña. Pero se publicó porque era la imagen del horror de Vietnam y había que verla.


Otra foto icónica es la del niño y el buitre de Sudán. Kevin Carter fotografió a un niño sudanés desnutrido, casi moribundo, con un buitre detrás, acechando. En este caso, el reportero no intervino. La foto, que se publicó en The New York Times y también fue Premio Pulitzer en 1994, ha quedado como el mejor testimonio de la hambruna.

Cuando le preguntaron a Carter acerca de qué había pasado con el niño, dijo que no lo sabía. No tuvo que decir más y cada uno se imaginó lo que quiso. Se sentenció al fotógrafo sin más datos que la imagen.

Pasado el tiempo, se sabe qué pasó con ambos niños. La chica de Vietnam cumplió 58 años, vive en Canadá con su marido y sus dos hijos. Tiene gran parte del cuerpo marcado por el fuego y trabaja ayudando a víctimas de la guerra.

El niño del buitre murió, pero no murió aquel día de la foto. Murió 14 años después de unas fiebres. Murió antes que Carter. Carter se suicidó tres meses después de recibir el Pulitzer por la foto y se llevó a la tumba la peor leyenda negra que puede cargar un periodista. Lo llamaron “carroñero” por no haber ayudado al niño, por no haber espantado al buitre. Decían que se suicidó por el sentimiento de culpa, por su mala conciencia tras haber fotografiado a un niño famélico y ganar un prestigioso premio, al mismo tiempo que no hacía nada por salvarle la vida. Pero nada de lo que se dijo, en un primer momento, es cierto. En la imagen, no se ve que hay mucha más gente al lado, el niño no está solo. Están Médicos sin Fronteras. Era atendido, en la medida de lo que se podía, por médicos y profesionales. Además, el buitre aparece porque en esa zona hay siempre buitres y ese, precisamente, no era de los que ataca.

El contexto de la foto es tentador y por ello se han sacado conclusiones precipitadas a partir de un cierto encuadre. Hoy, serían etiquetadas como fake news. Carter se suicidó porque acarreaba una tremenda depresión y lo había intentado otras veces.

Los periodistas gráficos son imprescindibles. Si alguien provocó que, durante la guerra de Vietnam, la población se movilizara contra ese sinsentido de guerra fueron, precisamente, los fotógrafos. Hubo un hecho concreto: la matanza de My Lai. En esa aldea, actuó la 23º División de Infantería estadounidense sin dejar mujer ni niña sin violar; en la aldea, no quedó bicho viviente. Todo arrasado con la excusa de que allí se escondían los comunistas del Vietcong. Pretexto que luego se demostró como falso.

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Imagen: Kevin Carter

Ese ataque no lo cubrió ningún periodista, no iba ninguno con esa división de infantería y, por tanto, nadie se iba a enterar. Pero un soldado hizo fotos a escondidas y un periodista terminó enterándose de la matanza. La opinión pública se desayunó con el relato de lo ocurrido y ese fue el detonante que inició las grandes manifestaciones para pedir el fin de la locura vietnamita.

Estados Unidos continuó negando la matanza todo lo que pudo, pero las fotos decían lo contario y, al final, tuvieron que admitirlo. Unos 500 civiles fueron asesinados, no hubo ni un solo vietcong involucrado en esa carnicería.

En Vietnam, fueron asesinados 135 fotógrafos intentando informar y My Lai deja como conclusión que el periodismo es una tarea imprescindible.

*Por Lucas Gatica para La tinta / Foto de portada: Nick Ut

Palabras claves: Fotografía, Kevin Carter, Nick Ut

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