Mesa para tres en La Marikoteca
Arranca septiembre y esta nochecita es el noveno after office de les Tarde Marika, uno de los shows más convocantes de una Córdoba conservadora en la que van abriéndose paso expresiones artísticas que disputan todos los sentidos posibles. Como elles mismes dicen, parafraseando a Diana Aisenberg, La Marikoteca es una red de amistades que se transforma en hecho artístico. Lo drag como estética y como práctica cultural y política, en el escenario del Abasto.
Por Soledad Sgarella para La tinta
Agosto ya se siente -literalmente- en el aire, aunque aún no haya terminado julio. La costanera del Suquía, gran actor protagónico en nuestra mediterránea ciudad, convida un viento helado que anuncia un mes difícil. Les que llegamos sobre la hora, hacemos cola en la puerta de Casa Babilon y pienso cuánto hace que no espero en una fila para entrar a un espectáculo, y respiro (con la comodidad que el barbijo me permite) una ansiada y limitada libertad. Por la Covid-19, por la edad, por lo que sea.
Adentro, mi amiga Diana y su amigo Pablo ya están ocupando nuestra mesa para tres, reservadísima con la antelación correspondiente porque, se sabe, cualquier evento de las Tarde Marika completa cupos y el aforo. La bolilla se corre, explotan las redes sociales y pum, se acaban los lugares, como por arte de magia, o como por arte, simplemente.
Y es que las Tarde Marika han sabido hacerse un lugar en esta Córdoba tan conservadora que pocos grupos tienen. El colectivo -nacido hace más de tres años- de artistas/activistas disidentes y militantes, surgió a partir de una primera juntada entre amigues, en una tarde. “Para mariconear y compartir algo que nos gustaba y que muchas hacíamos individualmente: el arte drag. Juntas se hizo más potente y fue el puntapié para expandirnos a algo mucho más amplio como construir comunidad”, explica Tamaña Lucifer para otra nota de La tinta.
Puertas adentro del local del Abasto, sucede todo lo contrario a la hostilidad de este segundo invierno pandémico. Hay un clima tropical, efervescente, brillante. Hay pelucas, hay charol, hay bigotes con estilo. Hay pestañas postizas, peinadas y emperifolladas. Hay música, hay vida. Es eso, hay vida y se respira purpurina.
En una entrevista de junio del año pasado para el Día Internacional del Orgullo LGBTIQ+, la periodista Julieta Pollo les preguntó qué es el Drag y si cualquiera puede draguearse. Algo básico que muches nos hemos preguntado. La respuesta desde el colectivo fue clarísima: Drag es una profesión, un arte y un deseo, un querer hacer. Como repiten hasta el cansancio, draguearse es animarse a jugar, a experimentar, a borrar las barreras del género impuesto y cualquiera puede hacerlo. “El arte drag hoy es la posibilidad de experimentar y crear personajes donde ya no esté asociado a un sexo biológico, como ´biovarón´ que se transforma en mujer, o ´biomujer´ que se transforma en varón, sino que reivindicamos la posibilidad de transformarnos de una manera exagerada, como una parodia crítica hacia la idea del binarismo de género, pero que también se apropia y se divierte con ella”, explica el colectivo. El arte drag: lo drag como una estética, como práctica artística-política.
Marikoteca: “Dícese del espacio/mundo habitado por criaturas de la noche particularmente plumíferas, monstruosamente brishantes y encantadoramente transgresoras de la santísima normalidad. Lejos de la cotidianeidad aburrida y momificante en que se ha convertido el día a día rutinario (territorio sólo seguro y confortable para aquelles que temen romper reglas y contratos de civilidad), nosotres -les mostris, les desviades, les pecadores- hemos devenido arquitectxs de nuestra propia diversión. Hemos edificado, a puro taconeo, nuestro punto secreto en el mapa: la Marikoteca, famosa X roja del tesoro divino; visible sólo para aquelles dispuestes a ver más allá de lo mundano, real sólo para aquelles que se animen a cruzar las puertas de esta, nuestra Fiesta”.
Entro a Babylon y la pantalla, como debe ser, muestra imágenes que nada tienen que ver con el repertorio que la DJ Fantasía está eligiendo. La sala está completa y todes gritan, murmuran, saltan. Se percibe la sensación de festividad y de alegría de haber podido retomar el show después de varias semanas de restricciones. Allá a lo lejos, como en una especie de palco, Diana y Pablo cotorrean, los veo desde la puerta y sus manos son especialmente expresivas. Estamos les tres de camperas puestas, peluche en la capucha, saco de paño rojo y el protocolo de ventilación, bien respetado (y un alivio para obses como yo), nos obliga a disfrutar abrigades.
El cuchicheo se acaba cuando en el escenario irrumpe la host Bonita Starts, “la Boni”, como se presenta (de Chaco para el mundo). Glamour, glamour… ¡oh glamour!. Qué ganas de ser la Boni y andar así sobre esas plataformas con tanto descaro, con ese aire de diva, qué hermoso ese corte de pelo. -¿O no, amiga, que todas queremos ser Bonita y no tener ni vergüenza, ni miedo? le pregunto telepáticamente a Diana, y nos respondemos ambas afirmativamente: sí, queremos.
Pero entonces, y de la mano de Betty LaCueva, Rafaela Carrá ocupa la escena. Nada puede eclipsar el momento de La Uno y, desde todas las mesas, las canciones y las coreos de la italiana nos ponen a viajar. Limado Leonn y Alex Annder son les otres artistes del evento after office de las Tarde Marika. Juegos, fonomímica y todo ese mundo infinito del arte drag como expresión artística performática.
“La Marikoteca es un espacio amoroso y afectuoso, desde el antes de escena hasta el momento en que se está actuando. Es divertirse entre amigues mientras compartimos un poquito de nuestro arte, que se construye en comunidad y se potencia en lo colectivo. El aire vibra, posta, con la calidez de quienes están allí, tanto de la producción como del público.
Hacía tiempo que con Tarde Marika deseábamos sostener un escenario para compartir con Córdoba lo que hacemos; un espacio que habilitara y alojara la versatilidad y singularidad no sólo de les integrantes de nuestro colectivo, sino también de todes aquelles amigues y artistas mostris, disidentes y LGBTQ+ de la ciudad y de la provincia (¿y por qué no del país?) que ansiaban volver a las tablas –o pisarlas por primera vez, qué cosa hermosa–. Por eso, algunes integrantes de Tarde Marika asumieron la tarea de organizar esta maravilla, que nos regala cada miércoles la satisfacción de sabernos parte de una comunidad no sólo inmensamente talentosa sino también abrumadoramente deseante y amorosa. Cada vez que estoy allí, sea frente a los reflectores o aplaudiendo a les performers de esa noche, me inunda la emoción de estar siendo parte de un capítulo bellísimo de la historia cuir cordobesa” me cuenta Lola Menta, marica no binaria y docente.
Lo que Menta explicita en palabras es lo que vemos en una primera mesa larga, la más cerca del tablado, la mesa más gritona. La mesa de la hinchada, la mesa de les amigues. La mesa de la banda amiga que aguanta el corazon, entre sorteos, lectudrags, arengas y cánticos. Tamaña Juliada dice que “La Marikoteca es la construcción de una obra alegre, una red de amistades que se transforma en hecho artístico, a decir de Diana Aisenberg. Subir al escenario o estar abajo en camarines o entre y desde las mesas es momentismo absoluto, como dijo Moria Casán, y lo musicalizó Fangoria. Es ir construyendo esa red de alegría, belleza y felicidad, cada miércoles, frente al río y después de cada atardecer”.
A las Tarde Marika, funcionarias de la alegría y de la libertad, les deberé mi bautismo cultural pandémico. Hay plan para cortar la semana laboral, y es en un after de arte drag cordobés.
*Por Soledad Sgarella para La tinta / Fotografías: Tiza Bustos.