Todas las vidas de Zulma Lobato 

Todas las vidas de Zulma Lobato 
12 julio, 2021 por Redacción La tinta

En los más de diez años que lleva como personaje público, la televisión argentina mortificó e invadió la intimidad de Zulma Lobato de todos los modos imaginables. Y de los inimaginables, también: se llegó incluso a filmarla mientras sufría un ACV. Nunca fue entrevistada sin la mediación de la burla. Hasta ahora. En esta conversación, Zulma Lobato no habla como alguien que se reconoce tan sólo como víctima ni es alentada a hacer un show. Habla de su infancia, de las más de 40 películas en las que participó, de sus lecturas y hasta de Eva Perón, por primera vez, con voz propia.

Por Franco Torchia para Página/12

A comienzos de los dos mil, para muchos, pensar la televisión implicaba usar dos términos: “freak” y “bizarro”. Sobre un supuesto fondo de sobriedad -soprendentemente representada por los noticieros y los programas sobre política y economía, la expresión más bizarra de todas en cualquier momento de la historia-, la Argentina derrumbada presentaba en los incipientes realities un desfiladero de subjetividades y estéticas “descompuestas”. Con la lógica del casting de “bajos fondos”, había que parecerse a los parecidos. Ser igual o ser peor que “los peores” de la sociedad; diferente a los iguales sin llegar al extremo de ser “monstruoso” para que no se caigan los auspiciantes. Todo buscaba ser freak y bizarro, salvo lo que de verdad sí lo era. El hambre del delarruismo y del duhaldismo encontró en un tipo de burla una crueldad avalada.

Casi diez años más tarde, Crónica TV recuperó aquello y, en el ciclo “Hechos y protagonistas”, conducido por la locutora Anabella Ascar, exhibió con deliberado afán humillante, tarde a tarde, lo que sus responsables pueden haber considerado “el remanente” de esos días de helicópteros y muertos. Allí aparece Zulma Lobato y el resto es historia conocida, pero no reconocida. Hasta días antes de este encuentro con Zulma en el espacio Maricafé, el canal fundado por Héctor Ricardo García siguió usando a Lobato. En sintonía con sus aún habituales placas rojas con la expresión “Narcotravestis”, la emisora apostó a reírse de su situación económica.


En rigor, ningún canal o medio de comunicación jamás abordó a Zulma como a cualquier otra persona. En más de diez años de permanencia, nunca fue entrevistada sin la mediación de la sorna, la complicidad del gaste y la risa contenida. Jamás fue pensada como mujer trans e integrada orgánicamente a los reclamos de los activismos. Lobato es la suma de todas las violencias -violencia sexual, transodio, violencia física y simbólica- y el resultado de esa acumulación es la violencia mediática.


Ante un nuevo cierre del Mes Internacional del Orgullo LGBTTIQ+, la conversación gestada por el Frente Britnificante -el grupo de acción solidaria que viene sosteniendo a Lobato- y Maricafé propone investigar su vida y sus opiniones. Su historia familiar y su carrera artística. En un tramo de la charla, ella hablará de su trabajo como extra en decenas de películas. Extra. Zulma tiene más de una vida extra y ninguna es la vida de una extra.

En La palabra y la errancia, su último libro, el filósofo Emmanuel Taub da cuenta de las identidades “a pie de página”; las que nunca son el texto central y están ubicadas abajo. Identidades en letra chica. El arte de Zulma, su autoafirmación como artista, no deja dudas. Ella es la protagonista central de su obra y esa “autopoesía” no reconoce jerarquías.

—¿Sentís orgullo de quien sos? ¿De quien pudiste ser?

—No, me siento contenta por haber llegado a esto. Yo nunca pensé que iba a ser una persona tan famosa.

—¿Siempre quisiste ser así de conocida?

—No. Mi mamá era del año 1921 y a ella le encantaba Libertad Lamarque, pero, en esa época, a una mujer artista la tomaban como una cualquiera. La familia no quiso. De cinco hermanos que éramos, bueno, se murieron dos, o sea que quedamos tres, la única que heredó esa vocación fui yo. Mi mamá murió cuando tenía 63 y hace más de 30 años. Si estuviera viva, tendría 100 años.

—¿Y cómo estaría tu madre viéndote a vos?

—Creo que contenta. Yo le decía a ella: ‘Ay, mamá, yo quiero ser una persona famosa’. No sé si pudo llegar a saber eso. Pero yo me siento feliz porque le hablo y siento que ella está presente conmigo. Le hablo cuando estoy actuando siempre. Digo: ‘Mamá, que me salgan las cosas bien, que no me olvide la letra, que la gente me siga, que a la gente le guste lo que hago’.

—¿Qué le dijiste la última vez que hablaste con ella?

—Estaba muy mal ella, porque estaba muy enferma. Tuvo tres operaciones de cáncer y ya la tercera no resistió. De mis hermanos, perdí dos, uno que tenía 65 y el otro de 74, porque ellos se bajaban varios paquetes de cigarrillos. Es un veneno. Uno de ellos murió de un enfisema pulmonar y el otro de un ataque al corazón. Con mis hermanas, nos hablamos por teléfono, pero no las veo, las vi cuando me tuve que operar, me sacaron un riñón el año pasado. Pero después no las vi más.

—¿Tu madre antes de morir llegó a conocer a Zulma?

—No, porque yo era él todavía. Yo me empecé a “travestizar” cuando tenía 40 años más o menos, y las lolas me las hice un año antes de ser famosa. En el 2008.

—¿Cómo dirías que viviste entonces hasta los 40?

Hice de todo un poco. Empecé a los 17 trabajando como extra en todos los canales. Después, en el teatro Colón como figurante, que es trabajar en las óperas.

—¿Pudiste ir a la escuela?

—Hice la primaria, pero no quise hacer la secundaria porque ya había empezado a estudiar teatro, canto y yo veía que mi vocación era artística. Trabajé en todo, en empresas de limpieza, en comercios en área cinematográfica, de cadete. Mi mamá estaba muy enferma y no podía seguir trabajando. Tuve que trabajar de cosas que me gustaban y de cosas que no me gustaban. Lo de las empresas de limpieza nunca me gustó.

—¿Y que sí te gustaba?

—La actuación. Hice 40 películas en cine. Hay gente que no lo cree. Tanto argentinas como coproducciones.

—Fuiste extra en «Nazareno Cruz y el lobo», trabajaste con Leonardo Favio.

—Un encanto de persona. Después, trabajé con Eliseo Subiela, que no me acuerdo qué película era. Después, «Highlander II», donde se ve la parte de atrás del Colón. Esa me gustó cómo me habían personificado. La que me gustó mucho fue «Yo, la peor de todas» que hice de un arzobispo, con María Luisa Bemberg, fue una película hermosa, muy bien ambientada.

—Esos eran también los tiempos en donde vos pasabas horas y horas en las puertas de los teatros, sobre todo, en Avenida Corrientes.

En la década del 70, me recorría todos los teatros de revista. Conozco toda esa época, cuando fueron las grandes vedettes, Nélida Roca, Nélida Lobato, Mimí Pons, Gogó Rojo… yo las esperaba en la puerta a que salieran.

—¿A qué boliche ibas?

—A Contramano, que no sé si sigue existiendo, Búnquer, América, Km Cero, que yo soy muy amiga de la dueña.

—¿Te enamoraste? ¿Por ejemplo, en los boliches, llegaste a enamorarte?

—Me enamoré cuando tenía 17 años del hijo del dueño de una quinta donde trabajaba. Tenía que darle de comer a los animales y las plantas del campo.

—¿Ese fue tu único amor?

—Verdadero, sí. Del que lo sentí muy a fondo.

—¿Y mentirosos hubo muchos?

—Muchísimos, ahora no encuentro un prototipo de hombre. Siempre me gustan más jóvenes que yo, pero ahora no. Me gustaría un hombre de unos 40 o 50 años, pero no solamente para la cama, que me quiera como persona. No digo que la cama no sea importante, pero todo el tema espiritual es importante, la convivencia, salir a caminar, ver una obra de teatro, qué sé yo…

—¿Tu papá?

—No, y no lo llegué a conocer porque mi mamá me dijo que era un tipo golpeador y que se separó porque no pudo soportarlo. Tuvimos que trabajar nosotros para ayudarla.

—¿Con lo cual vos empezaste a trabajar en la primaria?

—Cuando tenía 13 años.

—A vos te populariza una canción en donde decías “hasta Tinelli y el Maipo no paro”. ¿A vos te interesaba ir al programa de Tinelli o el Maipo?

El Maipo sí. En una época, dije: ‘Ay, si algún día haría una revista acá, qué fantástico sería’. Pero, bueno… imposible, ¿no? Una vez salió el productor de Tinelli y me dijo: ‘Usted es persona no grata acá en el canal, más adelante veremos’, y cuando me dijeron eso, es como que me dolió.

—¿Por qué persona no grata?

—No sé por qué me tratan de esa forma.

—Hubo un momento en cámara en el que te empezás a sentir mal y tenés un ACV. ¿Cómo lo viviste? La cámara no se detuvo, el programa debería haber cortado, sin embargo…

—Después, estuve internada casi un año. Pensé que me moría. Había perdido el habla. Tardé días en recuperarla. Estuve bastante mal.

—¿Te provocó enojo que Crónica siguiera filmando ese momento?

—Me molestó. Hubiera preferido que eso la gente no lo viera. Petinatto hacía un programa, no sé cómo se llamaba, y decía: ‘Vamos a hacer el Zulmatazo, los que manden una foto con la boca abierta de Zulma Lobato participan de un concurso’. Entonces, la gente mandaba fotos con la boca abierta. Eso me produjo mucho enojo.

—En otro momento, en Crónica, vos manifestaste tener hambre y ellos se reían de tu hambre.

—Cuando mamá fallece, no me alcanzaba el sueldo porque tenía que pagar el alquiler. Me alimentaba muy mal, supe lo que es el hambre. Iba al Mercado Central, donde hay lugares donde la fruta, cuando está picada, la tiran. Juntaba esa verdura.

—En un momento, contaste en cámara también que fuiste violada…

—Justo iba a América ese día. Eran las 11 de la noche y, en la estación de Munro, me agarran dos tipos y bueno. Fue una cosa muy fea. Aparte no solamente eso, me rompieron toda la ropa, me dejaron casi desnuda.

—¿Pudiste llevar a cabo una denuncia?

—Hice una denuncia, pero quedó todo en la nada. A los tipos no los agarraron.

—Sé que sos una gran lectora.

—Ahora estoy leyendo el libro de Cristina, «Sinceramente». Es un libro muy bien hecho, muy bien narrado. También leí «La razón de mi vida». Me encantó porque dicen que ese libro es real, lo escribió Evita.

—¿Qué sentís por Evita?

—He visto toda la historia, he leído y visto todos los documentales. En el Archivo General de la Nación, está todo. Siempre me interesó mucho. La Abanderada de los humildes. Ayudaba mucho a la gente pobre, con la Fundación Eva Perón. Conozco gente a la que le han dado hasta casa, todas amuebladas, casas muy lindas. La gente rica la odiaba a Evita, no la quería.

—¿Y quién es CFK para la Argentina en tu criterio?

—Una presidenta que tuvo una carrera impresionante. Senadora, abogada, diputada, es una mujer muy inteligente, te puede gustar o no. Estudió mucho, por eso llegó al lugar que llegó. Cuando conoció a Néstor Kirchner, estaba en la Facultad estudiando en La Plata. Tuvo todos los cargos habidos y por haber. De política sabe mucho. Si está como Vicepresidenta es por tantos años de militancia.

—Has vivido muchas presidencias, has vivido muchos períodos políticos.

—La que más me acuerdo es la de Perón en el 74, que fue la última. Y la de Alfonsín, la del 83. No me acuerdo si lo voté, pero de esa presidencia me acuerdo muchísimo.

—¿Y Macri?

—Un desastre. Esos 4 años los viví muy mal porque no me alcanzaba la plata.

—Ahora hay un montón de chicos, chicas y chiques que pueden ser quienes quieren ser desde mucho antes. Decías recién “él”, para referirte a quien también en un momento fuiste, pero hoy esto cambió. ¿Vos lo ves?

—Me doy cuenta que ha cambiado. Cuando Cristina sacó la ley del cambio de identidad, fui al Registro Civil e hice el trámite, para la ley argentina soy mujer. Tal es así que mi nombre verdadero es Zulma Nélida Dekleva, o sea, yo me llamo Zulma, no solamente como nombre artístico, es mi nombre.

—¿Qué es ser una figura para vos?

—Una persona representativa, importante para la sociedad y para una. Que la gente te siga.

—¿Es posible en este mundo ser quien uno quiere ser?

—Algunos tienen esa suerte, otros no.

—¿Alguna vez pensaste que no ibas a poder ser quien querías ser?

—No, nunca sentí eso.

—¿Cuál fue el día más feliz de tu vida?

—Cuando estaba haciendo los eventos, cuando viajaba. Viajé 13 veces en avión contratada, cuando tenía que ir a distintos lugares de las provincias era la persona más feliz. Estuve en Salta, en el Carnaval, fue algo muy lindo.

—Esos fueron tus viajes en avión… ¿qué viste estando en el cielo, qué se ve?

—Ves como nubes, pero yo pensaba que nunca iba a saber lo que era un avión y, de repente, el primer día, como que me dio mucho miedo el primer vuelo, después no, fue como un placer.

—Vos sos un monumento a la verdad, quiero agradecerte por este rato, quiero agradecerte por tu verdad. No sos una sola, son unas cuantas verdades.

—Gracias a vos.

*Por Franco Torchia para Página/12. Imagen de portada: Federico Etcheverry.

Palabras claves: LGBT, Televisión, Zulma Lobato

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