“Pueblo Blanco”: un corto para el Quilpo, un limbo que fue auge
Cuando, en 2017, la empresa minera CEFAS cesanteó a todos los trabajadores de la planta productora de cal ubicada en Canteras Quilpo y ordenó el cierre de la mina, el pueblo, ubicado a 20 km de San Marcos Sierras, desapareció, pero una veintena de familias sigue viviendo ahí. Lxs realizadorxs Candela Monserrat, Lucio Mammana y Agustín Jatuff se preguntan en este corto “por qué aún hay personas que resisten en el lugar, cómo lo hacen, cuál es su historia. Una historia de la que nadie más habló cuando el tema dejó de ser noticia”.
Por Soledad Sgarella para La tinta
“Cuando la fábrica de cal cerró en el 2017, el conflicto laboral al que tuvimos acceso por los medios de comunicación expuso una realidad singular y diferente a cualquier otra. Quilpo no era solo un pueblo minero, sino también un ‘pueblo empresa’ que funcionaba bajo el gobierno de los propietarios de la tierra. La empresa privada era la institución organizadora de la vida de la comunidad y dueña de todo lo construido en ese territorio: casas, club, escuela, iglesia, dispensario, instalaciones de servicios. Cuando la empresa evaluó como ‘poco rentable’ la cantera y se declaró en quiebra, la gente quedó inmersa en una situación de incertidumbre legal y abandono. La particularidad de este lugar y la situación de vulnerabilidad de derechos básicos fue lo que impulsó en un principio el interés por la investigación del tema y por visibilizar el conflicto”, cuenta Candela Montserrat a La tinta.
Ella es la directora del cortometraje realizado el año pasado en el marco del Posgrado en Documental Contemporáneo de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la UNC, la Universidad Blas Pascal y el Cineclub Municipal Hugo del Carril. Junto a Lucio Mammana en Sonido y Agustín Jatuff en Fotografía, conformaron el equipo (tutorado por Lucía Torres y Federico Robles) que decidió contar la historia del pueblo del norte cordobés.
Canteras Quilpo es un asentamiento ubicado a 20 kilómetros de la ciudad de Cruz del Eje, dentro del ejido de San Marcos Sierras, conformado a partir de la llegada de Canteras El Sauce, propietaria original del emprendimiento minero. Durante los dolorosos años noventa, la firma quebró y fue adquirida por CEFAS. En su apogeo, Canteras Quilpo hospedó a casi dos mil personas, entre obreros, sus familias y trabajadorxs de las escuelas (un jardín, dos primarias y una secundaria con orientación en Minería), la enfermería y otros comercios.
“Lxs quilpeñxs conservan la nostalgia de lo que el pueblo fue en un pasado. Ese pasado es la base fundamental del arraigo y la memoria de la comunidad. Cuando la empresa que explotaba la piedra caliza y que era propietaria de la tierra cerró en el 2017, el pueblo que era fue forzado a desaparecer. Las familias que resistieron hoy habitan un limbo”, dicen desde el equipo realizador del filme.
Candela recuerda que se instaló desde la prensa la idea de que Quilpo, tras el cierre de la fábrica, los despidos, las demoliciones y los cortes de servicios, iba a desaparecer. “Pero lo cierto es que más de 20 familias todavía viven ahí. Esto nos llevó a preguntarnos por qué aún hay personas que resisten en el lugar, cómo lo hacen, cuál es su historia. Una historia de la que nadie más habló cuando el tema dejó de ser noticia. En el trabajo de campo, nos encontramos con algunas respuestas. Además de la falta real de oportunidades para acceder a una vivienda, existe una apropiación simbólica, un fuerte sentimiento de pertenencia y la memoria viva de una comunidad, que sigue en pie en medio de la destrucción material del lugar”, relata la cineasta.
El relato cinematográfico tiene a Nancy como protagonista, una de las pobladoras más antiguas. La lugareña nació, creció y todavía vive en Quilpo. Cuando preguntamos acerca del motivo de elegir a Nancy para narrar lo que pasó, los realizadores son claros: “Su historia y la de su familia está atravesada por el pueblo y por el trabajo en la cantera y, por esto, es ella quien guía el relato de este cortometraje y nos permite conocer la comunidad. Nancy siempre se mostró predispuesta a compartir su testimonio, a diferencia de otrxs quilpeñxs que no accedieron a ser filmadxs porque quizás todavía existe una amenaza latente aunque la empresa ya no esté presente”.
Además, el equipo decidió que la protagonista sea una mujer para visibilizar una situación que ya conocemos: debido a la falta de empleo, la mayoría de los hombres viajan a zonas aledañas durante la semana para trabajar y son las mujeres quienes sostienen la vida cotidiana en Quilpo, quienes asumen las tareas de cuidado, el trabajo doméstico, la cría de animales. “Encontramos en Nancy una historia valiosa y posible de ser contada”, afirman.
La situación de lxs habitantes de Pueblo Blanco en la actualidad es una situación de incertidumbre. “No sólo en relación a la posesión de las casas o la permanencia en el lugar, sino a la perspectiva de futuro, sobre todo, de las generaciones jóvenes”, cuenta Candela.
En este corto, el reflejo del neoliberalismo, el menemato y sus duros impactos se ven en la piel y los gestos de Nancy y de lxs quilpeñxs. La embestida de décadas infames sobre lxs trabajadorxs brota como un residuo calizo en cada baldosa, en cada palabra, en cada calle de tierra. Las palabras de la lugareña y la mirada del equipo realizador de Pueblo Blanco nos acercan el silencio de un limbo que fue auge.
*Por Soledad Sgarella para La tinta / Imagen de portada: fotograma Pueblo Blanco.