Halcones y palomas comparten el nido en Juntos por el Cambio
Por Gonzalo Fiore Viani para La tinta
La interna de la oposición, especialmente de Juntos por el Cambio (JxC), atravesó los últimos meses su punto más álgido, desde que la ex coalición gobernante dejó el poder. A su vez, existe lo que podríamos denominar como interna dentro de la interna de JxC, que es la disputa de poder que se produce puertas adentro del PRO. Podría decirse que la actual oposición nunca pudo recuperarse del todo del durísimo golpe que representó haber perdido la elección presidencial de 2019 en primera vuelta. No lo han logrado ni siquiera gracias a los golpes de la peor pandemia de los últimos 100 años, la paupérrima situación económica o los errores no forzados de un gobierno al que le cuesta mucho, por momentos, construir una épica o un relato que contribuya a la consolidación de poder.
Con un ex presidente como Mauricio Macri, que cada vez concentra menos cuotas de poder inclusive entre los propios, y con Horacio Rodríguez Larreta que, a pesar de ser quien debía convertirse en el “líder natural” de la oposición, nunca logró serlo completamente, el PRO parece recién ahora empezar a pulir el escenario electoral de cara a los próximos comicios. Tras meses de tensión y de fuego amigo, este fin de semana, se conoció finalmente que la presidenta del partido, Patricia Bullrich, no será candidata a legisladora por CABA.
Las aspiraciones de Bullrich en Ciudad de Buenos Aires interferían con el plan del propio Larreta, quien terminó ganando la pulseada y logró imponer a María Eugenia Vidal como candidata que encabezará la lista de Cambiemos en la Ciudad. Si bien Bullrich podría ocupar el tercer lugar de esa boleta, la exministra de Seguridad decidió jugar la carta de «renunciamiento histórico» para no quedar devaluada ante sus seguidores y anunció sus intenciones de ser presidenta en 2023.
Otra que renunció a su candidatura fue la inefable Elisa Carrió, quien tras varios retiros fallidos, había manifestado sus ganas de encabezar la lista que compita en la provincia de Buenos Aires. En las últimas horas, anunció su declinación a raíz de la presentación del radical Facundo Manes en aquel distrito. «Habiéndose confirmado la candidatura de Facundo Manes, mi participación como candidata en la provincia de Buenos Aires carece de sentido histórico y mi sacrificio resultaría inútil. Sólo lo hacía por la Unidad de los argentinos y Juntos por el Cambio», expresó la líder de la Coalición Cívica.
El objetivo de Bullrich sigue siendo el de representar a todo un sector de la sociedad argentina, que, según muchos y muchas interpretan, se encuentra desencantado de la clase política tradicional. Aunque ella misma viene de esos sectores que dice combatir, la construcción que hace de su figura podría emparentarla con la de alguien como Jair Bolsonaro en Brasil. Un hombre que, a pesar de haber sido casi dos décadas diputado nacional, logró encarnar la furia contra el “establishment” y la sensación “anti-política” de amplios sectores de la población. Macri entiende lo mismo y, por eso, entre ambos, están decididos a sumar a la mayor cantidad posible de “figuras” emergentes de las redes, como el cantante de cumbia El Dipy, el ex bailarín Maximiliano Guerra o la panelista de TV Carolina Losada.
Por su parte, la Unión Cívica Radical (UCR), que nunca pudo recuperarse completamente de la crisis de 2001, y quedó relegada a un lejano tercer plano cuando JxC fue gobierno, se encuentra frente a una posibilidad histórica. El partido centenario cuenta hoy con dirigentes que se revindican radicales “de pura cepa”, como el neurocientífico Facundo Manes, el economista Martín Lousteau o el gobernador de la provincia de Jujuy -que viene de arrasar en las elecciones legislativas provinciales de medio término-, Gerardo Morales. Todos ellos parecen decididos a disputarle al PRO el liderazgo dentro de la coalición. Las palabras recientes de otro histórico como Ernesto Sanz, al referirse al gobierno de sus socios como “un fracaso”, no hacen más que demostrar su intención de despegarse del Ejecutivo del cual formaron parte los cuatro años.
Si el gobierno no logra construir un relato conciso, la oposición menos aún. Se muestran con el manual de Steve Bannon y de la ultraderecha europea. Un signo de esto es que, en las redes, hablan de “comunismo o libertad”, mientas que Macri en sus entrevistas se refiere al gobierno del Frente de Todos como una “autocracia”, al mismo tiempo que asegura que la democracia “corre peligro”. Este supuesto “diagnóstico”, que no resiste ningún análisis serio posible, no pretende ser acertado, sino hablarle a su propio núcleo duro. Esto no termina de cuajar para los sectores “moderados” de la coalición opositora, que afirman que ese discurso extremista solo conviene a quienes se benefician de la polarización electoral. En ese sentido, los radicales pueden quedar muy bien parados si logran resolver, a su vez, sus propias diferencias internas y construyen una opción solida de poder frente al macrismo.
Cada vez más reducido en su electorado duro y los medios afines, ni el ex presidente ni los principales dirigentes del PRO, de cara a la opinión pública, hoy parecen no ser ni siquiera la sombra de lo que fueron en las elecciones no sólo de 2015 o de 2017, sino incluso las de 2019. La conformación de las listas dependerá, claramente, de cada distrito, pero todos los focos estarán puestos sobre la provincia y la Ciudad de Buenos Aires, donde se resuelven “todas las batallas”.
Mientras que los sectores duros buscarán consolidarse como la política de la anti-política, otros apostarán a retomar una vieja tradición partidaria que parecía enterrada tras la conformación de la coalición. Lo cierto es que, aunque puedan diferir en las formas y en los hechos, ninguno de los bandos opositores es tan diferente. Los “halcones y palomas” comparten el nido, que, por lo que parece, se está quedando cada día con menos ramas.
*Por Gonzalo Fiore Viani para La tinta / Imagen de portada: A/D.
