Los viernes siempre serán suyos

Los viernes siempre serán suyos
25 junio, 2021 por Redacción La tinta

Por Sofi Recchiuto

El fin de semana que lloré tu despedida, murió Juan Forn. Poco había leído de él pero algunos de sus cuentos entretuvieron mis fantasmas. Su columna en la contratapa del Página 12 era los viernes. Cómo nuestros días, que empezaron siendo jueves y murieron siendo viernes.

Que difícil es soltar algo cuando te aferraste tan cautelosamente.

Cuando busqué respuestas en tus pupilas, respondían: “No te preocupes por el tiempo, tenemos todo este vino”.

Mi corazón dudó hasta las últimas y cuando finalmente se relajó tus pupilas dejaron de mirarme.

El cuento «Nadar de noche» me hizo pensar en la única vez que no viajamos en mis sueños. Donde ni el mayor de los pellizcos me hizo despertar, porque era real. Fuimos a unas cabañas que tenían una pileta con luces, como en el cuento. Me acuerdo que a la noche fui varias veces a contemplarla entre los árboles, el frío, las estrellas, los sonidos de la madrugada. El agua siempre me hipnotiza. Iba sola y venías a buscarme, me invitabas a entrar porque tenías frío. Ese sábado nos tiramos en las reposeras que la rodeaban. De lejos te tiraba unas semillitas que sacaba de un arbusto. Me gustaba molestarte porque te reías. Y tu risa era hermosa, como tu voz. Y ahora me doy cuenta que nuevamente estoy escribiendo como enamorada. Hasta leyendo un cuento que debería hacerme acordar a mi madre muerta.

Creo que cargamos muchos duelos a lo largo de la vida, algunos un tanto intermitentes. El tuyo es un pimpollo. Hace muy poquito que no nos vemos. Y ya te nombro en pasado.

¿Te estarás convirtiendo en recuerdo?

Es claro que la angustia por un desamor pasa, pero mientras la vivís parece eterna ¿Serán los tiempos pandémicos?

Tengo frío en las manos y me recuerda lo friolenta que eras. El invierno empezó ayer, justo cuando nuestra historia terminó. Aún se siente el calor de tu piel y te escucho tentada porque te pregunté si me despeiné después de coger.

¿Y cuando robaste mi vaso de agua?

Antes de irnos a dormir, fui sigilosamente a servirme un vaso con agua. Lo dejé sobre la mesa y entré al baño. Cuando salí el vaso no estaba.

Te lo habías llevado. Me miraste y te reíste como una niña traviesa. Yo me indigné. Sé que lo percibiste en mis gestos. Después entendí, cuando te escuché reír, que no era tan grave y fui a buscar otro.

Así también, tu partida espera que entienda que nada es tan grave, que hay muchos vasos y que yo todavía, tengo mucha sed.

“No tiene que ver ni con la fidelidad, ni con la pasión, propia o ajena. Es otra cosa. Es un sentimiento que sobrevive a todo. Creo yo que, cuando ha existido, no se acaba, no se acaba nunca”. (Un papelito doblado en cuatro, Juan Forn)

*Por Sofi Recchiuto / Imagen de portada: La tinta.

 

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